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EL FEUDALISMO DE LA CRÍTICA O UNA CRÍTICA AL FEUDALISMO

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He sido amigo y seguido de cerca la labor del peruanista André Coyné y conozco el trabajo del francés Roland Forgues, del guineo-ecuatorial M’bare N’gom y de los italianos Riccardo Badini y Giovanna Minardi (compañera de mi viejo amigo, el profesor Carlos Riboty), y de, cómo no, el profesor norteamericano Zacary Payne y un corto pero muy ilustre etcétera de enterados y probos académicos.

Quizás todos ellos tengan algo en común o un punto en coincidencia: el interés sincero por nuestra literatura y una posición que, en muchos casos, ha ido contra el canon, rescatando libros y autores negados o que no reciben, por una u otra razón, la atención debida.

Enrique Verástegui.

Hace unos días, el profesor Payne me escribe desde la Universidad de Hawái, sorprendido porque habiendo editado, a tándem con este escriba, el libro “Hora Zero: Óperas Primas”, que reúne tres libros primordiales de la poética peruana de la década del setenta, y que fue presentado en la última Feria Internacional del Libro en Lima, no había recibido ni una sola mención en la crítica local.

No obstante, en el extranjero, la recepción ha sido diferente y hasta seis universidades de Europa y EE. UU. lo han solicitado rápidamente para sus bibliotecas, incluida la Universidad de Harvard (http://www.worldcat.org/title/hora-zero-operas-primas/oclc/958875329&referer=brief_results).

Quizás nadie hubiera leído a Vallejo si Picasso no lo hubiera convertido en un grabado. O nadie hubiera leído a Blanca Varela si Octavio Paz no escribía el prólogo de “Ese puerto existe”. O quizás Javier Heraud hubiera sido un ilustre desconocido si no viajaba a Cuba y lo ametrallábamos en la selva. O qué hubiera sido de Martín Adán, entre muchas cosas, si Allen Ginsberg no le hubiera escrito ese poema “A un viejo poeta en el Perú” (“To an Old Poet in Peru”), que aparece en el libro “Reality Sandwichs”.

Sigo pensando en una respuesta “correcta” al profesor Payne –incansable traductor de escritores peruanos y de Bob Kaufman, Panero y Rafael Cadenas– y solo puedo decirle que en este país de cartón piedra seguimos viviendo en la época de la Colonia, arrastrando los viejos conceptos de los reyezuelos, capataces, mayordomos y demás mequetrefes. Y la crítica literaria, en gran parte, es solo una expresión más del feudalismo intelectual o del poder económico y sus oscuros y retorcidos tenedores.

A fin de cuentas, solo nos queda escribir y publicar para el mundo y el mundo responderá a su debido tiempo.

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