Por Fernando Casanova
Este no es un reclamo más.
Es el grito final de un pueblo herido.
Acaban de asesinar a trece trabajadores en Pataz. Trece vidas reducidas al silencio por bandas armadas, por el crimen organizado, por la desidia estatal. Por usted, señora Boluarte.
Fue una ejecución que triunfa en el vacío.
Y ese vacío tiene nombres: Gobierno. Estado. Presidencia.
Usted sra. Boluarte.
¿Dónde estaba mientras los mataban?
¿Dónde estaba el Estado cuando fueron secuestrados?
¿Dónde está ahora, mientras sus familias entierran cuerpos y nosotros tragamos rabia?
No basta su rostro planchado. No basta su cinismo bien peinado.
No se gobierna con bisturí. No se lidera con carteras y joyas.
Usted, señora Boluarte, convirtió el poder en espectáculo y la política en pasarela. Mientras los peruanos mueren en socavones, usted brilla con relojes y sonríe sin culpa. El Perú es cadáveres en el suelo y cirugías en Palacio. ¿Qué más prueba necesitamos de su distancia sideral con la gente?
Gobernar es encarnar. Y usted es puro simulacro y telepronter.
No hay justicia, no hay consuelo, no hay presencia.
Todo es vergüenza.
Vergüenza de escucharla hablar de sus logros de opio.
Vergüenza de sabernos representados por alguien que no siente, no llora, no existe.
Sra., hasta aquí llegamos.
Váyase.
No por ser mujer. No por ideología.
Usted ha vendido el alma de esta tierra, nos ha entregado a las fauces de sicarios mientras se aferra como naufrago a los pedazos del barco que su avaricia mal diseñó.
El país arde señora, y su rostro solo eleva el octanaje de la desgracia. Lárguese.