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HUMANICEMOS LA CIUDAD DEL CUSCO

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Escribe José David Ugarte Boluarte

El Cusco ha sido escenario de diferentes y sistemáticos atentados a nuestro patrimonio cultural. Uno de ellos, fue provocado por sectores populares en Wimpillay. A inicio del  nuevo siglo,  la Dirección Desconcentrada de Cultura Cusco – DDC le ganó un juicio a un sector numeroso de pobladores del lugar, al recuperar el Parque Arqueológico de Wimpillay, de cultura Pre Inca que data de los primeros pobladores del valle del Cusco. El poder judicial actuó correcta y enérgicamente demoliendo las construcciones de viviendas del lugar, pero la prensa atacó duramente al Director de Cultura de entonces y a la jueza que falló a favor de la DDC. Dicha magistrada tuvo que ganar en varias instancias a los pobladores invasores para salvar la verdad y nuestro patrimonio cultural material. La Comisión de Juristas defensora del patrimonio cultural nunca dijo nada.

La clase media cusqueña no es ajena a los atentados al patrimonio cultural. En los ochenta las autoridades regionales y locales, autorizaron a algunos periodistas, ante  la premura del techo propio, la invasión del parque arqueológico de la cultura  Marcavalle. Cultura que tiene casi la misma edad de desarrollo que la cultura Chavín. Nadie quiere tocar este tema, hay un silencio absoluto, siendo este hecho un atentado de lesa cultura.

En el barrio histórico de San Blas, San Cristóbal y Santa Ana, muchas edificaciones son de fierro y cemento que rompe con los valores universales excepcionales de la ciudad, que no es más que la importancia cultural extraordinaria de nuestra cultura que trasciende las fronteras nacionales y cobra importancia para las generaciones presentes y venideras de toda la humanidad.

¿Se imaginan un poder judicial drástico y justo en estos hechos de destrucción de nuestro patrimonio?

Hoteles gigantes que modifican nuestros muros incas como el mamotreto del hotel Sheraton de  Saphy, el centro comercial de Ima Sumac  en la calle Loreto Kijllu donde se fracturaron muros incas que testimoniaban la etapa arquitectónica imperial, clavos perpetrados en las uniones del muro, etc. La justicia  no solamente debe actuar con sectores populares que fueron engañados por traficantes de terrenos, demoliendo sus casas. Se debe sancionar drásticamente a todos, sobre todo a esa burguesía ligada a un turismo irresponsable y a las transnacionales hoteleras destructoras permanentes del patrimonio cultural y dejar como un precedente de orden y cumplimiento de las leyes que protegen el patrimonio.  

El sociólogo Fernando Carrión, señala que “La historia sirve para construir un espectáculo estereotipado donde lo patrimonial actúa como escenario y también como discurso político para legitimar un tipo de hegemonía”. Analizando este concepto, significa que nuestra historia ligada a nuestro patrimonio cultural material, son testimonios históricos que sirven para generar la pregunta ¿quiénes somos? Y se forje el rescate de nuestra identidad, el orgullo étnico, la memoria colectiva  que tanto necesita el Cusco en este momento de oscurantismo.

Hoy, el alcalde del Cusco, tomando la postura poco sostenible de decir “Cusco es distinto a Madrid, a Arequipa, no comparemos”,  ha cortado el proceso de peatonalización del centro histórico de nuestra ciudad milenaria, yendo contra la tendencia mundial y políticas de peatonalización de la mayoría de ciudades americanas y europeas, que tienen un centro histórico calificado como patrimonio cultural de la humanidad. Justamente Cusco no es igual a ninguna ciudad, es singular. Su belleza y armonía exigen una agenda más cuidadosa en su preservación y conservación de su monumentalidad cultural material ligada a la inmaterial.

La peatonalización nos permite relacionarnos más íntimamente con el espacio recuperado para el peatón. Como dirían los especialistas, es la reconquista del lugar, darle el valor que tiene históricamente la Plaza de Armas del Cusco. Es la conquista de nuestra historia casi olvidada. Nuestro “cusqueñismo” hoy en día es mercantil, solo lo utilizamos para vender, dejando de lado la responsabilidad de su preservación y conservación y de recuperar los espacios públicos para su gente.

Humanicemos nuestra ciudad, recuperando un espacio histórico que le pertenece a los ciudadanos, un espacio ambiental, un espacio comercial, un espacio de interacción social, etc. La peatonalización de la Plaza de Armas debiera ser la abanderada de  recuperar los espacios públicos para la gente y humanizar la ciudad, ante tanto atentado ocurrido a través de estos años, que ponen en riesgo su categoría de ciudad patrimonio cultural de la humanidad. 

Lo que el alcalde Víctor Boluarte no ha previsto, es que después de los conflictos que siempre trae todo tipo de peatonalización, éstas con el tiempo, se hacen populares y son reivindicadas por su población. Por ello que se implementan en todo el mundo, en las ciudades más hermosas del planeta.  Se traiciona al Cusco por desconocimiento y apostando más bien por un populismo sin proyecto ciudadano, sin proyecto regional.

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