Opinión

Hacia una Banca ética latinoamericana

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Por Fernando Casanova Garcés

Pedir dinero a un banco o una caja, especialmente en estos momentos de crisis, implica someterse casi a un psicoanálisis, debemos darle al banco toda la información de la profundidad de nuestra alma. En cambio, cuando depositamos los ahorros, se nos informa solo la tasa que “ganaremos” por entregarles el esfuerzo familiar de toda una vida. Nunca preguntamos al banco qué hará con nuestro dinero, no somos del todo conscientes que depositándolo allí hacemos a su vez un préstamo al banco para que haga lo que su regalada gana quiera.

Si a esta oscuridad le añadimos la globalización, la rapidez –favorecida por internet– con que se mueven los capitales por el ciberespacio, es altamente probable que nuestros ahorros estén financiando fabricación de armas, contaminación ambiental, explotación laboral, el narco, minería ilegal, trata de personas, ¿nuevos virus?, incluso partidos políticos con los que no comulgamos en nada, o quizás, participamos con nuestro dinero en fondos de inversión o negocios que se están realizando en paraísos/madrigueras fiscales donde los ricos evaden todo el impuesto posible que sí pagan las masas, todo ello mientras dormimos abrigados porque nuestros fondos están “seguros”.

Y es que realmente no somos conscientes del uso que los bancos dan a nuestro dinero. Podemos estar manifestándonos en contra de alimentos transgénicos mientras al mismo tiempo financiamos empresas del rubro que han hecho del cáncer estomacal una pandemia. Por tanto, sin saberlo nosotros, somos en gran parte culpables de las consecuencias que las inversiones bancarias generan en agravio social, y ya es momento de hacernos cargo.

Si el negocio de la banca es obtener beneficio con nuestro dinero, a contraparte es exigible transparencia, responsabilidad y respeto por quienes los financian, y que el actuar de su sistema considere al menos una palabra, propia de todo comportamiento humano ideal y dentro del principio comercial de la buena fe: Ética.

¿Es posible entonces una Banca Ética?

La banca tradicional busca el rendimiento monetario de la inversión como fin último justificando todo medio. Mientras que, la dimensión de un sistema ético sobrepasa el simple cálculo del rendimiento monetario por uno que esté al servicio de la sociedad en su conjunto. Una banca ética actuará inspirada en un modelo de desarrollo humano, social y sostenible, que rige los criterios de inversión para alcanzar efectos de retorno positivo en favor de las familias. La realidad del sistema hace parecer ingenua la exigencia de transparencia, responsabilidad y respeto como pilares básicos del sistema financiero.

Pero no. Un sistema financiero ético implica encumbrar la filosofía de trabajo al real servicio de sus ahorristas, haciendo suya la responsabilidad del impacto que tendrán sus inversiones en la vida de las personas; si hay un grupo empresarial al que tenemos que exigirle responsabilidad social para cambiar esta realidad, ese es la banca. Y ser éticos ya no es una alternativa, es el camino para salvar la humanidad, y así lo ha entendido occidente, y cada vez son más las personas que han pasado a la acción y están apostando por entidades que les garantizan seriedad, transparencia, responsabilidad y respeto por ellos y por el resultado en dinero de años de trabajo honrado.

La crisis política y social que vive el Perú debe servir para cuestionar el modelo de vida que llevamos, hacernos seriamente responsables de lo que ocurre afuera de nuestras casas, dejar de pensar a corto plazo y abandonar este bárbaro individualismo. Ser día a día pequeños héroes domésticos e ir armonizando pensamiento y acción hacia un espacio en el que nuestros hijos puedan crecer en respeto por el otro y confirmen la felicidad de vivir en su país, ser éticos a la manera Kantiana, es decir, no buscando la felicidad, sino, cómo hemos de llegar a ser dignos de ella. Sí es posible, lo está siendo: www.bancaeticalat.com

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