En algunas ocasiones la enfermedad y la muerte funcionan como herramientas para la construcción de discursos narrativos y/o testimoniales muy polémicos. Esta escritura puede girar en torno a distintos fines, especialmente en lo terapéutico y lo confrontacional.
En lo que corresponde al primero, podemos tomar como ejemplo al español Francisco Umbral, quien escribió en su libro titulado “Mortal y rosa” el recuerdo fresco y doloroso de la enfermedad y muerte por Leucemia de su hijo de cinco años. Otro caso trágico es el de la escritora norteamericana Joan Didion con “El año del pensamiento mágico”, libro que empezó a escribir a los pocos días después del fallecimiento de su esposo, el también escritor John Gregory Dunne; y “Noches azules”, en el que narra la lenta agonía de su hija Quintana. Estos testimonios, que exploran y ahondan sobre la muerte de un ser amado, funcionan como formas de liberación del dolor y del sufrimiento, una manera de autoterapia para regular las emociones negativas.
Respecto al fin confrontacional, el caso más especial y controvertido es el de Fritz Zorn, seudónimo de Fritz Ang, escritor clandestino y profesor de idiomas que empieza a escribir su biografía después que es diagnosticado con cáncer. Esta obra de carácter “autobiográfica”, no es más que documento clínico sobre la historia de un enfermo terminal de cáncer, en el que elabora una ácida crítica hacia su formación familiar y educativa, el contexto social y económico, Dios y la religión, la muerte prematura y hacia sí mismo, buscando liberarse de los agobiantes recuerdos de un pasado infeliz e insípido. Caso muy parecido al de la hija adoptiva del escritor chileno José Donoso, quien se suicida después de haber revelado los secretos más íntimos de sus padres en el libro “Correr el tupido velo”.
Estos testimonios, en lugar de buscar el sosiego, terminan por alterar los nervios y, quizás, tergiversar los propios recuerdos. Tal como lo menciona Zorn:
“Escribir mis recuerdos no me ha deparado la calma, sino, al contrario, una agitación y una desesperación más aguda”.
Una de las cualidades más honestas y humanas de las personas es el miedo a morir, si nadie nos prepara para la muerte de alguien que amamos, mucho menos alguien está preparado para afrontar su propia muerte. Solo los valientes saben como afrontarla y retarla. Es el caso de Fritz Zorn que, como ya se ha mencionado en el párrafo anterior, decide volcarse a la escritura de su propia historia para confrontar y denunciar algunos aspectos de su vida que, según su creencia, determinaron y confabularon la aparición del cáncer. Justamente el objetivo de este texto es comentar este libro polémico que se publicó con el título: “Bajo el signo de marte”. Oscura premonición bélica.
Fritz Zorn fue un joven rico, culto, infeliz, depresivo e hijo de una de las familias más acomodadas de Suiza que falleció a los treinta y dos años por culpa del cáncer o de un linfoma maligno a finales de 1976. Padecer esta patología le sirvió como punto de partida para emprender una lucha titánica contra sus recuerdos y su identidad misma. El ejercicio de la escritura le ayudó a desnudar su alma, que, según se da a entrever, está llena de ira y remordimiento contra su propia familia.
Esta relación hogar-hijo es una parte muy importante en el libro, pues para el narrador, sus padres y la educación que recibió son los culpables directos de la aparición de un tumor cancerígeno en el cuello, producto de sus “lágrimas tragadas”. Esta expresión es muy importante porque da a entrever dos cuestiones: la aparición del sufrimiento solitario y el sentido fantasioso de la enfermedad. Todo ello debido a una depresión que lo aquejó desde la adolescencia y que no supo contrarrestarla a tiempo.
“…todas las lágrimas que no había llorado y no había querido llorar durante mi vida se habían amontonado en mi cuello y habían formado ese tumor porque no habían podido cumplir con su verdadero destino, el de ser lloradas”.
De la misma manera, utiliza una subjetividad hiperbólica para definir al cáncer que padecía:
“Yo creo que el cáncer es una enfermedad del alma que hace que aquel que devora toda su pena sea devorado a su vez, al cabo de cierto tiempo, por esa misma pena que vive en él”.
