La tarde que conocí a Hugo Salazar él iba cargando un lienzo en blanco por la calle y yo terminaba una exposición en Lima (Lima manifestaciones artísticas en el centro histórico) conversamos algo en la calle y me prestó un caballete para que el maestro Bruno Portuguez retratara a una Miss Perú Universo. Esa tarde Hugo llegó tarde a la muestra de pintura en vivo que daba Portuguez pero los asistentes -unas doscientas personas- al entrar el joven muchacho también lo recibieron con aplausos. Esa tarde del 13 de setiembre del 2009 todo pintor que llegase a la casa Wiese era recibido entre palmas.
Un año después Hugo y yo nos habíamos hecho amigos, le había prometido una individual y no lo había logrado. En cambio lo convencí para que participara en una muestra colectiva de arte contemporáneo con material Reciclado en un espacio público, como es el Parque de la Muralla. En esa oportunidad Hugo llevó una escultura que había hecho reciclando fierro, madera y usando cemento. La misma, al igual que otras, era muy apreciada por los casi 120,000 personas que fueron a la muestra recientemente.
Para Hugarto –así lo conocen en Bellas Artes- hacer arte no ha sido fácil, en este país ser artista plástico no es fácil y “son muy pocos los elegidos” como bien me lo dijo Edison Lisarazo ganador de dos concursos de ICPNA (Grabado 2002 y Dibujo 2005) además del concurso de Pintura (2009) un premio de la Compañía Michell en Arequipa, y Lisarazo sabe bien porque lo dice.
El viernes último mientras los jóvenes de Bellas Artes celebraban su fiesta de aniversario un compañero de Hugo se me acerco y me dijo no sabes “Hugo ha ganado el ICPNA”, “¿Qué dices Taricuarima?” le dije, “Estas bromeando Pablo”, “no” me contestó y confirmé la noticia con dos personas más. Me parecía increíble el joven que un año antes había sido recibido entre aplausos por personas en una exposición en el centro de Lima, había ganado el concurso más importante de pintura que hay en el país y que se da cada tres años. No miento si cuento que me emocioné hasta las lagrimas al saber de su triunfo porque lo conocí accidentalmente y cuando me enseño su taller -donde vive y crea mundo surrealistas entre la lectura de la biografía de Dalí o Freud y la música de Led Zeppelin o la salsa de la Fania pensé así debió haber vivido el loco de Van Gogh- le pregunté como haces para conseguir tus materiales. “Nada pe trabajo de noche y soy vigilante en Prosegur, nadie me da nada y hay que buscársela, estudio de día en Bellas Artes y descanso en mis traslados a mi casa o al trabajo” mientras lo escuchaba me enseñaba unos cuadros surrealistas que él había pintado, cuadros donde figuras humanas se entrelazan y muestran a veces rostros de pasión y en otras de horror, como si una música interna lo llevara a pintar de esa manera.
Visitándolo un día de octubre o noviembre del año pasado me dijo “gané una mención honrosa en el concurso de la Municipalidad de Lima” esa tarde pidió permiso en su trabajo para asistir a la premiación que era un autorretrato con la imagen de un vigilante rodeado del tambor de una pistola, el temor de cualquier vigilante. Esa noche conocí a otro futuro gran artista Álvaro Lujan. Esa noche todos recibieron sus aplausos y sus reconocimientos a excepción de Hugo. Ese día tenía que trabajar y le habían negado el permiso en el trabajo.
Casi un año después Hugo ya había expuesto en una colectiva con varios premios Winternitz de la Católica y artistas notables de Corriente Alterna. Hugo me ayudó a colocar algunas cosas y cargar materiales de noche y de día. Una tarde cuando la memoria del evento estaba por cerrar su edición faltaba la foto de Hugo en el catalogo. Fui a buscarlo a su taller y creo haber subido unas quinientas gradas y Hugo no estaba. Me fuí a buscarlo al lugar donde almuerza y tampoco estaba, fui a Bellas Artes y tampoco estaba, entré a distintos talleres y en ninguno estaba pregunté a un amigo si lo había visto y me dijo “a sí hoy es miércoles y se ha ido a jugar fulbito, seguro lo ves con su chompa de Argentina y esta peloteando atrás de Amazonas”. Fui corriendo porque la hora de cierre para la edición del catalogo eran en dos horas y Huguito estaba jugando pelota. Yo como loco buscándolo para la foto y Hugo jugando pelotiando. Le había pedido a Kike Barreto de la AENBA que me preste su cámara para tomar la foto y nos encontramos en la calle y le tomamos una foto en una esquina de Lima cerca de Bellas Artes y cuando lo hacía Hugo me decía “pero a mi no me gustan las fotos pues César”, “Hugo no fastidies que es para ti no es para mí, además algún día serás famoso y tienen que conocerte”. Algo que aprendí conversando del buen Roberto Cores.
Al día siguiente fui a su taller a enseñarle la impresión del texto y me dijo mira este cuadro lo estoy pintando para el ICPNA. “Es la maquina de coser de mi madre con ella nos educó y nos crió ayudando a mi viejo que es sastre. La maquina todavía funciona y alrededor de ella están mis hermanos y yo”. Y me enseñó una foto de él con sus hermanos de chiquito, los niños que aparecen en la foto son él y su familia. Y el rostro de mujer grande que está ahí es el de su madre. Incluso después de ganar mientras brindábamos con una gaseosa en el lugar donde almuerza y había quedado en encontrarme con Edison Lisarazo nos contó que el cuadro era de dimensiones grandes y él mismo con su mamá había cosido la tela del lienzo en la misma maquina de coser que él retrato en el dibujo de la obra. Y como se lo comente a unas personas para mí esa pintura la había dibujado Hugo con el alma y pintado con el corazón. Al saber la historia atrás de ese cuadro recordé una historia similar de un grande como Humberto Hoyos Guevara. Quien en los noventas había perdido a su mamá meses antes de acudir a una Bienal en Quebec. Humberto había acudido a trabajar escultura en nieve y nunca antes había hecho un trabajo sobre ese material y para prepararse fue al Pastoruri cuando aun había nieve y hacer figuras humanas. Humberto dominó el material en Ancash y decidió participar. Humberto llegó a esa Bienal casi de milagro, su asistente en ese momento era un joven Miguel Ángel Velit. Al final el día de la premiación Humberto ganó el reconocimiento del público y los artistas. Su trabajo se llamaba “Mujer Andina”. Los años pasaron y Velit va por el mundo y su ciudad con sus esculturas, Hoyos es el único latinoamericano que ha hecho a Nelson Mandela por encargo del mismo Gobierno Sudafricano y Salazar, recuerden se llama Hugo Salazar Chuqimango recién empieza. Ahora con el premio Hugo cómprate un celular por lo menos, así Kike Barreto y yo no tendremos que tomarte otra foto entre las esquinas de Ancash y Abancay… Felicitaciones Hugarto estoy seguro empiezas tu escalera al cielo…