Cultura

Falleció Luis Urteaga Cabrera, el último escritor maldito del Perú

Hoy por la mañana falleció en Pueblo Libre, en su casa de la calle Kennedy, el gran escritor peruano Luis Urteaga Cabrera.

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Luis Urteaga Cabrera. Foto: Edwin Cavello Limas.

En 1999 leí, gracias a una recomendación de Rodolfo Ybarra, una novela que me marcó profundamente por sus imágenes, su lenguaje, su ternura y su violencia. Se llamaba «Los hijos del orden» y su historia desarrollaba el devenir de un muchacho provinciano al interior de la cárcel de menores conocida como «Maranguita». Hombre inaccesible según dos amistades que me aseguraban conocerlo, había escrito un libro que, en su momento, fue considerado por la crítica como la novela más violenta escrita en la historia de la literatura peruana. El libro, además, había sido premiado en Argentina por un jurado compuesto por Juan Carlos Onetti, Severo Sarduy y María Rosa Oliver, y había ganado en Perú el premio José María Arguedas con un jurado compuesto por Abelardo Oquendo, José Miguel Oviedo y Alberto Escobar. Con todo ese enorme peso de reconocimiento encima, me resultaba increíble que no hubiera una reedición de semejante libro.

Urteaga Cabrera llevaba 40 años sin aparecer ante el público y se negaba a entrevistas y fotografías, por lo que en Internet solo figuraban un par de fotos suyas y datos de este y otros libros suyos (sus aportes a la literatura de la selva son muy valiosos). Gracias a Alessandra Tenorio supe que vivía en Pueblo Libre y que ella era, además y para sorpresa mía, gran amiga de su hijo, Julián. Y sin embargo no aceptaba visitas. Ya le había contado a Juanma Chavez en repetidas oportunidades de mi gusto por esa novela y de la necesidad de reeditarla para que encontrara nuevos lectores, porque me parecía sumamente injusto que una historia así desapareciera o se ocultara.

En 2014 y durante la Feria Internacional del Libro de Huancayo, Juan Manuel Chávez reconoció a la esposa de Urteaga Cabrera entre el público y se le acercó. «Era ahora o nunca, compare», me dijo después por teléfono. Le preguntó si era posible reunirnos con Luis Urteaga Cabrera, que estábamos interesados en la editorial en reeditar «Los hijos del orden» y que le agradeceríamos la gentileza de tender el puente. A los pocos días Juan Manuel recibió un escueto mail de Urteaga, directo a la yugular: «Buenos días, señor Chávez. Me dice mi esposa que usted se le ha acercado a preguntar por mí. Dígame qué pretende». Punto. A los dos se nos pararon los pelos. Juan Manuel le respondió contándole de nuestro interés, y Lucho Urteaga aceptó recibirnos.

De ese primer encuentro, entre vinos y una muy interesante conversación, tengo grabadas 2 horas de cómo nació el libro, de los avatares que tuvo que pasar el autor, de la recepción de los lectores en su momento, de lo que le significó a él como escritor y del destino silencioso de su obra. Aceptó entonces que reeditáramos el libro en el que incluiría, además, un testimonio suyo contando cómo nació la novela (que es otra historia tras la historia misma), y que, en agradecimiento, aceptaba asistir a la presentación. Salir de la casa de un escritor al que admiras, con la promesa y los papeles donde acepta la reedición de un libro que has seguido por años, es algo que pocas veces se puede explicar. Era una mezcla entre emoción, alegría y temor, porque, además, el libro formaba parte de la colección «Clásicos peruanos contemporáneos» (que estaba a cargo de Juan Manuel) y en el que ya habíamos publicado a Siu Kam Wen, Oswaldo Reynoso, Carlos Calderón Fajardo e Isaac Goldemberg. Pero a pesar de la leyenda que se había tejido alrededor de Urteaga Cabrera, yo sentía que le alegraba saber que el interés por su novela no se había extinguido, y que esta reedición significaba, además, un reconocimiento, un segundo aire a ese trabajo que le dedicó durante décadas a la escritura.

Nueva edición de “Los hijos del orden”. Editorial CasaTomada.

La noche de la presentación, Urteaga Cabrera llegó a un auditorio repleto al tope en el Centro Cultural de España. La prensa acogió este retorno como lo que era: el reconocimiento merecido a un autor y su obra. Y así fue. Posteriormente le fue entregado el Premio de la Casa de la Literatura Peruana y sus lectores crecieron, porque ese es, finalmente, el premio verdadero que todo escritor anhela: tener quién lo lea. Hoy que me entero de su muerte, me apena mucho su partida, pero me reconforta sentir que, tal vez, por un momento y de forma ajena y lejana, fui parte de una repentina alegría.

De izquierda a derecha: Gabriel Rimachi Sialer, Juan Manuel Chávez, Luis Urteaga Cabrera, Roberto Reyes Tarazona y Julián Urteaga (hijo). Foto: Edwin Cavello.

Al final de la edición definitiva que publicamos en Casatomada de «Los hijos del orden», Luis Urteaga Cabrera escribió:
«Yo suponía que el destino que tendría mi novela sería el mismo que tuvieron sus protagonistas: la desaparición y el olvido. Y tal vez esto hubiera sido lo mejor para que no lastime la sensibilidad de las nuevas generaciones de lectores. Pero los amigos Gabriel Rimachi Sialer y Juan Manuel Chávez, de Casatomada, han decidido que no suceda esto. Ellos piensan que «Los hijos del orden» debe seguir fustigando las conciencias receptivas a fin de conquistar el respeto a la dignidad y la vida que se merecen los desheredados de nuestro país».

Y no hay más que decir. Descanse en paz, Luis Urteaga Cabrera, gracias por habernos acercado a un Perú desconocido por muchos. Gracias por haber formado parte de mi formación como lector y como escritor. Y gracias a Juan Manuel Chávez, Alessandra Tenorio, Julián Urteaga, Roberto Reyes Tarazona, Silvia Príncipe y a todos los que hicieron posible que la obra de Urteaga Cabrera siga viva entre sus lectores.

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