“Bajo el signo de marte”, publicada en 1977 por una editorial alemana, está dividida en tres partes: “Marte en el exilio”, “Última necat” y “El caballero, la muerte y el diablo”. En ellas se evidencia la búsqueda del protagonista hacia el origen de su problema, las repercusiones de una incapacidad crítica y la ansiedad por seguir viviendo, tal como lo afirma en sus palabras finales:
“Yo todavía no he vencido aquello que estoy combatiendo; pero tampoco estoy vencido y, lo que es más importante, todavía no he capitulado. Me declaro en estado de guerra”.
En este libro estremecedor el lector puede encontrar distintos elementos temáticos que giran en torno a la enfermedad. El primero que se nos presenta es su pasividad ante la sociedad, producto de un hogar burgués que vive tras las apariencias de “la familia modelo”. Ello ocasiona un abismal distanciamiento psicológico entre la niñez, la adolescencia y la juventud de Zorn, ya que mientras más se aproxima a los treinta y dos años, más consciente es respecto al papel de su vida en este teatro de sombra que es la vida burguesa.
Según su testimonio, la pasividad que ha pesado en sus treinta y dos años se debe al encubrimiento de una vida carente de acción, anulando la transgresión como elemento vital para el desarrollo reflexivo y crítico. Para su familia, el silencio y el “orden burgués” son necesarios para mantener el decoro y el respeto ante las demás familias pertenecientes al mismo statuo quo. Asimismo, menciona que pertenecer a una clase adinerada no es sinónimo de tener una vida apropiada, algo totalmente discutible, pues a pesar de todo lo crítico que Zorn es con su familia, hay que tener en cuenta que nunca le llegó a faltar una casa, buena vestimenta y una aceptable cantidad de dinero que derrochó en su etapa universitario, además de la cuantiosa herencia que recibió.
Es casi imposible tener un juicio definitivo sobre la relación entre Zorn y su familia, ya que solo se conoce su versión, además de que cuando empezó a escribir sus recuerdos el padre ya había muerto. Es imposible no recodar al Franz Kafka de “Cartas al padre”.
Aquí algunas citas que reflejan sus lamentos ante una vida monótona y pasiva:
“Mi mundo juvenil fue un mundo más que feliz y armonioso, entonces tiene que haber sido falso y mentiroso en sus bases”.
“Hoy tengo la certeza de que en mi juventud no aprendí a tener a tener una opinión propia: solo aprendí a no tener opinión propia”.
Esta pasividad ante la vida lo hereda de su propio hogar, como ya se ha mencionado anteriormente, ocasionando un sentimiento negativo ante sus padres. En su libro despotrica contra ellos ¿algo justo o injusto?, pero sobre todo de su padre, llegando mencionar que siempre estuvo muerto para él o que en realidad fue alguien que nunca existió. Sobre su madre da a entender algo no menos polémico, al asemejarla a una anciana agradable que vive en la Orilla Dorada de Zúrich, y con quien le parece francamente ridículo emparentarlo. Incluso casi al final del libro menciona que alguna vez soñó con matarla.
“Soy el hijo neurótico de un padre neurótico y de una madre neurótica; mi familia es para mí la quintaesencia de todo aquello de lo que yo abomino, y sin embargo, como miembro de esa familia, soy necesariamente un neurótico…”
A todo esto, habría que añadir otro elemento temático que configuró su falsa personalidad: la educación. Zorn menciona que en los estudios siempre fue un alumno que cumplía responsablemente con sus actividades, pero que no lo hacía con el objetivo de tener una vida profesional exitosa, sino que simplemente le daba pavor ir contra las reglas establecidas y alterar la normalidad. La relación con sus compañeros era insustancial y lejana. La educación recibida, calificada como “mala” por él, es uno de los motivos que generaron su enfermedad.
“Me parece justo decir que el mal causado por una educación errónea es a veces tan grande que puede manifestarse también bajo sus formas extremas (como parecería ser mi caso) en enfermedades provocadas por una neurosis, por ejemplo el cáncer. ¿Sobreviviré a esta enfermedad? Por ahora no lo sé. En el caso de que muera se podrá decir de mí que fui educado para la muerte”.
Da la impresión de que Zorn altera sus recuerdos e introduce sus propios criterios fantasiosos que le sirven como excusa para justificar su temerosa vida:
“Toda mi vida fui buen educado y gentil y esa es la razón de que desarrollara un cáncer. Y está bien así. Yo creo que cualquiera que haya sido toda su vida bien educado y cortés no merece otra cosa más que contraer un cáncer”.
