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IVÁN FERNÁNDEZ-DÁVILA PRESENTA SU MUESTRA INDIVIDUAL EN ARGENTINA

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Primero de enero – óleo sobre papel entelado – 42 x 56 cm, 2014.

Con el auspicio de la Embajada del Perú en Argentina, La Galería de Arte Liliana Rodríguez de Buenos Aires, Argentina, inaugurará el próximo 6 de marzo, ‘Pinturas’, la novena individual en la trayectoria del pintor peruano Iván Fernández-Dávila (Lima, 1983).

Esta muestra reúne una docena de nuevas pinturas al óleo  que evidencian la inmersión de Fernández-Dávila en las posibilidades del gesto y el color en una apuesta expresionista que de alguna manera retoma los inicios del joven pintor pero con un dominio mayor del problema pictórico, experiencia ganada en las numerosas individuales y colectivas de su trayectoria.

Texto del catálogo por el maestro argentino Alejandro Pérez Becerra:

“Pintura de peso. Con todo el oficio que se le puede pedir a un pintor. Pintura donde lo predominante es la figura humana. De fuerte contenido expresionista y de gran colorido: restallante. Figuraciones que se juegan a veces en espacios naturistas, y otras en espacios simbólicos,  simples contenedores del personaje. Personajes que si o si van a remitir siempre a la pintura, que es el personaje principal de estas doce buenas obras.

En una pintura como la peruana, con una gran tradición en la abstracción y en el indigenismo los cuadros de Iván Fernández-Dávila mestizan esa fuerte influencia que produjeron en las últimas décadas las vanguardias alemanas y los distintos expresionismos del modernismo europeo. La multiplicidad formal del arte de nuestros países impide conceptualizarlo como algo unívoco y es así que nos encontramos con un rico y variado panorama de convivencias estéticas, polarizaciones y conquistas, abandonos y recuperaciones.  También lo  ayudan a comprender su expresión los artistas peruanos que adscribían desde antes a esas líneas  y que Fernández-Dávila homenajea con tres magnificas pinturas. Sérvulo Gutierrez, un expresionista, que es uno de los pintores más destacados y protagonistas de una gran obra en los años sesenta; Ricardo Grau,  alumno de Leger y Lothe, un pintor de la pincelada cargada que al volver a Perú en el año 1937 lucha contra el indigenismo reinante con el discurso de sus maestros europeos y defendiendo las teorías del arte por el arte.  Y conformando ese trío el norteamericano David Herskovitz que llega al Perú a  fines de los 60 con una gran carga dada por la pintura abstracta americana y  de a poco  con el estudio de la cultura cuzqueña comienza a integrarse a los realismos de la época. Este último es quizás a quién más acerque su admiración nuestro joven pintor administrando espacios y colores en estado puro.

Pienso que hubo un «virus» en América en los 60, desde Argentina con la Nueva Figuración y después  todo el proceso de la vuelta a la pintura a fines de los 70, con la influencia de La Bienal de Bonito Oliva en Venecia donde reinó la Transvanguardia Italiana, de «las tres C»,   Los jóvenes Salvajes Alemanes con Baselitz a la cabeza y que habrán influido  en su país, como influyeron en todos los nuestros, deseosos de una pintura-pintura, elegíaca, de fortaleza, expresividad y oficio. Todos esos antecedentes pueden haber tenido ( o no ), influencia en la pintura de Fernández-Dávila. Yo creo que sí.  El pintor rinde homenaje, como gran oficiante a sus tres referentes locales   ( como rinde homenaje a su padre fallecido ) son sus guías. Pero básicamente rinde  homenaje a la expresión, al color y a un espacio totalmente subordinado a la modernidad, con una pintura que nada tiene de light. La suya a primera vista espontánea,  vibra en el plano a la manera de la gran pintura europea de  pincelada cargada de óleo generoso contrapuesto a  espacios recortados en negro o con la tela a la vista marcando los planos. Nada de espontaneidad, nada de improvisación. Solo lo transmitido por los viejos oficiantes que ya integran su ADN artístico.

Creo que son de esas muestras que además de la fuerza expresiva y la calidad técnica sirven para mostrar el trabajo de un pintor joven en la búsqueda de una identidad. Los amarillos, los rojos, los azules y los negros lo condicionan como el espacio elegido. Solo el, su trabajo constante, su inteligencia y el oficio le permitirán encontrar salidas nuevas a sus planteos estéticos.  Difícil seguir narrando cuando sólo se trata de observar, entender y salir satisfechos por haber visto una gran muestra.

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