¿En qué se ha convertido la FIL de Lima? Es lo que muchos asiduos a la 27° Feria Internacional del Libro de Lima se vienen preguntando. Me bastó visitar el domingo pasado la feria para corroborar que ahora se ha convertido en un mercado fariseo donde la organización no ha aplicado ningún tipo de filtro. Es decir, el que paga por su stand vende lo que sea y el que paga por el auditorio presenta lo que se le antoja, no importa que la presentación sea una perorata de groserías e insultos dirigidas a menores de edad como la realizada por el youtuber Henry Spencer, una especie de copia de “Hablando huevabas” vestido de rosado y camuflado bajo el rótulo de “Stand up”.
En esta especie de Tacora organizada por la Cámara Peruana del Libro (CPL), encontramos desde ropa, juguetes, venta de lentes, bisutería y hasta una caja de Barbie, donde la gente hace largas colas para sacarse una fotografía. Todo esto ocurre frente a la mirada sorprendida de un actor que personifica a nuestro poeta César Vallejo, que apenas recibe algunos lectores para la foto. Al final, el Universo Vallejo se terminó convirtiendo en el planeta Barbieland.
El espíritu de la FIL se sigue desvaneciendo y parece que por algunos años no podrá salir “del Pozo” en el que se encuentra sumergido. Queda claro que esta edición ha priorizado lo extraliterario y, además, ha colocado a los libros y escritores como accesorios en su intento por transformar la Feria del Libro en mercado fariseo donde solo interesa inflar las arcas de la CPL.
Lo grave es que la Cámara Peruana del Libro, organizadora de la FIL de Lima, deja de lado los objetivos que pregona: “Incentivar la difusión del libro y los productos editoriales afines, con el propósito de apoyar e impulsar la educación y la cultura en nuestro país”. Los “genios” de la CPL deben recordar algo básico como las palabras de Santiago Román protagonizado por al actor Pietro Sibille en la película Días de Santiago: “La mesa es la mesa, no es otra cosa. El piso es el piso. Aquí se come, aquí se camina. Todo tiene su orden, todo tiene su razón de ser”. Pero la FIL ¡ay! siguió muriendo.
(Columna publicada en Diario UNO)