Opinión

(In)seguridad vial

Lee la columna de Raúl Villavicencio

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Por Raúl Villavicencio

En menos de una semana han fallecido cuatro personas a consecuencia de malos conductores que no supieron controlar su impulso por la velocidad. Entre las víctimas se encuentran dos ciclistas que transitaban por la berma derecha de la vía, acompañados por un automóvil que fungía de escolta para su resguardo.

Muchos comentarios en las redes sociales se han leído debido al porqué de la presencia de los ciclistas en una vía de uso rápido, sin embargo, cabe recalcar que ambos se desplazaban por la franja denominada como berma. Resaltado ello, es necesario también mencionar, según las propias disposiciones del Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC), que el uso de la berma está expresamente destinado a “las bicicletas, triciclos y coches de minusválidos”, así como otras consideraciones que ameriten el ingreso de un vehículo en la berma solo en casos de emergencia.

Ahora bien, se presume que el chofer del vehículo que originó el accidente habría excedido los límites de velocidad, invadiendo una parte de la berma e impactando con el auto que servía de resguardo de los ciclistas.

Lamentablemente en nuestro país no hay una cultura vial, observándose periódicamente accidentes, faltas a las normas de tránsito, omisiones a las señales, invasiones de los propios peatones a vías rápidas que ignoran la presencia de un puente peatonal, personas que se desplazan por las pistas avenidas con brevetes vencidos o, peor aún, sin haber sacado la licencia de conducir.

Evidentemente hay que reconocer que también existen malos ciclistas que desconocen las normas más básicas de tránsito, pero no se pueden equiparar a un vehículo mayor que puede llegar a más de 100 kilómetros por hora. Las pistas se tiñen de sangre por imprudentes conductores que sobrepasan los límites permitidos, burlándose de las autoridades de tránsito, rebasando los carriles como si se trata de una carrera de fórmula 1, llevándose todo a su paso.

Cuatro vidas se han perdido y en ambas ocasiones hay un denominador común: el exceso de velocidad. Hasta que no ocurra un verdadero cambio más muertes ocurrirán y más ciclistas se verán expuestos. Las calles de la ciudad carecen de una verdadera red de ciclovías, y las que están construidas muchas veces solamente son una franja mal pintada de rojo con un anuncio empolvado que dice “ciclovía”.

(Columna publicada en Diario UNO)

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