El día de ayer en una delicada entrevista, el general Lavalle ex comandante general de la Policía, salió a disculparse y a justificar los actos de corrupción culpando a “la administración interna”, vale decir, a sus subalternos. Se describió, además, como un valiente que había estado al frente de sus hombres. Pero cuando le preguntaron por qué no había removido o, al menos denunciado, a los malos elementos se excusó diciendo que “no le correspondían asuntos administrativos”. Curioso personaje que, al parecer, no se dio cuenta de que su cargo era el de comandante general. Cuando sus hombres están muriendo, un comandante general sale al frente, exige, denuncia y pide protección para sus efectivos. Tal vez, en su retiro, Lavalle entienda, rodeado de papeles de licitaciones fraudulentas, cuál era el cargo que ejerció.
Igual argumento burocrático ha dado el nuevo ministro del Interior, Gastón Rodríguez. Cuando le preguntaron sobre la situación del general Petit, involucrado en actos de corrupción, dijo que “el general ha sido removido de su cargo por el Órgano de Control y está asignado a un puesto administrativo, que es un lugar donde él está momentáneamente». Acto seguido lanzó en tono de proclama: “Este gobierno no admite un ápice de corrupción”. Si esa declaración de honestidad fuese cierta, entonces, ¿por qué no retiran al general Petit de toda función? Cuando un subalterno comete una irregularidad o un delito, los generales llaman a las cámaras y anuncian, a viva voz, que han “dado de baja de inmediato al mal elemento policial”.
La razón de este comportamiento cómplice, según distintas fuentes policiales, se debe a que en la PNP se han instalado, como en el Poder Judicial, “Los hermanitos policiales”. Sale uno, entra otro que protege al investigado y así van rotando. Son seguidores del “maestro” César Hinostroza, quien fugó cuando tenía una orden de videovigilancia a cargo de la PNP. Aquella vez, al igual que ahora, el comandante general Lavalle apeló a un argumento burocrático: “Sobre esto, el Órgano de Control Institucional está haciendo un seguimiento pormenorizado para ver si es que se ha dado algún tipo de negligencia”.
Esa es la razón por la cual ningún general ha sido puesto a disposición de las autoridades fiscales, a pesar de los gravísimos actos de corrupción que han generado muertes y miles de contagios en una fuerza policial que es una de las primeras líneas que necesita el país. Silencio del nuevo ministro del Interior. Silencio del locuaz conductor de televisión del mediodía.
Si las más altas autoridades no tienen el mínimo respeto a los peruanos y prefieren proteger a una cúpula corrupta, deberían enterarse que, tarde o temprano, todo se descubre y en este caso conceder impunidad es doblemente grave porque se trata de corrupción en tiempo de emergencia nacional causando muertes, poniendo en peligro vidas y debilitando una fuerza clave para la protección de la ciudadanía.
Otro de los generales a quien están protegiendo con el silencio es al jefe de la Región Policial de Lima, Herbert Ramos, implicado en fraudulentas compras de guantes, mascarillas, alcohol, jabones, lejía, agua y fumigación. Productos menores cuyo precio la corrupción sabe multiplicar, como el coronavirus, de manera exponencial. El caso se encuentra ante la segunda Fiscalía Provincial Corporativa en Delitos de Corrupción de Funcionarios.
La ciudadanía debe saber que el general Herbert Ramos comanda la región policial de Lima, la más importante del país y, a la vez , es el general de Chibolín. El sábado 18 de abril, en plena pandemia, con policías muertos, otros en cuidados intensivos, con miles de efectivos contagiados y con personal sin implementos básicos, este general estuvo más de una hora presente en el set del programa “Porque hoy es sábado con Andrés”, recibiendo un bochornoso “homenaje” a cargo del conductor apodado Chibolín. Los discursos intercambiados y la grotesca bufonería puesta al aire, puede ser vista por el lector en You Tube escribiendo: Porque Hoy es Sábado con Andrés (Sábado 18 de Abril de 2020) – Parte 2. (Es largo pero pueden aliviarse la carga yendo a la parte 1 hora con 36 minutos y ver los cinco minutos siguientes. Pobre país).
¿Alguien le llamó la atención al general Ramos? Nadie. Por una razón. Los asesores de la cúpula policial les han hecho creer que, al igual que Hinostroza y los hermanitos del Poder Judicial, necesitan “presencia mediática”. Eso lleva a dos preguntas: ¿tuvo algún costo el espacio televisivo? o ¿cuál fue el beneficio de ambas partes?
A estas alturas, en la policía, con fundadas razones, ya se perdió el principio de autoridad y el respeto al comando. Un documento que circula entre el personal policial señala: “En el personal no hay cobardía, no nos faltan agallas, cobarde es aquel que abandona la guerra, abandona la lucha. Ustedes nos abandonaron hace tiempo. Eso es cobardía, eso es un crimen en tiempo de emergencia. Cuántos muertos en vano. El personal se encuentra abandonado a su suerte por ustedes como comando. La moral está por los suelos porque ustedes han contaminado a la policía con sus actos de corrupción”.
Mientras tanto, el presidente de la República sabe, permite, guarda silencio. ¿Y la seguridad para la ciudadanía?