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Festival Cervantino: Herencia de Timbiquí, la música colombiana que calentó la noche

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Foto: Carlos Juica. Cortesía FIC.

Escribe: Nadia Sanders.

Con cerca de 4 mil asistentes, el grupo que cobró fama internacional hace unos años representó a Colombia en el Festival Internacional Cervantino. Los músicos afrocolombianos mandaron un mensaje de tolerancia mientras en su país se avanza por concretar los acuerdos de paz.

Herencia de Timbiquí pospuso el amanecer y quitó el frío en las escalinatas de la Alhóndiga de Granaditas contándonos la noche del viernes cómo Parió la Luna 25 luceros y una lunita en la inauguración de Colombia en la tercera noche del XLIII Festival Internacional Cervantino.

Como integrante de la Alianza del Pacífico, eje temático del festival, hizo todo el sentido que la agrupación de la zona selvática del Cauco, “donde se vive lo natural y se disfruta lo mágico”, fuera la representante de Colombia para dar un concierto al aire libre en el escenario masivo por excelencia en Guanajuato.

El que empezó la bulla con Y qué fue la primera voz, Wilian Angulo, un joven con versatilidad que alcanza los tonos que hacen justicia a las letras del director del grupo y compositor de la mayoría de las canciones, Begner Vásquez.

Foto: Carlos Juica. Cortesía FIC.

Este último decretó la noche del viernes que todos los presentes eran mexicanos. Pero en realidad todos contactaron con la raíz africana con amplias ramas en América. Habló de tolerancia, de respeto al otro y de conocerse.

Celebró la llegada de Hernán Cortés porque sin eso simplemente no habrían podido hacer de esa noche su primera visita a México.

Begner dialogó con la audiencia de la Alhóndiga enseñando por qué no se le debe llamar a alguien Negrito: por el mismo motivo por el que a alguien no se le dice blanco.

Foto: Gabriel Morales. Cortesía FIC.

Y con la misma soltura de sus caderas y hombros, el director pasaba de lo serio al ambiente arrecho, como llaman ellos a lo alegre. Porque también hubo clases de baile, pero ese no hubo que explicarlo, ese brotó por sí solo cuando la audiencia comenzó a identificarse con la banda afrocolombiana, que aplicó un cocktail de sus raíces con rumba y shots de rock.

El concierto aprendió a encontrarle sentido a las noches de frío con rumba acompañada del afrobeat.

La marimba de chonta – fabricada con una palma del mismo nombre — merece mención aparte. El espíritu de Quique Riascos fluyó desde que las luces estaban apagadas y brilló en dos solos.

Los teclados, ejecutados por Christian Salgado y la trompeta y el saxofón fueron elementos sin los cuales el concepto del encuentro de dos mundos y el mestizaje no habría hecho sentido en el concierto, que duró más de 100 minutos.

Foto: Gabriel Morales. Cortesía FIC.

Herencia de Timbiquí es más que una agrupación que ha mezclado el uso de los instrumentos que sus ancestros trajeron de África con los que hay en otros países, como los metales y el piano. Es una pionera en el impulso de un pueblo afrocolombiano afectado por la violencia, la guerra, el narcotráfico y los negocios criminales que más afectan a la pobreza.

Coca por Coco es uno de los himnos del daño al ecosistema en el Pacífico sur por las minas ilegales y los plantíos de enervantes.

Y en el ambiente se escuchó ese llamado, ese diálogo en busca de comprensión del otro a pesar de las diferencias del color de piel, de lenguaje, de hábitos y de modos, ese anhelo de paz que exige el pueblo de Colombia y que a México no es el ajeno.

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