Uno de los principales grupos poéticos de los noventas fue “Neón”, fundado inicialmente en los pasillos de San Marcos por Rubén Grajeda (AKA Leo Zelada) y el mítico Carlos Oliva. Luego se integrarían Héctor Ñaupari, Miguel Ildefonso, Mesías Evangelista, Paolo de Lima, Isabel Matta Bazán y muchos otros más en su segunda fase: Harold Alva y la nueva horneada que le darían un nuevo empuje.
Tuvieron recitales masivos como Poesía con Cólera y estuvieron en el ojo de la tormenta cuando Christian Vallejo, jefe editor de La República en ese entonces, los sacó al fresco, pero resistieron la embestida. Estaban hechos de acero inoxidable y el tiempo les daría la razón. Recuerdo que Mario Vallejo, periodista y compañero de estudios (sobrino de Christian) me dijo un día: mi tío quiere hablar contigo y fui al jirón Camaná. Y defendí a Neón no solo porque eran mi generación sino porque eran mis amigos y su poesía siempre me fue de alta estima y consideración.
Tuvieron momentos difíciles y graves como el fallecimiento de Oliva quien dejó inédito el libro: Lima o el largo camino de la desesperación y la partida de Juan Vega, viejo amigo que siempre me guardaba espacio en el cine club del BCR y del cual hasta ahora no se han podido editar sus textos. Ñaupari partiría el 2023 y con él se fue la alegría de este grupo.
Cuando Ildefonso gana el Copé en el año 2001, ganó también Neón. La estética de las calles, la soledad de los bares, la nostalgia, la memoria estaban presentes en la poesía de este vate. Recuerdo que todos los amigos fuimos a un bar a celebrar y Zelada dijo: “Miguel, ya ganó todos los premios, qué más puede haber”. Y siempre habría más. Premios y reconocimientos. Mientras otros acentuarían su carrera en la investigación y la docencia como Paolo de Lima (que acaba de editar: Poesía y Guerra Interna en el Perú, 1980-1992).
Este escriba recuerda cuando fue invitado a participar de Neón, pero otras responsabilidades me lo impidieron (estudiaba en dos universidades) y estaba como director de Aedosmil en la ANEA.
Finalmente, hasta ahora seguimos esperando los libros de Mesías Evangelista, quien regenta un colegio en Ate-Vitarte y siempre ha sido un gran conversador y una de las armas secretas de Neón. Ojalá se anime pronto. Este texto está dedicado a él.
(Columna publicada en Diario UNO)