Se detiene frente a su interlocutor y expresa racionalmente su concepción filosófica del mundo: materialismo dialéctico. El cabello canoso y la casaca negra, marxista recalcitrante a la intemperie con un ventarrón a Alejandro Toledo, imparte sus principios a cualquiera, a quien quiera debatir en medio de la bulla y el smog que asesina los pulmones de los limeños. No impone sus ideas: afila, las expone. La gente (un nutrido caldo de viejitos, estudiantes universitarios, profesores, etc) se aglomera. Dos viejos, uno con gorro, atajan las irrupciones en el diálogo. Un niño que vende marcianos de lúcuma se acerca. Un joven que vende sus libros en el suelo coloca un ejemplar de La madre, otro de Siete ensayos, otro de Qué hacer de Lenin. Quién será ese loco. Una señora venezolana, que pasa vendiendo café, mira con curiosidad, casi riéndose. Discute a la vera del teatro Colón. Habla con cancha, claridad y argumento. Silabea, endulza, cuadra bien sus planteamientos. Entre las luces del crepúsculo, van los taxistas aburridos, los turistas en short, las señoras que llevan a sus hijos de paseo a Jirón de la Unión. Para filósofo callejero todo es mayéutica. Plantea la cuestión de manera tajante: solo hay dos caminos, comunismo y capitalismo, ¿a cuál sigues? Si el contertulio es un recalcitrante idealista, el debate se prolongará con su inevitable ají amarillo en la punta de la cólera y menciones a la lógica de Santo Tomás. Si se trata de un seguidor del nacionalismo incaico se debatirá sobre la lucha de clases en las épocas de Pachacútec. Jaimito no pierde la paciencia. Discute, apela a Adam Smith, Marx, Mao, Lenin, Milton Friedman. Nuestro amigo también es digital: sus vídeos en Youtube alcanzan las doce mil vistas y llegan a más de dos mil comentarios. Le preguntan si para el Comunismo falta mucho, Jaimito afirma que ellos (el poder) están trabajando para que se instaure la Revolución. ¿Y cómo? Reprimiendo a los mercados. Señor, le responden, esa lucha lleva siglos. Sí, pero el propio sistema capitalista crea su destrucción, ¿comprendes? Bien, pueden dejar su Ya Pe en este IQ.
(Columna publicada en Diario UNO)