Entrevista: José An. Montero / Fotos: Álex Basha
Jean Michel Dercour, Gambeat, es un francés de un metro noventa que cuando se sube al escenario se convierte en uno de los bajistas internacionales más impresionantes en directo. Pero a pesar de su envergadura y de su presencia escénica, lleva más de veinticinco años a la sombra de los menudos 1,73 de altura de Manu Chao. Cosas de los genios.
Sus caminos se cruzaron en una vía por la que llevaba más de veinte años sin transitar ningún tren, hasta que esa maravillosa locura llamada “Tren de fuego y nieve” recorrió en 1993 el trayecto entre Santa Marta y Bogotá cargado de músicos, artistas y titiriteros. Allí murió Mano Negra y nació la leyenda. Veinticinco años después siguen creando juntos.
Gambeat continúa siendo el bajista de Manu Chao, pero no sólo eso, es autor de muchos de los samplers y arreglos que podemos escuchar en sus discos, además de haber desarrollado una carrera profesional como productor y coach de grupos como La Pegatina, además de recorrer el mundo como DJ y comienza a ser también una figura relevante entre la ilustración.
¿Te puedes llamar alternativo y al mismo tiempo tocar ante doscientas mil personas?
¿Pero qué es el rock alternativo? Es una pregunta que hemos respondido miles de veces y que, después al ver el artículo, veíamos que lo que habíamos dicho no era lo que se escribía. Así que al final encontramos una buena manera para explicar a los periodistas qué era el rock alternativo. ¿Qué es el rock alternativo? Pues una vez tocas y una vez no. El rock alternativo era un poco esta situación, los grupos teníamos que movernos mucho para tocar, teníamos que ingeniar muchas cosas, pero claro, había menos gente y había más lugares para hacer música, había más interés público por la cultura.
Siempre habéis hecho música sin fronteras y nunca os habéis ceñido a un estilo
El rock alternativo en aquella época era eso, un mestizaje. ¿Por qué darnos fronteras? La música es libre. Hay que decir lo que piensas.
¿Ya no hay punkies en París?
¡Ya sólo quedan los viejos! Todavía queda alguna gente, pero muchísima menos que antes. Ahora ser punky y vivir en la calle es complicado. Claro que hay gente que vive afuera, pero porque no tienen donde dormir, no tienen piso, no tienen trabajo, parecen punkies de la época, pero ahora no es por elección personal.
Parisino, residente en Vilanova
Bueno, nací en Borgoña pero viví casi toda mi juventud en la periferia al sur de París.
Sigue siendo un lugar de gente trabajadora. No suele interesar mucho a los medios lo que ocurre allí. Cada sábado sigue habiendo heridos en las protestas de los chalecos amarillos y la respuesta del presidente de Francia ha sido “Bueno, he entendido todos los problemas de todo el mundo, vamos a rebajar los impuestos”. El problema es mucho mayor y no se soluciona con palabras.
Hace 15 años que vivo en Vilanova. Cuando el referéndum estaba en Francia. Cuando regresé mis amigos que montan un festival que se llama “El Tingladu”, un festival gratuito de cultura catalana, me dijeron que habían pasado miedo ese día. Yo todavía lo tengo, porque no sé qué va a a pasar con la llegada de la extrema derecha y toda esa gente. Entiendo a todo el mundo y creo que lo que no hicieron en su época fue sentarse en una mesa a dialogar como en todas las democracias.
No tiene que ser fácil para un artista hacer toda su carrera al lado de alguien como Manu Chao.
Al contrario, nunca me ha parecido una putada, al contrario. Bueno, he crecido con él y hemos aprendido mucho juntos. Manu es para mi un amigo, un hermano y un maestro. Estar a su lado 25 años es una gran alegría. Y me da igual el resto. Él se lo merece y, por otra parte, el resto del grupo también tenemos nuestra parte de responsabilidad en todo esto.
¿Cómo fue la ruptura de Mano Negra?
Terminó el Tren de fuego y nieve y terminó Mano Negra. Entonces Manu y yo pasamos mucho tiempo juntos para rearmar una nueva banda a la que llamamos Radio Bemba.
