Una tarde calurosa y Lima quemaba como el infierno en verano. Luego de recorrer el jirón de la Unión, llegue hasta el restaurante Cordano, aquel que en el pasado era un hotel, y famoso por ser el point o guarique de políticos, escritores, artistas plásticos y de eternos anónimos, almas aventureras que llegan para saborear la rica comida y refrescar la garganta.
El mensaje de texto en el celular me ayudó a darme cuenta de la hora, cuatro de la tarde. Entrando al Cordano me encontré en una mesa juntito a la puerta del salón para familias a Jorge Pimentel, Tulio Mora y Eloy Jáuregui, no estaban solos, los acompañaban tres rubias bien heladas. Era la previa y la hora ya no importaba, seguiría siendo zero, zero, zero. Luego de unos minutos comenzó a llegar más gente y la mesa que era de cuatro se convirtió en ocho y luego en doce; entre anécdotas y risas comenzaron las fotos y los vasos se llenaban para besarlos.
Afuera en la calle las enormes fotos de Atahualpa, Ricardo Palma y Chocano, miraban muy atentos el Cordano. Luego de una hora pisaron la calle, cruzaron la pista y como parte del festival eñe, “Hora Zero” se presentó en la Casa de Literatura, los años han pasado, pero sus miradas inquietantes continúan teniendo ese fuego de los años 70´s, ellos no leen, ellos cantan poesía, Jorge Pimental leía, mientras al fondo una joven cruzaba las piernas apretándolas, otros sonreían y abrían los ojos satisfechos del placer de la poesía, luego Eloy y seguía Tulio y otra vez Jorge, y la tarde se convirtió en noche, y la noche se volvió horazeriana.