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¿Héroes o bandidos?

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Foto referencial.

El primer bandido que se convirtió en leyenda fue el legendario Robin Hood, un arquetipo de héroe y forajido perteneciente al folclore inglés de la Edad Media. Este personaje creado por Ghino di Tacco se llamaba Robin Longstride o Robin de Longsley. El autor lo describe como un ladronzuelo de buen corazón que vivía en los bosques de Sheriwood y Barzdale cerca de la ciudad de Nottingham.

De aquellos tiempos y tierras, nos trasladamos al Nuevo Mundo, en donde existieron émulos del Robin Hood original, pero convertidos en personas de carne y hueso.

Uno de ellos, es el famoso Joaquín Murrieta o Murieta, un bandido que ha pasado a la historia con doble nacionalidad: la mexicana y la chilena. En la primera, se cuenta que nació en 1829 en la hacienda Real del Alamito en Sonora, siendo miembro de una familia muy pobre. Seducido por la fiebre del oro, viaja a California junto a su esposa en 1850, en la peor  época para los inmigrantes latinos, pues eran explotados, menospreciados y asesinados por los enganchadores norteamericanos. Joaquín Murrieta, sufre estos maltratos porque su meta era hacerse del oro y regresar a México, pero uno de estos enganchadores violó y asesinó a su esposa, despertando su rebeldía y sed de venganza.

Se une a otros mineros de diversas nacionalidades formando la famosa banda de los “Cinco Joaquines” hasta que es abatido en una escaramuza en 1853 a los 25 años. Se dice que logró escapar y su supuesta muerte fue una patraña para cobrar la recompensa.

A partir de entonces nace la leyenda. El primero en recoger una versión de su existencia y actuaciones fue el periodista Jhon Rollin Ridge quien escribió la novela, The life and Adventures of Joaquin Murrieta, the celebrated California Bandit en 1854. En 1862 el escritor Robert Hyenne lo tradujo al francés agregándole ficciones particulares.

Pero existe una nueva versión, la del chileno Carlos Morlá, quien le da la nacionalidad del país sureño. Y es el gran poeta Pablo Neruda (1904/1973) quien en 1967 escribe la obra dramática “Fulgor y Muerte de Joaquín Murrieta” musicalizada como ópera o cantata por el compositor Sergio Ortega.

El cine, atraído por su estela de aventuras, lo llevó a la pantalla grande por vez primera en 1936 gracias al realizador William A willman con el título de  The Robin Hood of the Dorado. En 1965  George Sherman presentaría una nueva versión como “Joaquín Murrieta”. Pero este mexicano o chileno, justiciero latino y reivindicador de los inmigrantes, también sirvió de inspiración para la creación de un personaje que se ha inmortalizado: el famoso “Zorro”.

Esta recreación se evidencia especialmente en la película “La máscara del Zorro” interpretada magistralmente por el actor hispano Antonio Banderas. Ha dejado de ser el Diego de la Vega de anteriores interpretaciones para convertirse en Alejandro Murrieta.

Y como colofón, anotamos que también la música fue conquistada por Joaquín Murrieta y su nombre suena tanto en los corridos mexicanos como en cuecas chilenas. Uno de los intérpretes que  lo recogió en su voz fue el cantautor Víctor Jara.

“LA ANDARITA” Cruzando los Andes, pasamos a un país de paisajes infinitamente bellos y rodeados de pueblitos que son como la configuración de un Nacimiento: el Perú.  Uno de estos pueblos se llama Chiquián y es la capital de la provincia de Bolognesi en el departamento de Ancash. Ubicado a 3374 msnm cuenta con un mirador para observar la cordillera de Huayhuas y el nevado de Tuco, Apu del pueblo. Su belleza natural ha servido para denominarlo “Espejito del Cielo”.

Fue en este poblado de la sierra central, donde se gestó la historia de Telmo Luis Pardo Novoa, más conocido como Luis Pardo, el bandolero entrañable nacido entre el siglo XIX y el XX, etapa de la reconstrucción nacional y de la República aristocrática de Leguía.

Luis Pardo, nacido en 1874, era hijo de un rico hacendado ancashino, montonero cacerista, asesinado a traición por rivalidad política y envidias particulares. Este hecho desencadenó la sed de venganza en Luis quien desde entonces se convirtió en el terror de los Andes pues asaltaba a los terratenientes más ricos para repartir su botín entre los pobres. Los agraviados en venganza asesinaron a su compañera, llamada la “Andarita”

“Por aquí pasó” era la consigna con que el pueblo lo escudaba hasta que cayendo preso fue ultimado junto a un campesino que lo secundaba en la placita de Chiquián. Tenía 35 años.

Pero el recuerdo de sus correrías quedó grabado en la memoria colectiva y poetas y escritores como Abelardo Gamarra se inspiraron en este personaje configurando creaciones como “El Canto de Luis Pardo” editada por Gamarra el 23 de septiembre de 1909.

Cantantes de la talla de los Montes y Manrique y Los Troveros Criollos, lo inmortalizaron en el, famoso vals-yaraví Luis Pardo o la Andarita. En 1927 el cine mudo produjo la película “El bandolero del norte” y en los primeros años del tercer milenio, el cineasta de Chiquián Roberto Aldave, realizó un documental sobre este “Hijo ilustre y benefactor de los pobres” como fue proclamado por el municipio de Chiquián en 1955. En el 2009 el escultor Walter Beteta Pacheco, realizó el monumento que adorna la plaza del actual Chiquián. FIN

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