En esa época estábamos viviendo en Madrid y el padre de Manu nos ofreció su casa de Cuenca para trabajar. Pensaba que allí estaríamos mejor, y tenía mucha razón. Alquilamos una nave para ensayar. Salíamos a correr por la mañana, antes de meternos a ensayar ocho o nueve horas diarias. Fueron unos meses de mucho trabajo, pero increíbles.
¿Cómo es trabajar con Manu Chao?
Manu nunca fue pesado. Siempre nos ha dejado hacer lo que nosotros queríamos, respetando cada uno su ámbito. Nunca hemos sido de pasar semanas en el estudio de grabación y menos ahora que hace once años que abandonamos el formato disco tradicional. Manu trabaja en su casa con un “home studio” y cada uno de nosotros vamos trabajando nuestra parte, hasta que Manu considera que la canción está terminada. Con Manu tienes que ser multiuso para entender su música y entender su mundo.
¿Más de diez años sin un disco?
Hace mucho que dejó de tener sentido. La dinámica de grabación de disco, promoción donde siempre te preguntan lo mismo, seis meses de gira, volver a producir otro disco y comenzar de nuevo, se acabó.
No hay demasiados músicos que conozcan la sensación de tocar ante trescientas mil personas.
Nunca deja de impresionarte subir al escenario y ver cincuenta mil personas, cien mil, doscientas mil en México o como aquella vez en un concierto especial en Francia con trescientas mil.
Con Manu hemos hecho cosas grandes, pero para mí es igual delante de diez que de cien mil. Tienes que tener la misma actitud. Nunca hemos abandonado las salas pequeñas, porque no puedes olvidarte de dónde vienes. Yo al llegar a París con mi contrabajo y mi bolsa de ropa toqué durante cinco años en el metro. Eso siempre irá conmigo.
Ahora trabajas como coach de grupos como La Pegatina. ¿En qué consiste la tarea del coach?
Es una mezcla de producción de directo y de cómo organizar un grupo para que pueda funcionar como una empresa. Porque cuando quieres hacer un disco, armar un show y vivir de eso, necesitas que el grupo funcione como una empresa.
Lo primero de todo es tener un directo que funcione. Cojo los temas, los limpio, los arreglo y les dejo deberes para después trabajar, porque tienen que desaprender para después aprender. Eso es complicado para grupos emergentes, pero también para grupos que tienen experiencia. Cuando estás acostumbrado a tocar un tema de una manera, y de repente llega un payaso, y te dice vamos a montarlo de otra manera y verás que funciona mucho mejor.
Comparto mi experiencia y les dejo herramientas para que pueda utilizarlas durante toda su carrera.
¿Cómo se consigue un buen directo?
Para tener un buen directo hay que estar relajado y que la música sea un juego. Hay que trabajar mucho diariamente y que la música sea tu pasión. Muchas veces hemos compartido escenario con grandes grupos que nos han decepcionado con la actitud que tenían con su público. Muchas veces vemos grupos que, cuando les va bien parece que se olvidan de donde vienen y tienen un actitud execrable.
Hay que entender el por qué estás haciendo música, eso es lo más importante. Muchas veces escucho, “fuimos a tocar a tal pueblo y ¡Qué público de mierda!”. A ver chicos, el día anterior del show, ¿habéis tenido fiesta? Ah, entiendo. Entonces no es un público de mierda, hay grupos de mierda que no están a la altura del público. Por desgracia, escucho muchas veces a grupos que se permiten decir eso. A mi no me ha ocurrido eso en treinta años de carrera.
Gambeat también es ilustrador
Dibujo desde siempre, mi padre era dibujante y era muy bueno, le dabas una pequeña fotografía y la grababa perfectamente. Yo no tengo ese don para dibujar, no puedo dibujar un rostro de manera realista, pero creo que puedo ser creativo con los colores. Soy daltónico por eso utilizo siempre los mismos colores.
Esta entrevista se realizó con motivo de la participación de Gambeat en las III Jornadas ¿Malos tiempos para la Lírica? organizadas por Babylon Festival y el Seminario Permanente Estudios Contemporáneos (SPEC –UCLM) en la Sala ACUA de la UCLM en Cuenca el 26 de abril de 2019.