Gabriel García Márquez dijo: “El mejor trabajo político que cada uno puede hacer, es hacer bien su propio trabajo”.
La literatura nunca se casó con la política. Pueden apedrearme si quieren. Lo grito y lo reescribo: la inspiración es mía. Pero hasta cierto consenso, al menos razonable, los eruditos creen que la literatura no es una corriente manejada por una cuerda de dementes que vinieron de otros universos, sino, simplemente, el reflejo de todos los movimientos y tendencias de las sociedades del planeta. Intentando, a manera de apotegmas, convencernos que la literatura es el condicionado de las realidades en todas sus formas y expresiones. ¿Y qué pienso? Me duermo en sus argumentos.
El arte no es el indicador de un tiempo. Nosotros no somos la expresión de una época ni su influencia, nosotros somos la época influenciando a través de ella. Esa es la gran diferencia. Escribí varias definiciones de arte y literatura (algunas más acertadas que otras), pero quizá la más decodificada sea la que publiqué como parte de mi primer libro. En el que preciso seis puntos en los que coincidimos todos los escritores…
[Este es el único modo de obrar de los artistas y genios (saquen lapiceros y anoten): Desarrollan magnificencias y obras sobrehumanas porque las sienten; ese es el único concepto de vida de un genio: “La naturaleza del arte es el efecto invaluable que causa estupor en su autor, trasladándolo lejos de la perceptibilidad del resto. Si no te conmueve lo que haces, al punto de despedazarte en llanto o regodeo, tu trabajo es un fracaso; no eres un artista, sino un mendaz espiritual”.] (6 mentiras o 6 contradicciones reformistas que concibe la utopía. “EL ROMÁNTICO DE DIOS. Los códigos del amor”. Pág. 98).
Amo y odio la política tanto como ustedes. ¿Qué somos nosotros, los escritores? ¿Somos acaso esos seres extraterrestres que vinimos de otros mundos para arreglar este mundo? Pues sí, y si el mundo está lleno de buenas intenciones y el infierno se plagó de ellos; nosotros, los artistas, al menos vivimos para limpiar toda esa basura que sus funcionaron dispensan y dispensaron. Somos ángeles conviviendo con hombres.
En cada renglón referido al conflicto que sostenemos los peruanos desde que conocemos la política, es normal encontrar en cualquier texto hígados e intestinos, sesos y diatribas, demonios y… Es curioso, si solo somos el reflejo de un tiempo, ¿por qué escribimos lo mismo que Dante y Aristóteles en sus tiempos? ¡Simple! Porque la política así se constituye. Nunca cambió y tampoco lo hará hoy.
Confieso que tuve la oportunidad de conocer la gestión del ex Presidente Regional de Huánuco Luis Picón Quedo por un corto tiempo. Y no solo lo serví a él, sino también al ex Alcalde Provincial de Huánuco, Jesús Giles Alipázaga (cuando aún creía que la radio servía para educar a la gente, paradójicamente). Soy un zorro viejo de las desilusiones, por lo que haber escrito odas por el cumpleaños de Huánuco el año pasado, me hubiera parecido más repudiable que el hecho de haberlos tolerado en mis dos periodos más blandos. Con ellos entendí un poco más de mi estupidez y de la estupidez de los huanuqueños.
En Huánuco, como en distintas partes del Perú, nuestros candidatos no tienen instrucción académica ni deseos de tenerla. ¿Y todavía nos preguntamos por qué en Huánuco murió la patria? Sabiendo que es más fácil ver a Jesús Giles Alipázaga animando en el programa televisivo YO SOY, que ver una reforma educativa viniendo de su gestión… Y daría lo mismo esperar una reforma de salud de un ex Presidente Regional que dirige mejor al Club Deportivo Social León de Huánuco, que a la propia región. Con autoridades como Lucho y Koko, esperar que hagan algo bueno por Huánuco, es como para mí intentar ser ayayero (no les va a salir). Y el ejemplo es bueno, porque ellos son los capos de la mentira, y yo un loco artista.
No quiero pecar de antagonista crítico, pero este 5 de octubre El Movimiento Integración Descentralista (MIDE) de Rubén Alva Ochoa y El Movimiento Político Frente Amplio Regional (FARE) de Jhon Tulio Romero Lloclla (Paisanocuna), liderarán la lista. Siendo dos candidatos de los que podría decirles muchas cosas; sin embargo, me reservo mis comentarios. El primero con su tabú que si es o no creyente en Dios, lo que significa un verdadero problema para la comunidad evangélica–me exaspera–. Y el segundo, como todos sabemos, que jamás concluyó sus estudios superiores en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Que obviamente no le hace menos persona–excepto mentirle al pueblo–. ¿Con qué intención? ¿Acaso las personas autodidactas no son las más creativas? Tenemos a Shakespeare en la literatura y a Lula da Silva en la política, siendo casos extremos de persistencia y talento. ¿Qué necesidad tenía de mentir? ¿Acaso los huanuqueños tenemos los prejuicios bien arraigados? Por lo que a mí me concierte, no votaré por ninguno de ellos. Es más, este año no zapatearé huayno ni veré la personificación de una danza que sigue retratando lo que en verdad somos: esclavos.
475 años de historia y los halagos son demasiado para una ciudad que nunca ha avanzado. Y seguiré sentándome a mi escritorio a escribir lo mismo que el año pasado: “lo siento Huánuco, pero esta vez no voy a honrarte como medio departamento lo hará en su noche carnal. En una reunión masiva donde la mediocridad y el conformismo se harán realidad. ¡Abajo las serenatas!” E insistiré al destino un sueño parecido al del periodista César Hildebrant: “¿Por qué mejor no incendian el Gobierno Regional de Huánuco pero con todos sus funcionarios dentro?”
