Por Tino Santander Joo
Los diez millones de peruanos que no tienen agua ni desagüe, los agricultores que claman por fertilizante para evitar la hambruna, los ocho millones de familias amenazadas por el monopolio de los bancos con juicios coactivos para quitarles sus casas; los pequeños comerciantes, los empresarios; la gente más humilde estaba ilusionada con el mundial, porque, mas que un logro deportivo anhelamos reconocimiento social.
La selección nos da reconocimiento, eleva nuestra autoestima, nos sentimos orgullosos que un equipo limitado como el peruano compita con las mejores selecciones sudamericanas. El fútbol, es el símbolo del esfuerzo y la voluntad de ganar. En esta historia Ricardo Gareca, es un mesías, no miente, es serio, prudente, y siempre está trabajando a pesar de las adversidades.
La prensa deportiva internacional destaca los logros de seleccionado que a pesar de su irregularidad tenía una idea, una intención de competir con profesionalismo. La selección peruana no tiene estrellas rutilantes que destaquen en las ligas europeas, son simples obreros esforzados que han destacado en una liga de futbol de inválidos, corruptos y, mediocres como la peruana.
Los torneos locales se definen en el Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS), incluso el descenso se disputa en comisiones corruptas de eternos dirigentes asociados a otros grupos de poder del fútbol sudamericano. Los equipos peruanos son humillados en los torneos internacionales con la excepción del Cienciano del Cusco, campeón sudamericano, pero más allá de esa hazaña deportiva de ganarle a River Plate y Boca Junior, no tenemos ningún merito futbolístico en Sudamérica.
Estamos fuera del mundial. Nos ganó un equipo de futbol rudimentario, no fueron errores tácticos del entrenador, fue el peso de la invalidez del futbol peruano que carga en sus espaldas la falta de espíritu, de hacer las cosas bien, de concentrarse por encima del voluntarismo ramplón. La imprecisión, la apatía, el chocolate callejero, la pendejada como ética deportiva no sirvió frente a la voluntad de ganar de los australianos.
Ojalá, Juan Carlos Oblitas, logre retener a Gareca, pero, no solo para escoger nuevos jóvenes, sino para transformar nuestra liga en una competitiva, para eso se necesita la acción del Estado. Gareca, lo ha dicho en muchas conferencias de prensa. Lo que sucede es que nos gusta más el escándalo que la verdad. Ahora, a los peruanos nos toca ver el mundial por TV y alentar a Argentina, Brasil, Ecuador y, Uruguay. Yo, voy a ¡Argentina campeón!