Flor Canosa, ganadora del Premio Equis de Novela 2015 (Foto: difusión)
El 5 de octubre pasado un jurado conformado por la narradora ecuatoriana Solange Rodríguez Pappe y los editores Fernando Barrientos (Editorial El Cuervo), Pedro Medina León (Suburbano Ediciones) y Salvador Luis (Specimens-Mag.com) dio a conocer el fallo de la segunda edición del Premio Equis de Novela (www.premioxdenovela.com), un certamen que promueve de forma novedosa la producción literaria de nuestra región.
En esta oportunidad el primer lugar ha quedado en manos de la escritora argentina Flor Canosa, autora de la obra Lolas. Una plástica historia de amor, “una narración colmada de emoticonos invasivos, dudosas relaciones online y amantes momentáneos en siglo XXI”. Lima Gris conversó con Flor sobre su experiencia en este certamen.
¿En algún momento pensaste convertirte en la ganadora de esta nueva edición del Premio Equis?
La verdad fue una experiencia muy extraña, nunca había participado en concursos literarios y, por cosas del destino, decidí comenzar a mirar en la página Escritores.org. El Premio Equis se adaptaba perfectamente a mi novela, así que probé suerte. No tenía grandes esperanzas, sabía que muchos escritores habían presentado el año anterior y, realmente, no imaginaba que podía ganarlo. Fue una sorpresa haber encontrado mi novela entre las finalistas, pero aun así no creía que podía ganarlo. El resto es historia… Encima, increíblemente, el mail donde me anunciaban el premio llegó a mi carpeta de spam. Afortunadamente siempre tuve el pensamiento mágico de que la carpeta de spam alguna vez iba a regalarme una excelente noticia. Hay que creer en el pensamiento mágico… Encontrar a Salvador Luis, de Specimens-Mag, un corrector maravilloso, a Fernando Barrientos de Editorial El Cuervo y a Pedro Medina León de Suburbano Ediciones fue una experiencia increíble, porque aparte de ser personas estupendas, son profesionales impecables.
¿Sientes que haber obtenido el Premio Equis te abre nuevas posibilidades como escritora? Probablemente tu vida cambie un poco, ¿no es así?
¡Ojalá! Tengo una inmensa curiosidad sobre qué vendrá después. Si esta novela es el huevo y mi carrera como escritora es la gallina, siempre me pregunto qué viene primero, ¡y si la gallina puede seguir poniendo huevos que alguien quiera comerse! Pero fuera de bromas, es tema de terapia. No hay cosa que quiera más en la vida que continuar publicando. Fue mi sueño desde que tengo memoria (bueno, también sueño con ganarme la lotería, pero podría aprender a vivir siendo simplemente escritora).
Desde el principio… ¿Cómo te iniciaste en la escritura?
En mi casa había dos cosas fundamentales: la literatura y el cine. Teníamos una biblioteca con cerca de cinco mil libros, así que ese era mi decorado: mirar pelis con la biblioteca de fondo. Es casi como que no tenía otra alternativa. Mi papá escribía, mi hermana escribía, y así le dicté a mi hermana mis primeros dos poemas, a los seis años. Todavía los tengo, pero son demasiado lúgubres, porque en ese momento escribía sobre la muerte. De verdad, no sé de dónde sacaba eso a los seis años. Pero bueno, con el tiempo seguí escribiendo, pasé por la dramaturgia, escribí novelas de aventuras en cuadernos que también conservo y así decidí que estudiar guión para cine era lo único que podía saciarme un poco.
¿Cómo influye el trabajo de guionista profesional en tu literatura? ¿Divides tus días en jornadas “cinematográficas” y jornadas “literarias”?
Claramente el haber estudiado Guión y Montaje y trabajar hace más de doce años en la universidad enseñando ambos cambió mi manera de concebir la literatura. Creo, además, que la pluma de cualquier persona se modifica en base a su formación, sea un contador, un médico o un guionista. Una de las mejores ayudas que me trajo el cine, y sobre todo el montaje, es poder tomar una distancia de la obra y lograr la reescritura. Además, poder construir el relato teniendo en la cabeza cierta idea de estructura y ritmo y conocer de antemano el final, lo cual es un fetiche del cine. Y claro, pensar en un público. Siempre amé una frase del director de cine argentino Juan José Campanella, que dijo algo así como que a él le gustaba hacerle el amor al espectador, no como otros directores que hacían películas que no eran más que una masturbación propia, y encima esperaban que la gente se las aplaudiera. Mi intención es que el lector disfrute, comprenda, se identifique y, claro, que ría.
Cuéntanos sobre Lolas, la novela premiada. ¿Cómo llegaste a ella?
No sé si llegué a ella, creo que la idea llegó a mí. Lo que encontré con Lolas es mi propia voz de escritora (aunque ese término todavía me resulta rarísimo). Y si llegué a esa voz fue gracias a mi marido, Peter, que es brasileño, e intentando leer mi novela anterior, muy difícil, muy experimental, me dijo: “¿Y si escribís una novela que yo pueda entender?“ Era tal cual, me di cuenta de que mi libro anterior era imposible, que todos aquellos que habían intentado leerla la habían abandonado a las diez páginas. Pero lo que había cambiado también era mi edad, para mí la madurez vino de la mano del humor, de la ironía, de la claridad, de no tener pretensiones “intelectualoides” medio “sesentosas” sino poder trasmitir mis ideas de una manera más sencilla y más efectiva. Mi sueño es que Lolas sea un libro para leer en la playa, en el subte y sonreír medio culposamente, porque a todos nos da cierto pudor reírnos en público, solos, como los locos.
¿Y la experiencia de escribirla?
