Política

Hacia la bicameralidad: ¿un legislativo más rápido o más lento?

Esta es la clase de noticia que nadie quiere leer, pero que en definitiva será la que produzca todas las demás noticias de aquí a los próximos veinte o treinta años a partir de 2026, fecha que regresamos a la bicameralidad.

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En la reunión de trabajo de la comisión de constitución y reglamento presidida por Rospigliosi, un equipo técnico de expertos en temas congresales dio su opinión del panorama que se viene. Estos expertos son los exoficiales del Congreso de la República, quienes participaron en la mesa de trabajo de la Comisión el pasado lunes, donde coincidieron en lo obvio, que se debe mejorar la calidad legislativa. Para el exoficial Hugo Rovira Zagal un adecuado reglamento contribuiría a eliminar el embalse de proyectos de leyes que tenemos, así como de la abundancia de normas, más de 32 mil leyes en funciones que existen en el ordenamiento jurídico. Para el exoficial José Abanto Valdivieso refirió que, para la mejora en la calidad de las leyes, se requiere establecer que las comisiones tengan las opiniones de los expertos, de modo que tengan mayor información para la toma de decisiones. Por su lado, el alcalde exoficial Gianmarco Paz Mendoza manifestó la necesidad de hacer la modificación constitucional, porque aparentemente existiría una contradicción, dado que, si el Senado modifica una propuesta de la cámara de diputados, ya estaría legislando, pero que no tiene iniciativa legislativa. Por eso la necesidad de la modificación de la Constitución para la aclaración respectiva. O sea, más agua al caldo.

Actualmente para los 130 parlamentarios tienen muchas comisiones en funciones. El número de integrantes es de 28 congresistas por comisión. Muchas de las comisiones se dan simultáneamente y muchos de los congresistas participan virtualmente. Y cuando digo participan es que la gran mayoría solo lo hace a la hora de votar un pre dictamen. Ocurre con frecuencia que cambian su voto por no haber entendido de lo que trataba cierto detalle de un tema tratado durante una sesión de comisión, sesiones que pueden durar dos horas como también hasta cuatro. Mientras tanto los congresistas presentes en cuerpo solo lo están a ratos mientras entran y salen de una comisión a otra o durante un semipleno. En todas esas horas los presentes no son los mismos, salvo el que preside la comisión porque no puede huir.  Cabría saber si los que votan lo hacen sabiendo bien de lo que se ha hablado o solo lo hacen a ojo cerrado de lo que le diga su asesor.

En la comisión técnica los expertos en el tema de bicameralidad entre los que estaban José Abanto, sugirieron un esfuerzo por reducir el número de participantes en las comisiones en la cámara de diputados en el próximo parlamento bicameral, señalando que el número de miembros no se debe reflejar en el senado, así por ejemplo si en una comisión de cámara de diputados los miembros fuesen 18, en la comisión de senado sería preferible que fuesen 9 o 10.

La cantidad, así como la calidad de leyes depende del procedimiento parlamentario. Si se tienen 15 comisiones sería preferible tener solo cinco parlamentarios por comisión. Cómo estamos ahora hace que un congresista tenga a su carro diez comisiones lo cual hace imposible un correcto ejercicio de la función. La bicameralidad a estas alturas de su reglamentación técnica podría brindar una mejor funcionalidad y distribución de las funciones entre las dos cámaras. Ahora bien, el problema viene por la abundancia de partidos y sus representantes de bancada más la conformación de un grupo mixto que aglutina a bancadas pequeñas que se podrían subdividir según afinidades ideológicas. Esto hace difícil el trabajo congresal por el que tenemos un congreso lento en lugar de uno rápido.  Todo esto es una situación de procedimiento parlamentario.

Aproximadamente son 15 mil proyectos de ley que llevamos en el actual quinquenio. Eso es humanamente imposible por resolver en solo cinco años. Cabe recordar que el congreso actual genera unas 125 leyes anuales. Una ley ordinaria demora aproximadamente 400 días desde su presentación, proyecto de ley, comisión, pasa por predictamen, voto en el pleno hasta llegar a la rúbrica de la presidencia. Todo esto hace lento el que tengamos leyes, pero también afecta su propia calidad que muchas veces en el pleno regresan a comisión, lo estamos viviendo ahora mismo con el tema del proyecto de ley de terrorismo urbano que paso a ser terrorismo sistemático y que mañana podría ser terrorismo anfibio.

En cuanto al pliegue presupuestal está por verse en detalle si han de ser 2 pliegues o 1. Los expertos en el tema señala que debería ser uno solo que integre a las cámaras de senado, diputados y el consejo de coordinación entre éstas. Que sea un solo presupuesto es factible porque esto ya ocurre con el parlamento andino cuyo presupuesto está incluido en el presupuesto del congreso.

Sobre los debates congresales el equipo técnico de expertos sugiere debates conjuntos que reúnan a ambas cámaras, y que luego las votaciones sean separadas en cada una de sus cámaras. También siguieron que existan una comisión de ética para cada cámara.

Otro gran problema en el horizonte es que actualmente no tenemos casi a nadie vivo con la experiencia de la bicameralidad, esto a nivel administrativo como jurídico en funciones. Solo quedan personas muy mayores y expertos extranjeros, pero de realidades políticas distintas a la nuestra. En 30 años de unicameralidad estamos solos en cuanto a experiencia viviente. Por eso el temor que se puedan dar duplicaciones de funciones y de ahí lo engorroso y extremadamente técnico del asunto que la comisión encargada viene observando. Esto es a través de mecanismos de coordinación entre las dos cámaras así como espacios de coordinación donde concurran las mesas directivas de ambas cámaras, así como la cuestión de juntas de portavoces que habrían de ser más flexibles para hacer fluir ciertos procedimientos y evitar el estancamiento.

La comisión encargada encabezada por Rospigliosi se nota que tiene la intención de hacer las cosas bien, el problema es la presencia virtual de los congresistas en estas reuniones. Los presentes físicamente son siempre pocos, entre ellos Rospigliosi que es el que naturalmente más participa, pero luego hay muchas preguntas pendientes y otras que no se están haciendo. Si está reglamentación no se hace bien pero muy bien, corremos el riesgo de caer en un peor pantano del que nos encontramos ahora.

No obstante, lo que se viene trabajando aún quedan muchas inquietudes y pocas certezas sobre esta bicameralidad que se nos avecina en 2026. Cabe hacerse otra pregunta ahora que llega la bicameralidad ¿a dónde se van los congresistas? ¿Seguirán en Abancay o se alquilará un nuevo lugar? Por otra parte, el edificio del congreso es en sí un museo, el tercer piso no debería funcionar y aun así sigue funcionando. Si estamos en infraestructura ya ni imaginemos en leyes futuras. No vaya ser que de un congestionamiento legal al estilo av. Abancay acabaremos con un atasco de tráfico a lo Javier Prado.

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