Por Edwin A. Vegas Gallo
Los profesores de las universidades públicas peruanas, llevan casi un mes en huelga indefinida para acceder a una remuneración justa, con daño colateral para la sociedad y sin que se visibilice esta acción de fuerza.
La universidad pública para los gobiernos de turno, y para el actual menos, nunca ha sido santo de su devoción.
De allí que no existe una política de Estado, para el “replanteamiento, la re-imaginación y la reinvención de la Educación Superior Universitaria” (3R), tal como propone la UNESCO en su hoja de ruta propuesta, en la Tercera Conferencia Mundial de Educación Superior Universitaria (18-20 mayo 2022, Barcelona).
Ello en el marco de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible con sus 17 Objetivos y sus metas, así como el Marco de Acción Educación 2030 y el documento El Futuro que queremos; los cuales consideran que las universidades tienen un triple papel para alcanzar todos o casi todos (de aquí a 7 años) los Objetivos de Desarrollo Sostenible: acceso e inclusión de todos y todas al sistema universitario o técnico no “dejando a nadie atrás”, contribuir a la calidad del aprendizaje y usar el enfoque interdisciplinario y colaborativo en los programas educativos e investigación.
En tanto el gobierno peruano no entienda, que es mejor invertir en las remuneraciones del docente universitario, antes que gastar 60 millones de dólares comprando 30 tanques de guerra para entrenamiento bélico y encima con cotizaciones dudosas (trabajo para la CGR), así como evitar gastos superfluos, como la construcción de la casa club de playa para el Congreso o viajes con gastos innecesarios; la universidad pública peruana seguirá a la deriva al más puro estilo “sálvese quien pueda”.
Es de esperar que los docentes universitarios, obliguen a salir a sus rectores de su zona individual de confort remunerativa y los motiven a trabajar, para implementar las 3R en la universidad peruana y con ello propiciar el acceso equitativo a la remuneración justa en el mercado laboral (comparada con la remuneración de las universidades privadas), con su contribución intelectual para el desarrollo del país; eliminando las desigualdades salariales y los problemas sociales conexos con la formación educativa y de investigación de la comunidad estudiantil.