La escritura fue bastante fluida y pude ponerme el objetivo de trabajar casi todos los días, darlo a leer y escuchar las críticas sin enojarme o desanimarme, todo lo contrario. Creo que a eso fui llegando en los últimos años. Antes no podía concebir que alguien me dijera que odiaba tal o cual parte. Me deprimía un montón. Puede decirse que fue un libro que salió completo, como una película corriendo en loop en mi cabeza. Pensaba en la historia todo el tiempo, entonces me sentaba y salía todo. Una experiencia preciosa.
El título de la novela no deja nada a la imaginación y es obvio que se relaciona con los senos, vaya, con un par de implantes. ¿Por qué enfocar la trama en esa parte del cuerpo y en ese “arquetipo” de lo femenino?
Creo, como mujer, que a pesar de todos los avances que se han dado en los últimos tiempos en relación a la igualdad de géneros, hay todavía una enorme estigmatización respecto al cuerpo y la importancia extrema y hasta enfermiza de la belleza. Me pareció interesante indagar en el universo de una mujer que considera que lo único que tiene valor en su vida es el par de tetas que se colocó unos años antes. Entonces, ¿qué pasaría si eso estuviese en peligro? Mi personaje no es precisamente una exitosa “rubia tonta”, sino una mujer común, insegura, complicada y divertida, sin ningún pudor para hacerse cargo de sus pequeñas miserias. Para la mayoría de las mujeres el cuerpo tiene un lugar crucial en su vida, de manera positiva o negativa, con ciclos. Y claro, soy mujer, siempre paso por todos esos ciclos de amor y odio. Al mismo tiempo, se dieron varios factores que me empujaron a esta historia; por un lado, me enteré de que los implantes mamarios tienen un código de barras que se corresponden a una oblea que va pegada a la factura que te entrega el cirujano. Por ende, los implantes son de la persona que los pagó (en teoría) y eso es el primer plot de la trama. Por otro lado, un amigo me comentó que en Francia, en las separaciones, la ley indica que todo aquel bien del cual se pueda demostrar con una factura su propiedad, es de quien lo pagó. Y después, mirando televisión, una seguidilla de señores mediáticos empezaron a señalar a sus ex parejas, haciendo público que habían sido ellos quienes pagaron las cirugías de las señoritas en cuestión. Todos los caminos conducen a Roma o a un par de tetas.
La premisa de la novela definitivamente es fuera de lo común, pero sumamente divertida. ¿Ese tinte de humor es tu tono preferido al narrar?
Sí, yo solía ser muy solemne al escribir, pero eso cambió cuando, como te comentaba antes, encontré mi estilo. Me gusta bromear, tomar las cosas más trágicas con un tinte de humor, negro, blanco, de cualquier tono. Siempre fue mi forma de lidiar con la vida, entonces era lógico que pudiera encontrar la manera de divertirme y disfrutar también con el absurdo de las vidas de los otros. Confieso que las redes sociales me ayudaron bastante a “testear” el humor. Hay un termómetro de “likes” que es casi infalible. ¿O acaso levantamos el dedo en los estados de aquella gente que se queja de los dramones diarios? Podemos solidarizarnos, dar nuestro apoyo, pero nunca disfrutar de eso. No es que la novela no tenga momentos un poco más introspectivos, pero la clave de mi literatura actual está en cierta “levedad” en el tratamiento de los dolores de los personajes, una mirada irónica y hasta sarcástica que, por lo menos a mí, me entretiene mucho.
¿Qué esperas que los lectores encuentren en Lolas?
Bueno, espero que encuentren mucho placer, que consigan leerla de un tirón o ir retaceando pedacitos como un chocolate que te gusta derretir de a poco en la lengua (uf, ahora me dio hambre), y recibir de ellos la misma respuesta que recibí de mi marido: “¡Al fin escribiste una novela que puedo entender!” Que el libro sea para ellos como tomarse unas vacaciones, y sobre todo que se encuentren a sí mismos ahí dentro. No es una novela para mujeres, no la considero “Chick Lit”; de hecho la mayoría de mis primeros lectores (incluyendo tres de los miembros del jurado del Premio Equis) son hombres, y la pasaron muy bien leyendo el libro. Creo que tiene una mirada que trasciende el sexo del lector.
¿Y tus planes a futuro?
¡Publicar muchas novelas, claro! Tengo ideas y material para publicar un libro por año durante la próxima década, y esto es en serio. Después pretendo retirarme, millonaria, a alguna playa del Sudeste Asiático y comer hasta no pasar por la puerta… Perdón por las bromas, en realidad la idea es continuar y continuar. Tengo otra novela terminada, y otra en proceso, además de un libro de non-fiction, una suerte de libro de “NO autoayuda” para separados. Todo en tono de humor, desde luego. Por ahora el único plan a futuro que tengo es disfrutar todo este proceso que me hace muy feliz y producir sin parar, porque no veo otro futuro que el de seguir tipeando. Ah, y si aparece un productor que quiera hacer de mis libros unas fabulosas películas de entretenimiento, siempre reviso la carpeta de spam esperando ese email.
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Flor Canosa (Argentina, 1978) es egresada de las carreras de Guión y Montaje de la Escuela Nacional de Cine y Artes Visuales y profesora en la Universidad de Buenos Aires. Trabajó como guionista para varios proyectos de canales de televisión de Argentina y Latinoamérica y es también colaboradora autoral de la película independiente Daemonium. Lolas, galardonada con el Premio Equis 2015, es su primera novela.
*»Lolas. Una plástica historia de amor» está disponible a través de Editorial El Cuervo (Bolivia) y Suburbano Ediciones (EE.UU.).