La manifestación organizada por Sociedad Civil Catalana el 8 de octubre en el centro de Barcelona concentró entre 300.000 y 900.000 mil personas. Muchos participantes llegaron de diferentes rincones del estado para dar apoyo a las escasas fuerzas de los convocantes, del Partido Popular catalán y del Partido Ciudadanos bajo el lema: “por la unidad de España”. Se fletaron buses y trenes para concentrar un máximo de personas en la ciudad condal.
Mario Vargas Llosa se encontraba al lado de Xavier García Albiol, presidente del Partido Popular en el Parlamento de Cataluña, encabezando la manifestación y acompañado por el presidente del ente organizador Mariano Gomà.
En las calles se coreaban lemas a favor de la detención del presidente de la Generalitat de Catalunya Carles Puigdemont, al que seguían otros eslóganes conocidos de las manifestaciones de la extrema derecha: “Yo soy español, español, español, español…” o “España una y no 51…” Nos encontrábamos frente a un melting pot donde confraternizaban miembros de Ciudadanos, Falangistas, miembros de Plataforma por Cataluña, del Partido Popular, extremistas católicos, neonazis y algunos políticos del Partido Socialista de Cataluña; aunque ciertamente no todos los manifestantes pertenecían a estas variopintas agrupaciones políticas.
Frente al tristemente célebre centro de tortura de la Policía Nacional en la avenida Laietana los manifestantes hacían saludos nazis gritando “Esta es nuestra policía, esta es nuestra policía, esta es nuestra policía”. Y es que en el estado español, caso único quizás en Europa, la apología del franquismo, del fascismo y del nazismo no está penada. Existe incluso la Fundación Francisco Franco, que comparativamente es como si hoy imagináramos que existiera la Fundación Adolf Hitler en Alemania; una execrable aberración.
Xavier García Albiol y Mario Vargas Llosa protagonizaban mientras tanto un duelo simbólico por obtener el rol principal en la manifestación. Dos egos anhelando calor popular y fervor de muchedumbre.
La estatura de García Albiol y sus gestos de basquetbolista para acercarse a los manifestantes tapaban un Vargas Llosa agobiado, al que por suerte lo acompañaba la marquesa, exdiputada del Partido Popular, integrante de la Fundación FAES (Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales) y del grupo de presión Libres e Iguales Cayetana Alvarez de Toledo; quien le ofrecía cada cierto tiempo una botella de agua para refrescarse en medio de un tórrido día de otoño barcelonés y de una enardecida muchedumbre apretujada. Trajines que ya parecen insostenibles para la avanzada edad del escritor.
Para García Albiol era un gran día, una oportunidad sin precedentes, quizás de las pocas en la que vería desfilar a toda la derecha y extrema derecha venida hasta Barcelona. García Albiol gozaba extasiado, levantaba los brazos, los extendía hacia ambos lados cual César romano, dejando en un segundo plano a un Vargas Llosa que no escondía su malestar.
Y es que el reaccionario escritor había estado alejado del calor de multitudes desde su fallida campaña electoral de 1990 en la que fue derrotado por un casi desconocido Alberto Fujimori.
Pero el domingo 8 de octubre hizo una excepción para venir a apoyar a sus congéneres. Aparte de la literatura, es conocida la predilección de Vargas Llosa por el poder, o mejor dicho por los poderosos de traje y corbata. La amistad que lo une a José María Aznar, uno de los conspiradores de la invasión militar de Irak;y las continuas invitaciones que le hace la Fundación FAES, creada por el expresidente del estado español, fueron correspondidas con su reaparición en apoyo a la unidad de España. Ambos se han profesado declaraciones exaltadas de afinidades ideológicas intensas.
Los organizadores de la manifestación presentaron en la tribuna “al Premio Nobel de la Paz Vargas Llosa” para luego rectificarse rápidamente.
Su discurso, como era de esperarse, se alineó al del Partido Popular, utilizando sus mismas técnicas, es decir, acusando al otro de prácticas que ellos utilizan: “Se necesita mucho más que una conjura golpista de los señores Puigmont (en realidad Puigdemont), Junqueras y de la señora Forradel (en ese instante alguien detrás suyo lo corrige pues el verdadero nombre de la presidenta del Parlamento de Cataluña es Carme Forcadell) para destruir lo que han construído 500 años de historia. No lo vamos a permitir”.
Enlos últimos años Vargas Llosa ha alimentado la hambrienta maquinaria represiva del estado español exigiendo incluso, a través del grupo de presión “Libres e Iguales”, del que es miembro fundador, la dimisión de Mariano Rajoy por no impedir el voto de los catalanes en la consulta de noviembre del 2014. Pues, aunque parezca ficción existe un sector mucho más violento, maquiavélico y autoritario dentro del Partido Popular, encabezado por José María Aznar, sector al que adhiere el escritor.
Vargas Llosa en cruzado fanático ha atizado constantemente el odio hacia las reivindicaciones catalanas designando al “independentismo como una enfermedad”, incitando la persecusión de derechos y libertades en Cataluña: “el Referéndum no va a tener lugar” y solicitando al gobierno a que actue con energía.
