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GHOST IN THE SHELL O “EL FUTURO SIN WI-FI”

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Después de siglos volví a ir al cine. La película que venía  a ver era una futurista cyberpunk con Scarlet Johanson, una adaptación del anime y también manga Ghost in the Shell. Para no decepcionarme desde antes de empezar, iba de buena fe sin haber visto ni el anime ni leído el manga.

O sea, más inocente no podía ir, mi expectativa no era grande solo entretenerme y esperar que cuando menos la película fuese fiel a los postulados mínimos del género cyberpunk que pregonaba en su tráiler. Pero Hollywood es Hollywood y cuando de decepcionarte se trata, lo logra exitosamente.

Bueno, que el guion era plano, no había mayores sorpresas más que la identidad real de la protagonista hacia el final, los giros eran predecibles, las actuaciones arquetípicamente aburridas y sin nada  interesante, muchas de las peleas pecaban de lentas y poco coreografiadas (yo desde Matrix de 1999 siempre pido más a la violencia física),  la narración era eficiente pero no corría ni la trama convencía, si le quitabas los efectos especiales te dejaba dormido en la butaca.

Hasta ahí lo malo, y que era lo predecible, ahora lo bueno, y eso fue lo que me empujo a la sala a verla desde el teaser. Lo mejor son las locaciones de grabación, obviamente digitalizadas y retocadas, la puesta en escena y esas calles estrechas de una China futurista  me hacían por unos  breves momentos sentir que estaba viendo un anime de alta calidad (y a ratos un solo plano me trasladaba a una  página del manga, porque en verdad sentí ojear un manga).

Eso fue fabuloso, el Oscar y Cannes para los que hicieron ese trabajo de exteriores, simplemente impecable, sentía realmente allí vivir el género cyberpunk una de sus cumbres visuales, como experiencia estética fue un encanto y valió los diez soles de entrada que tuve que pagar  (y eso que soy un poco catalán por la abuela, nada de separatismos, eso sí).

Pero no bastó para salvar a la película, porque solo eran momentos, y eso si me dolió. Hubiera deseado que esas escenas se extendiesen más, pero ni así la salvaban unos diálogos mediocres que te mostraban un misterio en el que al final ni te metías. Y es una pena porque toda la puesta en escena, ciertos ángulos de cámara, el vestuario y la misma temática se prestaba para hacer un peliculón. Pero estamos en el 2017 y no en los ochentas del cyberpunk.

Algo que me maravilló y que me hizo recordar a la película anime Akira y a Blade Runner, fueron esos avisos comerciales en 4D que se exhibían por toda la ciudad, realmente fascinante ver esa maximización visual de los avisos publicitarios. Obviamente aquello respondía como un guiño y un tributo a las películas mencionadas, en especial a Blade Runner, cuando veía en Ghost in the Shell un anuncio magnificado en 4D de una japonesita en kimono pensé de inmediato en Blade Runner y sentí algo removerse en mi interior, la emoción del cinéfilo que rápidamente se disolvió como lágrimas en la lluvia.

Y es curioso pero yo fui a ver la película el día 10 de abril del 2017, día en que fue creado Leon Kowalsky, el replicante  con cuya fuga inicia la cinta Blade Runner, el replicante fugitivo  al que perseguirá el agente Deckard (Harrison Ford).

Pero volviendo a nuestro decepcionante 2017,  fue un intento muy interesante de traer de vuelta el género de ciencia ficción de corte policial negro, lástima que simplemente naufragara. Si le quitamos todo el rollo aburrido e incomprensible de la historia (al final te enteras de que va el anime pero igual te quedas sin ganas de nada, porque lo cuentan todo mal) solo nos quedan 30 minutos de buena película.

En algo si fueron fieles al género cyberpunk, y es que por donde voltearas la vista en ese próximo  mundo futurista digital  veías cables, cables y más cables. Se nota que en ese futuro tienen serios problemas con el Bluetooth y el Wi Fi.

Una consideración final. Si van, es para verla en 3D o bajo los efectos de psicotrópicos, mezclen Red Bull con metadona, media pastilla de bicodin, unas clonas y bájenla con 2 pastillas de Epamin de 500 de Phizer para no convulsionar en la butaca. Los espasmos y fallas en el sistema nervioso central son cortesía de la casa.

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