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Fractura de la bancada izquierdista en el Congreso

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La separación de la bancada izquierdista en el Congreso estaba cantada desde el año pasado, por lo menos desde el mes de octubre. El lanzamiento del Movimiento Nuevo Perú en el mes de diciembre intensificó esa pulsión y demostró la claridad de la ambición de Mendoza y la poca resignación de Arana para aceptar que es un personaje de segundo orden en tanto Verónica resulté próxima a él ya que siempre se verá opacado.

Ayer, 8 de febrero de 2017, Arana comunicó a la prensa que el Bloque Nuevo Perú es literalmente otra bancada que provisionalmente está contenida en el FA, haciendo uso de su conocida prepotencia puesto que Mendoza afirmó que sus diferencias son solo “temas administrativos”. Como se ve, el tema aun es irresoluble en el sentido de saber si los del Bloque Nuevo Perú renunciarán o serán expulsados, pero para efectos especulativos daremos como cierta la división de la Bancada del Frente Amplio. En torno a esta hipótesis, siguen las siguientes reflexiones:

 

  1. El hundimiento y divisionismo de la izquierda es una constante de su “desarrollo” histórico pero dado que ahora que no hay sesgos ideológicos ni sectarios que justifiquen la división sólo queda como opción válida, la desbordante ambición de sus dos líderes más representativos, pero sobre todo la falta de tino y agradecimiento de Arana, quien obtuvo su curul arañando hasta la última ánfora de Cajamarca.
  1. Con esta nueva división es clara la intransigencia y búsqueda de protagonismo de Tierra y Libertad pero los de Nuevo Perú no se quedan atrás en términos de quien da el peor espectáculo puesto que los representantes del Bloque (Glave, Dammert, Huilca, Arce, Canzio, Ochoa, Pariona, Quintanilla y Zeballos) pensando, probablemente, en afianzarse en el 2021 tras la sombra de su líder Verónica Mendoza demuestran el poco interés que tienen por el país puesto que al separarse de la bancada del Frente Amplio no sólo traicionan a los electores que confiaron en que la unión duraría, al menos, los cinco años correspondientes sino que, además, pierden una serie de prerrogativas en el ejercicio de sus funciones entre las que resalta el hecho de que no podrán ser parte de ninguna comisión dictaminadora en el transcurso del resto de du período congresal. Repárese, en dicho sentido, en el inciso 5 del artículo 37 de la Resolución Legislativa del Congreso Nº 007-2016-2017-CR: “No pueden constituir nuevo Grupo Parlamentario ni adherirse a otro los Congresistas que se retiren, renuncien, sean separados o hayan sido expulsados del Grupo Parlamentario, partido político o alianza electoral por el que fueron elegidos…”.
  1. La primera partición de la izquierda se dio en tiempos de Haya y Mariátegui cuando “el cojito genial”, Valdelomar, dixit, no quiso aceptar que el APRA se convierta en partido, aunque esto sea de difícil aceptación para los recalcitrantes izquierdistas no afectos a hacer uso de la dialéctica, etc. Esa división imposibilitó el ascenso de cualquier forma revolucionaria concreta en el país y siendo que la izquierda nunca tuvo un sólo cuadro a la altura de Haya como para conducir dicho proceso revolucionario, vale contar esta división inicial como una de las grandes oportunidades que perdió nuestro país para ser un escenario mejor para todos. Quizás este divorcio y el consiguiente odio de los comunistas llevaron a Haya a virar ideológicamente en los años 40, habida cuenta que el Ejército y, también, El Comercio, se la tenían jurada. Visto así, pareciera que al Viejo no le quedó otra opción sino el viraje, pero ese es un tema que deberá desarrollarse en otro momento.

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