Opinión

Fidel Castro y el ‘balserito’

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Por Raúl Villavicencio

Era noviembre del año 1999 y una noticia daba la vuelta al mundo por lo increíble e inspiradora que resultaba. En una pequeña cámara de un neumático se encontraba Elián Gonzáles, un niño cubano de tan solo seis años que había sobrevivido la bravura del mar que separa su isla natal con las costas de Miami. En ese viaje por querer escapar de la dictadura de Fidel Castro perecieron cerca de diez personas, incluida su madre que lo había sacado a escondidas, buscando un mejor futuro para su pequeño hijo.

Durante más de medio siglo la isla de Cuba afronta una escasez de recursos alimenticios, forzando a los cerca de once millones de habitantes a tener que realizar colas para obtener un poco de pan, azúcar o leche.

Afortunadamente Elián logró ser rescatado por unos pescadores, pero su travesía no iba a culminar ahí ya que tenía que atravesar otro tipo de ‘mares’ para su permanencia. Como su madre lo sacó de la isla sin el consentimiento de su entonces esposo, la justicia de Estados Unidos valoró ese antecedente para regresarlo a la tutela de su padre biológico.

Enterado de esa fascinante historia de supervivencia, el mandatario comunista Fidel Castro aprovechó la ocasión para realizar una campaña propagandística contra aquel “imperialismo” del que tanto repudiaba, convirtiendo al pequeño Elián en un ícono del castrismo.

Ya en Cuba, era recurrente ver en actividades oficiales a Elián junto a Fidel Castro quien para ese entonces intentaba reconciliarse con la santería. Creyente de que el ‘balserito’ era la reencarnación de una deidad, no dudó ni un segundo en hacer todo lo que esté al alcance de sus manos para congraciarse con él, asistiendo incluso a uno de sus cumpleaños.

Con el pasar de los años se fue formando una estrecha amistad entre Elián y el nonagenario gobernante cubano, quien fue tomando la postura de un segundo padre para él. Resulta irónico que su historia se inicie escapando de la hambruna que azota país a ser uno de los defensores del dictador que lo arropó como uno más de sus hijos.

En el año 2013, Elián, convertido ahora en ingeniero industrial, declaró lo siguiente: “Yo no profeso ninguna religión, pero si la tuviera, mi Dios sería Fidel Castro”.

(Columna publicada en Diario UNO)

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