Escribe Juan Cristóbal
1
Tenía 17 años y no recordaba la orfandad de mi infancia. Pero mi corazón ardía como un hombre ferozmente asesinado.
2
Caminaba como un vagabundo en las playas. Mis huellas se perdían en la niebla. El cielo brillaba como una higuera sin hojas. Entonces recordé los insultos que me vomitaba mi padre. Y en ese camino me quedé temblando en las cuevas como las más infames y negras injurias.
3
Amo los sauces. Los crepúsculos más tristes de las primaveras más locas. Pero estoy enfermo de niebla, de morir escuchando, en la lluvia y en los cementerios más solos, los aullidos enloquecedores del perro.
4
Sueño con animales brutales. Es el primer día de año. Y todo me adormece: el ángel que agoniza, mi corazón inocente.
5
Mi alma goza con esa flor que no toca. Mis ojos heridos dudan del color de los cielos. Jamás mi voz se vistió de luto en la tierra. Por eso mi sueño no tiene belleza, sino que baila como un ahorcado temblando en el agua.