Menos de cien personas, poca prensa, Patricia de la mano de Morgana, Jeremias Gamboa se parece cada vez más a Gastón Acurio y Fernando Ampuero, si está callado es el clon de Bedoya. Así fue la premiación y clausura de los Vargas Llosa Awards 2016. Una bienal, la segunda que ya huele a muerto viejo.
El teatro nacional con su imponente arquitectura magnificó la insignificancia de esta clausura de la II Bienal de los Vargas Llosa Awards. Fue la primera vez que caí en este evento y sinceramente esperaba más.
La marca Vargas Llosa hasta ayer la suponía bien posicionada, análogamente me atrevería a decir que era la Coca cola de las letras latinoamericanas. Pero este ídolo de pies de papel se me cayó en su premiación. Un evento que debería haber llenado el teatro terminó teniendo menos gente que una pollada. La prensa también faltó. Apenas vi a RPP y algún otro medio que apenas habrá mencionado el evento.
Entre los asistentes estaba el chinche de Pedro Cateriano, primer ministro junto a una presencialmente invisible ministra de cultura y algunos agentes diplomáticos. La asistencia fue exacerbadamente modesta. Si contamos a los escritores invitados a esta bienal, la prensa, los cerca de veinte acomodadores de asiento, los ministros, a Patricia y compañía, al edecán del primer ministro y a miembros de seguridad y demás curiosos como yo, no llegábamos ni a cien personas presentes.
El ambiente era el de un geriátrico, el promedio de edad de asistentes no bajaba de 60 años. Mucho adulto mayor y casi ningún joven menor de 30 salvo los acomodadores de asientos.
Fernando Ampuero conversando de los placeres literarios, contándonos sus anécdotas de niño mentiroso que lee a Stevenson en el porche de su casa. Una escritora cuyo nombre no recuerdo mencionaba creerse parecer a cierto personaje de Kafka.
Esta ceremonia de clausura y premiación Vargas Llosa fue cutre y por cierto no estuvo presente Mario. Ahí donde esta Patricia no cabe Mario y viceversa. Supongo Mario tendría cosas más interesantes que hacer. A propósito alguien sabe donde estuvo Alvarito a esa hora anoche.
Al final el ganador de la noche fue el escritor chileno Carlos Franz por su libro Si te vieras con mis ojos, publicado por Alfaguara, se alzó con el galardón, dotado con 100.000 dólares.
Felizmente que me salí temprano. Mejor, porque no hubo ni un vaso de agua.
Las luces de la fiesta vargallosiana estuvieron opacas. Una estrella comienza a apagarse.