Opinión
Horror en San Marcos: el premio a la mediocridad
Lee la columna de Edwin Cavello Limas
Por increíble que parezca, la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, la más antigua del continente, decidió rendir homenaje a la ministra Leslie Urteaga Peña con el título de “Sanmarquina destacada 2025”. El acto tuvo lugar el pasado 6 de mayo, en el marco del 474° aniversario de la universidad, y fue encabezado por la rectora Jerí Ramón, quien no dudó en regalarle abrazos y sonrisas a la funcionaria. La escena, digna de una telenovela política, pasará a la historia como una de las tantas ocasiones en que se confunde el mérito con la obediencia.
¿Destacada en qué? La ministra Urteaga ha ocupado dos carteras —Cultura y Desarrollo e Inclusión Social— sin que hasta ahora se le conozca una sola reforma, avance técnico o mejora sustancial en la vida de los peruanos. Todo lo contrario: arrastra cuestionamientos por su desprecio al cine regional, su intento de negar a Richard Swing, y su polémico encuentro con Juan José Muñico, líder del grupo ultraderechista La Resistencia. Por si fuera poco, está siendo investigada por presunta corrupción y por las intoxicaciones ocurridas en el programa de alimentación infantil Wasi Mikuna (ex Qali Warma).
Pero claro, en tiempos donde el criterio rector no es la excelencia sino la lealtad al poder, todo es posible. “Uno que desea constantemente ser bueno, cuando está rodeado de tantos que no lo son, acaba inevitablemente por arruinarse”, escribió Maquiavelo en El Príncipe. Tal parece que San Marcos ha optado por no arruinarse… pero al precio de rendirse ante el cinismo.
El reconocimiento a Urteaga no solo ofende la memoria de verdaderos sanmarquinos ilustres, sino que degrada la idea misma del mérito. ¿Qué mensaje se transmite a los estudiantes? Que basta con obedecer al gobierno de turno, callar ante los abusos y acomodarse en el poder para ser aplaudido.
San Marcos debería representar el pensamiento crítico, la resistencia al autoritarismo y la defensa del interés público. Hoy, lamentablemente, ha decidido premiar la mediocridad. No se trató de un homenaje: fue una genuflexión encabezada por su rectora Jerí Ramón.