Opinión

Génesis 1:1,2: “Y en el principio, Hernando de Soto creó los cielos y la tierra”

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Le ganó el egocentrismo. En el debate de ayer, uno de los candidatos más esperados era el economista Hernando de Soto; sin embargo, su alocución dejó un enorme sinsabor: no llegó a completar sus propuestas, manejó mal el timing y ocupó gran parte del tiempo hablando de sí mismo. Un poco más y dice que él fundó el Perú.

Hernando de Soto ha experimentado una subida en las últimas encuestas; desde los últimos días es posicionado como uno de los candidatos que pasaría a la segunda vuelta. Este economista octogenario, que ha asesorado a distintos gobiernos y organismos internacionales, es percibido por un sector de la población como alguien serio y capaz de reflotar la alicaída economía en tiempos de pandemia. Por eso, su alocución en el debate, generaba gran expectativa entre sus electores y los indecisos. Sin embargo, el candidato del trencito se quedó a medio camino: no pudo concretar sus planteamientos y se trenzó en una absurda competencia con el candidato Humala, que estaba a gran distancia suya, según los sondeos.

La abrupta salida de José Vega del debate, le dejó la cancha libre a De Soto para exponer sus propuestas sin cortapisas, pero tampoco eso pudo aprovechar: debatió contra él mismo y perdió. Se enfrascó en dar vueltas en torno a sí mismo, a lo que había hecho y a los “grandes beneficios” que sus teorías trajeron a nuestro país. De Soto, según De Soto, había participado en todos los momentos álgidos que vivió el Perú y en cada oportunidad había sido el salvador. Y por si eso no fuera poco citó, en una confusa intervención, a Abimael Guzmán, dando a entender que el cabecilla terrorista lo reconocía como su enemigo. La impresión que dejó es la de un político que perdió el tiempo ufanándose de sus logros (existentes e inexistentes) y no la de un estadista que propone soluciones concretas para el país. Su intervención en el debate fue una caricatura en toda forma.

Dice, el economista De Soto, que él no conoce las minucias del país; sino los términos macro. No sabe cuánto cuesta el pan, no conoce las incertidumbres de los ciudadanos, no sabe cuánto cuesta un pasaje y confunde la ONPE con la ONP. Su conocimiento del hombre popular se ha quedado estancado en la década de los 80s, en los tiempos del IDL, cuando invitaba al Perú a Friedrich Von Hayek y fantaseaba diciendo que detrás de cada ambulante se escondía un capitalista en ciernes.

Se ufana De Soto, diciendo que es un gerente en lo macroeconómico: si él había creado tanta riqueza y había solucionado todas y cada una de las peripecias por las que pasó nuestro país ¿Por qué la economía se encuentra en estas condiciones? ¿Dónde estuvo De Soto en los últimos veinte años? De Soto le habló al pueblo desde las alturas y casi se proclama el fundador de estos lares, pero entró en la espiral del ridículo: el pueblo no lo entendió. Al parecer el único que lo tiene en un nivel etéreo es el excéntrico Chibolín: es su hermano superior.

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