En una tierra donde nacieron tantos hombres ilustres, es una pena que sus descendientes la llenen de hiena. Si no podemos hacernos trasplantes de cerebro, al menos lavémonos la cabeza. Si no podemos dejar de ser deshonestos, al menos no nos engañemos a nosotros mismos. Si ambicionamos tanto, ¿por qué pensar solo en explotar a Huánuco? Esa es la cruel realidad con la que me despierto y me duermo.
Recuerdo que apoyé la campaña del ex Presidente Regional de Huánuco Luis Picón Quedo por casi dos meses. Dejando una marca negra en mi trayectoria literaria. Escribí dos artículos titulados: “Los complejos de la gente juiciosa” y “Todos contra un sueño”. En los que exponía ideas que dejaban fuera de round al Partido Hechos y No Palabras de la difunda excandidata Violeta Garay. Además de salir en caravanas y aplaudir sus falacias. Y no saben cuánto me arrepiento, porque ni Picón ni sus funcionarios lo merecían.
Sé que no existen países perfectos como para emularlos al 100%, pero durante la campaña del partido de Somos Perú, cada vez que se explayaba el “gran” Lucho Picón; todos debíamos tolerar su molesta voz. A veces me cubría los oídos porque su oratoria era tan monótona e iterativa como la del actual Presidente de la República. Él hablaba de los países asiáticos, de las grandes industrias y de lo bien que se la pasan los ciudadanos del primer mundo. Patrañas, patrañas y más patrañas. Sus reuniones solo cobraban vida, porque el León se perfilaba para ir a una final. La única razón por la que mucha gente se animó a votar por él.
Después de esa imborrable metida de pata que cometí, acudí a él tantas veces como pude. ¿Con qué finalidad? Pues con la única que tengo: promover la cultura y la educación. Pero el desdén y la guasa de su gente se impusieron primero. No creía importante redactar este artículo de opinión… sino fuese porque quizá soy el único escritor joven que no tiene intereses políticos de por medio. Y que quede claro para esos funcionarios vanagloriados que vendieron a Huánuco, a su historia; que las buenas obras valen más que un inmerecido nimbo.
No soy profeta en mi tierra y me alegra que sea así. Es preferible ser escupido a tener que ser elogiado para conformarme como el 99% de peruanos. Mi batalla no comienza ni termina con unas cuantas hojas. Cuando elegí este camino, nunca me ilusioné en recibir más de lo que la gente o los políticos estuvieran dispuestos a ofrecerme. Teniendo en cuenta, que toda la vida iría a luchar con la falta de aprobación–y se cumplió–.Que a fin de cuentas, es y será el motor que me impulsará en la creación de nuevas historias. El tan solo hecho de autodenominarme dramaturgo en mi tierra(sabiendo que jamás existió uno),siempre implicará llevarme a los hombros una cierta cantidad de críticas y maleficios. Soy el primer guionista de la historia, ¿y quién lo festeja?
No soy la florecilla que el granizo o lo lluvia abrumadora no estropean (por si no lo sabían).Nada de lo que poseo es obra y gracia de la providencia. Aunque mi talento venga del cielo, créanme, a mí también se me inflama y adormece la espalda cada vez que delineo con rimas la vida–y mucho más si se trata de política–. La inspiración no fluye más de 30 segundos por cada 9 mg de nicotina. La demás parte del tiempo debo y necesito mantenerme enfocado, porque mis hojas seguirán estando en blanco (lo mismo que ahora).
A veces se me nubla la vista de tanto pensar, de tanto crear… Sentarse en un escritorio por horas, no es una labor que le competa a un internauta común y corriente (hay que leer mucho). Las letras son algo así, como los fantasmas que me jalan las “patas”. Ese romanticismo prehistórico vive en mí en las largas madrugadas y en las noches nostálgicas. Lo que significa, que poco o nada me importa si lo valoran o lo rechazan. Después de todo, jamás lo entenderán, no mientras se rehúsen a leer un libro.
Los escritores, amigos, vivimos para compartir el deseo de un mundo más sincero. No somos pedigüeños. Muertos, a tener que esperar algo a cambio. Y aunque no cobremos fortunas por nuestro arte, nuestra paz interior compensa todo ese dolor. Somos íntegros. Venimos al mundo enviados por Buda, Ganesha, Cristo o Pachacámac, para enseñarles a las personas a ser más personas. Nuestra única misión es menguar la tristeza de todas sus asperezas –iluminar sus consciencias–. Es en nuestra paciencia y persistencia que podrán hallar nuestra verdadera divinidad, porque siempre será total.
Por eso me importa la política más de lo que podría aparentar en cualquier red social, porque es allí donde más nos dañan. Sin embargo, elegí desligarme completamente de ella. Debido a que hace mucho tiempo, los partidos políticos, sin excepción alguna, se encasillaron en Huánuco. Y lo digo sobre todo, por mis propuestas universales, que quizá escandalizarían el convencionalismo podrido de sus veteranos. No estoy listo para ellos ni ellos lo están para mí. Me asienta más perseguirlos y sacar sus trapitos cochinos.
Esa es la razón por la que no necesito entrevistas televisivas ni radiales. Tampoco miles de likes por publicación en Facebook o millones de visita en Youtube (que serían muestras extremas de afecto que solo un mediocre esperaría para autoreconocerse).Yo escribí sin tener nada y lo seguiré haciendo, por lo menos hasta que los dioses vuelvan y me recojan.
Por ello, artistas, os exhorto, no carguen banalidades. Si queremos que el arte surja, aquí o en cualquier otra parte; eviten humanizarse. Créanme que los que no invierten en arte pudiendo hacerlo, son buenos para invertir en miseria y retraso prolongado. Y contra ellos luchamos…