“Pásame la lengua…” “Canal de mi….” Todo depende según el contexto, pero con Galdós debes pensar mal para acertar, en realidad el doble de mal (nivel Charles Manson) y a las justas te imaginas de lo que va.
Sí, otra vez nos ganamos quemándonos los ojos viendo el trasero despintado de loco Wagner al aire y para todo el Perú. Esto ya comienza a ser un gag repetido porque Galdós una vez más se pasó de la raya… literalmente. En serio, a todo su equipo de La Noche es Mía ¿Para eso estudiaron comunicaciones?
Soez, asqueroso, vulgar, ya no hay palabra que defina La Noche es Mia de Carlos Galdós. Este último lunes en una especie de improvisado sketche en que Claqueta, Galdós y el Loco Wagner recreaban dramatizadamente cierto supuesto affaire de alguna fugaz estrella local televisiva, los muy frikies se prestaron a ese ímpetu dionisiaco propio de Galdós (es como si Galdós antes de salir al aire se llenara las venas de café, coca cola, Red Bull, Monster y dos dedos de Vodka o lo que es lo mismo, se llenará los ojos con una temporada completa de South Park), un juego bizarro, propio de la fantasía retorcida de Pasollini.
Lo soez nunca tiene límites y eso es su programa. En un momento Galdós hace como si le quisiera agarrar la ingle a Claqueta, al siguiente momento se monta sobre él y la hace de jinetera cubana. Y cuando ya no se podía caer más bajo, Galdós aprovechando que Wagner está montado sobre Claqueta en una sugestiva posición (les dejo a su imaginación esa parte), de la nada Galdós se le sale el palomilla de secundaria y le baja el pantalón al Loco. Otra vez en televisión en directo, el trasero de Wagner, en primer plano, plano general y plano detalle.
El trasero más visto de todo el Perú, el trasero de Wagner. Y no es que eso se haya visto un microsegundo y ya, algo que se les escapo. Nada que ver, Galdós se lo bajo teniendo la cámara sobre ellos, sabiendo que estaban en vivo, y Pereyra , su director no lo corto ni hizo virar la cámara a la anodada cara de Giovanna Valcárcel, testigo boquiabierta de todo, sino que permitió que siguiera enfocando por unos cinco segundos en total.
El trasero al aire por cinco segundos. “¿No pueden ser tan imbéciles de verdad? ¿Qué les pasa?” se escuchó decir a la invitada de esa noche, Giovanna Valcárcel entre risas nerviosas al momento de ocurrir esto.
Los códigos de ética, las buenas costumbres, todo eso por el forro. A tomar por culo, qué más da, una raya más al tigre para ver otra vez la raya del Loco Wagner. Falto poco para ver el Ojo de Jondera de los Thundercats. Aunque explícitamente ya vi más allá de lo evidente.
Y eso fue el lunes, el martes Galdós se bajó los pantalones al aire, eso sí, con los calzoncillos Boston bien puestos, aunque con un diseño bien raro, ya que la parte de adelante ostentaba una rara extensión como para trompa de elefante jurásico. El miércoles, ayer nadie se desnudó (se nota que les cuesta mantenerse vestidos) solo tuvieron de invitada a la sempiterna novia de Renzo Costa, Brunella Horna, con ella Galdós fue más delicado solo le pregunto por su “viaje a las vergas… perdón las Vegas” (cita textual).
En serio ¿desde cuándo LATINA se convirtió en una versión cutre de Pornhub? Siento que sodomiza mi cerebro y lo peor es complacientemente gratificante.
COMO ESPECTADOR
Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. En verdad el responsable soy yo como televidente, lo veo a sabiendas de en qué oscuro agujero estoy metiendo mi consciencia, reventándome las retinas y todo lo que me queda de moral en estos tiempos de avalanchas de mugre, coimas ministeriales, peajes ladrones y premios al periodismo patrocinados por Odebrecht.
Si, la culpa es mía por elegir ver a Galdós. Mi catábasis diaria es descender a un lodazal de inmundicia, regodearme en la miseria de mi mal gusto compartido cual mosca sobre un contenedor de basura del KFC de Av. Larco un sábado a las 2 de la mañana. Comer basura es adictivo, pruebas un poco y no lo dejas, hace falta esfuerzo para rehabilitarte y mucha voluntad. Preferible y más saludable que ver a Galdós seria ser el perro que se come el vómito de una egresada de comunicaciones de la de Lima que sale del Piselli. Pero es difícil desintoxicarse de Galdosaína, esa droga televisiva que ni toda la programación de Filarmonia ni la voz de Erika McDonald de Pentagrama Británico o de la mismísima Martha Mifling bastan para limpiar mi cerebro.
En verdad solo me queda agradecerte Galdós por las horas de insano entretenimiento, por bajar cada día mas el nivel de nuestra televisión. Porque cada barbaridad, cada salvajada en vez de ser sancionado por alguna autoridad empresarial o ministerial es recompensada con más anunciantes y renovación de temporada. Gracias en verdad Galdós por darnos mandanga de la buena, te lo dice una mosca más de tu cautiva teleaudiencia.