Comulga con el Partido Popular en la necesidad de imponer el dominio total del idioma del extinto imperio, en un proceso de castellanización de Cataluña, de uniformización y asimilación; intentos ensayados a gran escala y con mayor intensidad en los países de América.
El “Puigdemont a prisión”, “Puigdemont a prisión”, “Puigdemont a prisión” se escuchaba a lo largo de toda la manifestación.Nunca el “Cara al Sol”, aquel himno falangista tan popular durante el franquismo, había sido incitado con tal fervor a ser entonado.
EL DÍA D
La noche del día martes 10 de octubre será recordada por aquel sabor amargo de frustación dejado en los labios de gran parte de los catalanes (as) debido a la declaración de independencia suspendida dada a conocer por el Presidente de la Generalitat de Catalunya Carles Puigdemont.
Algunas posiciones dentro del PDCAT (Partido Democrático de Catalunya), el partido de Carles Puigdemont y de CATALUNYA EN COMÚ de Ada Colau parece que influyeron en su decisión; esto con la finalidad de encontrar una vía de mediación entre el estado español y el gobierno catalán, calmar la tensión y aplacar la amenaza de la aplicación del artículo 155 por parte del gobierno de Mariano Rajoy que implicaría la intervención de la Generalitat de Catalunya.
El pueblo manda y el gobierno obedece se lee en la pancarte del manifestante.
Las respuestas no se han hecho esperar. La Asamblea Nacional Catalana (ANC) ha instado a Puigdemont a declarar la independencia de Cataluña. Asimismo, la CUP ha hecho recordar al presidente Carles Puigdemont lo fundamental de este proceso: tener confianza en la gente, en los más de dos millones de catalanes (as) que corrieron todo tipo de riesgos para ir a votar, en los escolares y universitarios que masivamente salieron a las calles para defender el Referéndum; tener confianza en los miles de ciudadanos que voluntariamente estuvieron dentro de los colegios electorales y en los exteriores desde el sábado hasta el término del referéndum el domingo por la noche; tener confianza en todos aquellos (as) que escondieron urnas en sus casas, en los que resistieron la brutal represión policial, en los periodistas e informáticos que vencieron la censura y cierre de más de 140 sitios web de información sobre el Referéndum, en aquellos ancianos (as) sobrevivientes del franquismo que fueron a votar incluso en silla de ruedas y en los obreros que paralizaron Cataluña los primeros días de octubre.
Pero más que el decepcionante discurso de Puigdemont, fue el texto leído por la diputada de la CUP Anna Gabriel que dió esperanzas a los ciudadanos (as) que deseaban escuchar la declaración de independencia catalana ese día.
La CUP no había sido informada de los cambios de último minuto referentes a la suspensión de la declaración de independencia, por lo que hubo un retraso de una hora antes de la presentación de Carles Puigdemont.
El discurso de Anna Gabriel que siguió al de Puigdemont fue improvisado dadas las circunstancias; pero emanaba de él la frescura, la vitalidad de los nuevos vientos que corren en tierras catalanas, símbolo de la energía de las nuevas generaciones, que hoy quieren y exigen transformaciones. Como diría Anna Gabriel “Hoy no hay ninguna derrota que valga.Hoy empezamos una nueva etapa de lucha porque hoy ya no podemos suspender los efectos de la voluntad de más de dos millones de personas” en clara contraposición a las declaraciones de Carles Puigdemont. “Creemos que el único instrumento eficaz de los derechos civiles y políticos de este país es la República Catalana (…) que entronca directamente con la legitimidad de aquella república que los fascistas nos arrebataron”.
“Nosotras queremos seguir caminando hacia una libertad de clase y de género (…) Nosotras hemos venido a construir una República que puede ser les dé miedo a los poderosos pero en cambio alberga esperanzas en muchísimas personas sencillas de este país. Nosotras hemos venido a hacer una República donde pan, techo y trabajo sea un derecho fundamental para todos. Nosotras hemos venido a hacer una República feminista porque es la única respuesta a la igualdad en la diversidad (…) Las diputadas de este parlamento estamos llamadas a defender la República y lo haremos frente al mundo, abiertas al mundo y sobretodo, sobretodo, al lado de aquellas personas que llevan un mundo nuevo en sus corazones. Será al lado de ellas que seguiremos luchando por la República”.
Mientras en Cataluña se deciden los pasos a dar en los próximos días, en Madrid se celebró una vez más el genocidio americano. El 12 de octubre, el estado español con toda su parafernalia de desfiles militares, pasarelas de las más reaccionarias, pomposas y decrépitas figuras del régimen, herederos del franquismo, celebró el día de la Raza, el día de las Fuerzas Armadas, la Fiesta Nacional, el día de la Hispanidad.
Terminando este artículo me enteré de la detención de Jordi Cuixart y Jordi Sánchez, presidentes de la Asamblea Nacional Catalana y de Òmnium Cultural, las dos plataformas cívicas independentistas más importantes de Cataluña. Ambos han sido enviados a la prisión de Soto del Real en Madrid sin siquiera ser juzgados. Sin duda, constituye un acto más de persecusión por parte del gobierno de Rajoy, la única manera de dialogar que parece conocer.