Cultura

Feria Internacional de Guadalajara 2021, un horizonte en crisis

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No hay duda de que toda lista es polémica. Al seleccionar, omitimos y esto genera problemas. Sin embargo, se espera que una selección nacional sea, al menos, neutral. O, si quiera, tenga algo de imparcialidad. Y dicho esto, voy directo al punto: La Feria del libro de Guadalajara, México, de este año 2021.  

Acaba de salir la lista con los 60 participantes[1] y lo primero que uno piensa es que se trata de una camada de amigos y de una visión estrecha de la literatura peruana actual. No es novedad que hacer literatura en el Perú es ir contra la corriente, pues se precisa de mucha capacidad de resistencia para aguantar la ausencia de políticas positivas culturales o se padece un mercado vacuo y sin demasiado empuje, donde los intentos y corajes son detenidos por un maquinaria que no alienta la creatividad y el talento literario. Y, por otro lado, de un mercado incipiente de lectores.

Encima, no hay incentivo de la industria editorial nacional ni política que ayuden al trabajo y genio de los talentos de los espacios más populares. Por esta —y otras razones— muchos desisten de este hermoso trabajo con el lenguaje por miedo a “morirse de hambre”… y los escritores tienen que optar entre la mezquindad del medio o seguir con un trabajo que le otorgue el alimento, salud y techo digno para seguir cultivando su arte. ¿Se imaginan si las municipalidades de todo el Perú organizarán ferias nacionales e internacionales y concursos con el fin de seguir motivando la lectura y escritura? Tampoco se necesitan grandes inversiones, sino lúcidas propuestas; sin embargo, la ausencia de gente de criterio es una gran dolencia en nuestros días. 

En ese sentido, para los jóvenes que escribimos —y leemos— en estos tiempos nos resulta desalentador que la lista actual de invitados sea una fotografía de la misma camada de autores que siempre son invitados y suelen representar la pluralidad de un país de todas las sangres. Amigos de amigos, que llenan revistas y coloquios, que comparten el whisky en los mismos bares y terminan siendo parte de aquella camada de terratenientes literarios que dividen y seleccionan las voces de “valor” por encima de otras. ¿Por qué en esta lista no invitaron al prolífico Miguel Ildefonso?

¿Qué pasó con Rodolfo Ybarra, que acaba de publicar Revolución Caliente, libro que se vende como pan caliente en todo el Perú? Y, ¿la provincia existe? De la lista solo vemos a algunos autores de Piura y de Arequipa, a ninguno que sea bilingüe ni hable algún idioma nativo de la selva peruana; pienso, por ejemplo, en Pedro Favarón, obstinado estudioso de la cultura amazónica, ausente en la lista de invitados. O, la voz de los trujillanos, Bethoven Medina y Julia Wong, que desde sus espacios, sintonizan con la realidad y ofrecen una obra de amplias magnitudes. Sin embargo, no se trata de dar una nueva lista sino de observar y cuestionar la ya presente. Esta lista, señores, nos parece la agenda de algunos empecinados en motivar una visión parcial de las letras peruanas.

No puedo dejar de pensar en aquella compra de libros que hizo, hace unos meses,  el Ministerio de Cultura donde se tuvo mayor interés en adquirir libros de editoriales trasnacionales e incluso de un youtuber famoso.[2] Tampoco olvido el ínfimo apoyo a editoriales y escritores de parte del ejecutivo para ayudar a superar el mal trago de la pandemia. O, ¿acaso solo importan los empresarios y sus amigos? ¿Acaso los escritores de a pie no tienen también dignidad?

En su último discurso en el Congreso de la República, el presidente Pedro Castillo manifestó que el Ministerio de Cultura pasará a llamarse Ministerio de las Culturas como plan de abrir un horizonte más plural y crítico sobre nuestro país. Más allá de los nombres y los alcances del proyecto, la idea es clara: el Perú y no es uno solo, es, en realidad, muchos rincones y rostros, muchas mitologías y sueños, todos congregados en un territorio de compleja geografía.

Los que hicieron esta lista de invitados parece que ignoran que, en verdad, este país no es solo Lima, ni mucho menos la costa, sino el ande y la selva con su propia y telúrica belleza. Olvidar que la literatura no solo se basa en las grandes transnacionales que imponen sus gustos y estéticas, sino es también los muchos autores que escriben desde todos los rincones de la patria.

 Y pregunto, ¿esta lista tiene representación de las culturas o de la cultura? ¿Acaso no sería más justo y enriquecedor darle mayor hincapié a las muchísimas editoriales que vienen trabajando, contra viento y marea, por crear y sostener una literatura nacional? Hacer sólidas estas editoriales, darle la dignidad a los escritores de todos los rincones, incentivar y promocionar la lectura como lo que es: un espacio de reflexión y arte, criterio y educación, sensibilidad e intensidad. Si las listas solo se limitan a los grupos de cercanos corremos el riesgo de siempre: omitir, silenciar, callar todas las voces.

Invito a reflexionar de manera más crítica sobre quiénes son los protagonistas y escritores que más —y mejor— nos representan. Ser amigo y tener contacto con otros escritores mejor “posicionados” parece ser la llave maestra para formar parte de antologías, comidas, cenas en Miraflores, fotos en El Comercio, listas en revistas de papel cuché  y viajes pagados. El precio que se debe pagar es hacer venia a cualquier tipo de política, sea o no positiva a nivel nacional.

 ¿Hasta cuándo la literatura peruana será solo un puñado de amigos y cómplices que se quedan con los pasajes, premios, entrevistas y espacios en los medios tradicionales de comunicación? Quizás, así como se habla actualmente de una nueva revolución agraria deberíamos pensar en una nueva revolución cultural. Es trabajo del nuevo gobierno romper con estas políticas parciales y poner una mesa más amplia donde toda nuestra literatura se muestre plenamente en su altura y belleza. Nuestra literatura debe ser representada en su heterogeneidad y no solo ser un coloquio de algunas voces, en sintonía, con los que cortan el jamón. Nuestras letras no pueden limitarse a la agenda amical de algunos, sino mostrarse como un río: abrupto en su fluir, con el lenguaje de todos los ríos.


[1] Ver aquí la lista https://limagris.com/una-delegacion-de-escritores-que-no-representa-al-peru-viajara-a-la-fil-de-guadalajara-en-mexico/

[2] https://limagris.com/algo-se-pudre-en-el-ministerio-de-cultura/

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