En su condición de imágenes icónicas, los incas son abstractos ¿Cómo se les puede entender si no es en función a la gran cultura que lograron? ¿Cómo es que llegaron a ser la gran civilización pre-colombina, con una manera particular de unidad político-social y con una visión mítica y religiosa profunda e intensa?
Una reflexión en torno al significado del pasado es siempre necesaria para entender los límites en los que se vive. Así, uno encuentra un momento en el que los procesos se desarrollan y retrotraen a los orígenes, así como principios que son parte de los logros académicos y vitales con los que uno se identifica y proyecta en su trabajo.
Las esculturas pensadas para dos incas, Manco Cápac y Pachacútec, no son producto de una reflexión historicista que subraya la gloria pasada con una negación de las posibles contradicciones que se pudieron haber generado, sino más bien una reflexión que subsume la gran civilización precolombina que se desarrolló en el territorio que ocupa el Perú contemporáneo. Una continuidad que se ha convertido en un proceso de acumulación de frustraciones.
El mito del origen del Imperio Incaico se identifica con Manco Cápac, un personaje que en su inicio organiza el pensamiento que en su forma de logro cultural se impuso como imperio, una condición de referentes que se organizaron alrededor de una etnia y que dominó el territorio, abarcando al resto de etnias que habitaban conjuntamente con ellos.
El referente de Pachacútec como el que logra ampliar el territorio no fue el más pleno, pero sí el que cruzó cuencas que permitieron la primera ubicación de la etnia fuera de su lugar de origen y su ampliación hacia el resto de lo que fue el territorio incaico.
El Perú es un país fracturado. Un país que, en su condición de nación, se ha visto impedido de superar los logros culturales que los Incas subsumieron. Esta muestra es una reflexión sobre la crisis cultural que nos tiene capturados, que nos impide identificarnos con nosotros mismos y que altera de manera profunda la herencia.
Aunque abstractas, las dos esculturas que se presentan acá, no son de ninguna manera producto de una melancolía por el pasado sino síntesis de una continua sucesión de aportes culturales y representan el gran legado de una cultura que se mantiene viva. Rescatan a dos personajes de la historia y me asisten a la comprensión de lo que una nación debe de ser.