Otro elemento interesante y no menos polémico es la sexualidad. Según lo que testimonia Zorn, murió sin conocer el amor y las relaciones sexuales, pero no por el rechazo de las mujeres, sino por su propia incapacidad para desear carnalmente a otra persona. La dificultad con las mujeres, antes que física, consistía en una “impotencia del alma”, lo cual lo lleva a una severa depresión, afirmando que la incapacidad sexual es lo que más le ha causado daño. Otra característica que lo emparenta a Kafka.
Fritz Zorn tenía castrada el alma.
“La sexualidad no formaba parte de mi mundo, ya que la sexualidad encarna la vida y yo había crecido en una casa donde la vida no estaba bien vista, pues entre nosotros se prefería ser correcto a vivir”.
Leonard Bankhead, personaje de la novela “Trama nupcial” de Jeffrey Eugenides, es un brillante estudiante de ciencias que padece de depresión, lo cual lo conduce al consumo de un excesivo número de medicamentos para calmar su ansiedad y angustia. Todo ello termina por destruir su relación amorosa y una prometedora vida profesional. En este libro se busca describir a una persona clínicamente deprimida, mencionando que el cerebro deprimido envía una señal de que se está muriendo al cuerpo, esta la recibe y lentamente empieza a debilitarse, por ende las personas que sufren de esta patología andan siempre andan desanimadas y cansadas.
Utilizo esta referencia porque la depresión es una de las causas de la aparición del cáncer en la vida de Fritz Zorn, y que además se parece a lo que opina en su libro:
“Todos saben qué es la depresión: todo es gris, frío y vacío. Nada produce alegría y todo lo doloroso provoca un dolor exagerado. Se pierden las esperanzas y no se ve nada más allá de un presente desdichado y privado de todo sentido”.
La depresión le ocasiona angustia y desesperación, siente que su cuerpo erupciona en su interior y que no le da tregua. De noche no puede dormir, gime, grita, da círculos alrededor de su habitación, pensando en cosas negativas e insultando las paredes para calmar todo lo que lleva dentro. Su cuerpo es sacudido bruscamente por el dolor, pero lo que más le duele es el alma por haber desperdiciado sus tres décadas de vida en la simple monotonía. Al final, cuánto más se conoce, más rápido llega a la conclusión que siempre fue alguien destruido, envejecido, quebrado, castrado y deshonrado.
El texto autobiográfico no solo permite conocer los abismos de su personalidad, sino que ayudan a comprender el contexto en el que estaba inmerso. Su entorno social es muy crítico ante el pensamiento comunista, considerando a Rusia como un lugar casi terrorífico. Él se deslinda de este vacuo pensamiento, pero con un sentido rebelde y crítico ante la burguesía antes que ideológico. Se podría decir que su doloroso testimonio agrupa dos conciencias, uno personal y otro histórico. Gadamer mencionaba que la escritura de un texto personal da pautas para una configuración histórica que permite entender los avatares de un tiempo en el cual, el autobiógrafo es contemporáneo. Cuestión importante ya que el relato sobre una experiencia personal ayuda a establecer una interpretación de la realidad histórica en que se vive.
La historia de Zorn es parecida a la de muchas personas que vivieron y aún viven tras la sombra de las tristes apariencias y del miedo a actuar en una sociedad que se posesiona de todo, teniendo como base la falsa idea positivista del progreso de la segunda mitad del siglo XX. Los últimos meses de vida y la aproximación de la muerte le ayudaron a reflexionar sobre todo ello, lamentablemente las fuerzas ya no le dieron más, pero aun así me atrevería a decir que tuvo una muerte muy decorosa y, sobre todo, lúcida. Se podrían nombrar otros elementos temáticos preponderantes en este libro autobiográfico, como por ejemplo: el nihilismo y su relación con el pensamiento religioso. En las últimas páginas nombra a Dios para desafiarlo y afirmar que siempre quiso ser alguien precipitado a los abismos infernales de las tinieblas.
Para finalizar una última cita donde describe su propia vida:
“Esta es mi vida. Yo creí en el mejor, el más sano, el más armonioso, el más estéril y el más falso de todos los mundos; hoy me encuentro frente a un montón de ruinas”.
Fritz Zorn es un universo plagado de dolor e infamia. Léanlo, os sacudirá los nervios y las fibras más íntimas.