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Héctor Hérnandez Montecinos “Al estar vivo Nicanor Parra, también está vivo Neruda”

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Héctor Hernández Montecinos (1979), es un poeta que en la actualidad representa una de las voces más destacas de la poesía chilena. Es licenciado en Literatura y Doctor en Filosofía mención Teoría del Arte. Publicó LOM: Santiago, en 2008, el primer volumen de su trilogía La Divina Revelación, le siguieron Putamadre (2005); Ay de mí (2006), La poesía chilena soy yo (2007), Segunda mano (2007), A 1000 (2008), Livro Universal (2008).

Hace unos días estuvo por Lima, luego de ser invitado por el Festival de Poesía de Pucallpa. Aquí una entrevista en exclusiva con Lima Gris.

¿En Chile se vive bajo la sombra de Neruda?

Afortunadamente en Chile tenemos una tradición poética importante con Neruda, pero también está Gabriela Mistral, Vicente Huidobro,  Pablo de Rokha y Nicanor Parra,  quien fue el que bajó del alto vuelo a Neruda.

Curiosamente Nicanor Parra tiene más de 100 años y sigue vivo

Claro, ahora en setiembre cumple 103 años. Hace un par de semanas publicó un libro que sacó la editorial Lumen en Chile. Entonces, al estar vivo Parra también está vivo Neruda, ya que era su amigo y enemigo y se admiraban mutuamente. Neruda sabía que con la poesía de Nicanor Parra parte de su obra iba caducar al bajarla del Olimpo y volver a la calle y nombrar la vida común y corriente.

¿Te sientes más cerca a Parra o Neruda?

Creo que soy bien traidor,  porque me gusta cuando la poesía vuelva a la realidad de donde uno mismo la toma, ya que uno escucha cosas en la calle y ese material uno lo transforma en poema. También me gusta Neruda por poder elevar una voz sin que sea hegemónica, sino también una voz que pueda invocar incluso a los muertos. En cuanto al lenguaje me siento cercano a Parra y en cuanto a la función del poema me siento cercano a Neruda.

Eres un poeta que toma la cruda realidad y la convierte en poesía…

Para mí escribir es un modo de pensar en voz alta. Cuando escribo vuelvo a pensar en mis materiales, en lo que tengo a la mano, en mis borradores y apuntes, y con eso comienzo a trabajar los libros. Eso puede ser de una lectura de Homero o alguna cosa que escuché en un colegio de niños de cinco años. La diferencia entre Homero y un niño para escribir, para mí no es ninguna.

Llegaste al Perú invitado por el Festival de Poesía de Pucallpa, cuéntanos sobre esa experiencia en la selva.

Fue muy lindo, nunca había estado en la selva. Fue impactante ver un paisaje que no conocía, una sensibilidad distinta. También me encontré con mi amigo ecuatoriano Luis Alberto Bravo, el cual está siguiendo un poco los pasos de William Burroughs en Ecuador, y un poco he seguido los pasos de Ginsberg en Chile, y ha servido para juntarnos y preparar no sé si un libro, pero estamos investigando algo sobre los poetas beatnik que vinieron al Perú y su relación con la escritura, con lo político, con las drogas y con el pensamiento libertario.

¿Crees que Bolaño pudo ser un beatnik?

Creo que Bolaño siempre soñó con ser un beatnik, pero a diferencia de los beatnik Bolaño si quería ser famoso, ya que mandaba su libro a las transnacionales y a los concursos. Sea como sea, los beatnik son los últimos malditos, en el sentido que era una conciencia de una época, es decir, los beatnik hablando contra el capitalismo, contra los poderes autoritarios de los Estados, contra la homofobia, el machismo y la intolerancia religiosa. Es por eso que me interesa con mi amigo Luis Alberto esa actualización de cómo se puede leer a los beatnik ahora.

¿Te quedas con el Bolaño novelista o el Bolaño poeta?

Me quedo con el Bolaño ensayista, en el libro Entre Paréntesis, él junta artículos, junta entrevistas. Me gusta Bolaño como piensa, me gusta que sea crítico, que sea ácido. Como novelista creo que fue ambicioso y lo logró con 2666 y Los detectives salvajes. Mi principal crítica con Bolaño es que él no murió como poeta, él murió como el narrador de Anagrama.

¿Cómo encuentras la poesía contemporánea peruana?

Soy un lector atento de la poesía peruana, siempre he dicho que sí se hiciera el mundial de poesía, los que llegarían a la final serían Perú y Chile. No sé cuál ganaría, pero sería un empate infinito.  Entre los poetas peruanos y los poetas chilenos hay una relación de siempre. Para mí la vanguardia andina comienza con Churata, Arturo Borda y Pablo de Rokha. Los primeros años del siglo XX en esa trilogía con Perú, Bolivia y Chile. Ahora que he estado en la feria he visto varios libros sobre Churata y me alegra un montón,  veo que hay antologías, encuentros y en esta misma feria veo que hay un montón de editoriales que yo no conocía. Son editoriales que están publicando poetas jóvenes y nuevos autores, me parece que eso refresca un poco  el siempre anquilosado campo cultural.

¿A qué poetas peruanos regresas?

Ahora estoy full Churata, de hecho me compré varios libros sobre Churata, quiero escribir algo. También me llevo libros de Oquendo de Amat, estoy con la vanguardia andina, ya que es mi pasión y preocupación número uno ahora.

¿Cómo ves el conceptualismo?

En Chile se dio un movimiento conceptual muy interesante, está Cecilia Vicuña que hacía poema objeto en la playa, con unos palitos y piedritas realizaba una instalación, Juan Luis Martínez también, que hizo un libro completamente conceptual, que son completamente citas, el libro tiene anzuelos,  distintos papeles. Entonces lo conceptual es algo súper interesante que viene de los años sesenta y setenta. En Brasil también está el concretismo que tiene que ver con el asunto conceptual. Yo siento que ahora hay un nuevo conceptualismo donde la palabra ya no basta, la palabra Nilo no es el río Nilo, es un pensamiento, las palabras están tan desgastadas por su uso, un uso desmesurado. Las palabras están un poco agotadas, entonces, se está buscando como hacer poesía casi sin palabras.

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