Arte Urbano

Hugo Salazar Chuquimango presenta su segunda Individual en la Galería Enlace / Viernes 4 de noviembre

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HUGO SALAZAR CHUQUIMANGO EN GALERÍA ENLACE

Escribe Mariano Querol
Fotografía Dante Escalante

Hugo Salazar Chuquimango
 

Una de las  muestras más interesante del año, se presenta este viernes 04 en la galería Enlace de San Isidro, Salazar Chuquimango, presenta su segunda individual titulada “Historia de un Leñador”, luego de ganar el XII Salón Nacional de Pintura del  ICPNA, regresa para deleitarnos con su color, trazo y su mundo onírico, que descansa entre la sexualidad y el surrealismo.  Como dato curioso, en su primera muestra presentó 27 cuadros,  los vendió todos. Su talento ha despertado gran interés en coleccionistas, galerías  y la crítica. La cita es el viernes 04 a las 7:30 p.m. en la galería Enlace, Av. Pardo y Aliaga 676 San Isidro.

Cuando por primera vez se contacta con una obra, sea de arte o no, al percibirla y sentirla, esto es al tener la sensopercepción de ella, el impacto produce un sentimiento que surge, espontáneo e inmediato y es o de placer o de desagrado, que se expresa con un “me gusta” o “no me gusta”. La intensidad con que vivimos esos sentimientos, que son contrapuestos y pueden coexistir y ser en cierta forma complementarios, corresponde con la movilización de nuestra totalidad como seres humanos: si surgen impresiones de armonía y balance o de desorganización y desequilibrio y nos sigue gustando pese a que no se la siente bella pero sí comunicando un mensaje, así sea críptico, se está ante una creación que para quien la percibe y la siente, es una obra de arte, que ha gustado o no gustado. También puede darse el caso de que la obra no impacte y sea indiferente para el que la enfrenta, surgen entonces las frases “no me dice nada”, “no la entiendo”, u otras del mismo orden que son expresiones de lo racional y no de lo afectivo, y que significan un distanciamiento entre la obra y quien la percibe. Al ver la pintura de Salazar no puede haber indiferencia: su impacto visual es contundente y aún sí el observador no conoce de pintura, la de Salazar remece incluso en la indiferencia porque, en su obra brillan estímulos de toda índole dados el incalculable simbolismo y la indescriptible, compleja y significativa contradicción –entre el ensueño y la realidad, lo deseado y lo frustro, entre lo anhelado y lo no logrado- que contiene y que, según quien la perciba podrá hacerle sentir una gama de ternura, temor, confusión, asombro, rechazo, goce y toda una melodía, estridente, dulce, dolorosa, llena de contradicciones inebriantes. En ella se expresan el placer y el dolor, la inestabilidad tormentosa de lo humano y la exaltación sobrehumana de lo sagrado.

Esta muestra -resultado de una labor indesmayable no en vano se titula Historia de un leñador- viene enriquecida por el cambio profundo, incluso en los detalles, surgido de la intensidad creativa del artista que está expresando al par el desgarro y la redención. Esto va de consuno con una utilización diestra del color y de elementos que parecieran extraños pero que son parte de un todo del que son inseparables. Por momentos su obra nos transporta a la del Bosco, al mezclarse de modo abigarrado el horror con belleza lo que hace que el observador pueda sentir su propia compleja interioridad en función que el artista ha expresado honestamente la suya. Todas las contradicciones humanas tienen expresión en la pintura de Salazar pues pueden leerse las exquisiteces y los extraños, la ternura y lo horrísono, la sencillez y lo inextricable, lo biótico, esto es la vida y lo tanático que es la muerte, lo erótico y lo fóbico: es la riqueza que llevamos -deseándola o rechazándola, expresada o virtual- todos los seres humanos. Es poética emocional donde hay construcción y desgarro, disposición al amor junto a expresiones de todo lo que puede generarlo, reprimirlo, impedirlo, frustrarlo o vivirlo en plenitud. Los poemas que van de consuno con cada cuadro hablan de ese torbellino rico, que nos lleva del caos al orden, sustentan el surgimiento y la vida de la obra pictórica. La entrega de Salazar es impresionante y honesta, una autognosis torturada y enriquecedora de sí mismo, que se expresa con crudeza del equilibrio a la locura, renovando un mundo al par desolador y excitante que resume lo que pasa en la intimidad, en el inconsciente y en lo consciente de todo ser humano. Me gusta, valoro y gozo y sufro con la pintura de Salazar.

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