Opinión

Gustavo Armijos y la Tortuga Ecuestre

Lee la columna de Rodolfo Ybarra

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Uno de los grandes poetas y animadores de mediados de la década del setenta fue Gustavo “el negro” Armijos, más conocido por impulsar la mítica revista La Tortuga Ecuestre (LTE) que fundó el horazeriano Isaac Rupay en enero de 1973 y donde desfilaron casi todos los poetas de las últimas décadas.

Armijos fue también el padrino (junto a Verástegui) de la generación del noventa. Con él muchos bardos jovencísimos dieron sus primeros recitales en la antigua Biblioteca Nacional de la avenida Abancay. Y lo recuerdo perfectamente porque yo participé y estuve como espectador al lado de Juan Ramírez Ruíz viendo y escuchando leer sus poemas a Carlos Oliva, Juan Vega y Elí Martín.

Pero pocos saben que Gustavo Armijos era también un excelente narrador de fútbol al que se le podía escuchar al lado izquierdo del dial radial en los ochenta y noventa y fue uno de los fundadores del Colegio de Periodistas del Perú (1982).

Entre sus principales libros están: Retrato humano (1971), Liturgia de la Vigilia (1979), Tierras del exilio (1982), Conversatorio (1989), Acuático / Terrestre (poemas anfibios) (2006), Foederis arca y otros poemas (2007), Poemas a Moale (2016), etc.

Celebraciones de un Trovador es un excelente libro (1977) en la onda de la beat generation y los poetas viajeros, quizás si hubiera salido unos años antes otro habría sido el asunto, pero fue desestimado por la crítica, algo que también sucedió con Óscar Málaga y su Canciones desentonadas y alegres aterrizajes para evitar el suicidio (1968-1973), recién editado en 2016.

En Celebraciones, Armijo apunta: “Otra-vez-hemos-perdido-una-noche-arrojados-contra-los-fantasmas/con-tu-carcajada-de-claxon-hacia-mi-propia-tumba./Y-tratamos-de-arroparnos-quitándonos-de-encima-el-monumento/de-chocolates-y-helados-D’onofrío-el-monopolismo/sintetizado-en-vasos-y-tabletas”. Quizás por eso, Marco Martos le dijo una vez: “Tú eres un poeta que se ha hecho solo”.

La última tarde que vimos al negro Armijos, exclamó: “¡Ybarra, me duele todo el cuerpo!”; y nos sentamos a conversar de la vida y la poesía que era su gran pasión. Una terrible enfermedad se lo estaba llevando y no podíamos hacer nada. Solo calmar un poco el dolor y tomar un café aguado mientras llegaba la noche y preparaba un nuevo número de LTE y para lo cual no pedía mucho, solo un poco de papel y listo. Y lo curioso era que LTE editaba números a futuro, es decir, es posible que algunos poetas tengan números que estén por salir. En ellos vive y vivirá por siempre el ímpetu y el estro poético de Gustavo Armijos.

(Columna publicada en Diario UNO)

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