Un lienzo negro en señal de luto. Considerado como el pintor colombiano más importante de la historia y reconocido en todo el planeta, Fernando Botero acaba de fallecer a la edad de 91 años. El también destacado escultor falleció en la tranquilidad de su hogar en el principado de Mónaco.
La noticia del fallecimiento del artista más grande de Colombia fue confirmada inicialmente por el periodista de la W Radio, Julio Sánchez Cristo, quien recordó que ya en los últimos días el maestro había presentado un quebranto de salud por el que permaneció algunos días internado en un hospital.
De acuerdo con Sánchez Cristo, Botero se vio afectado por una neumonía por la que tuvo que ser atendido en los últimos días. Pese a las complicaciones de salud, el director de la W Radio conoció que el pintor antioqueño prefirió seguir su recuperación “en la tranquilidad de su casa”, en donde continuó pintando hasta la semana pasada.
El deceso del maestro Botero se dio a tan solo cuatro meses de que su esposa, la artista Sophia Vari, falleciera el pasado 5 de mayo por complicaciones asociadas al cáncer. Frente al deceso de la también pintora, escultora, joyera y collagista griega, la hija del artista colombiano aseguró que la partida de su amada Sofía fue uno de los desencadenantes del deterioro de su estado de salud.
Botero y sus ‘gordas’
Nacido el 19 de abril de 1932 en Medellín (Antioquia), Fernando Botero se convirtió en el artista colombiano que le dio protagonismo al arte nacional en los escenarios y ciudades más importantes del mundo. Sus obras, que son inmortales, llegaron a Estados Unidos, Francia, México, e incluso tocaron territorio europeo y asiático.
Botero no tenía planeado convertirse en artista. A los 15 años, casi por accidente, descubrió su pasión. El entonces joven pintor estudiaba para convertirse en torero y, debido a las dificultades económicas de su familia, decidió vender dibujos a la salida de la Plaza de toros La Macarena. Cuando vendió su primera obra, a tan solo 2 pesos, comenzó a considerar dejar el toreo por el arte.
Desde entonces su vida se repartió en Europa, México y Estados Unidos, siendo este último país donde saltó a la fama gracias a Dietrich Malov, el director del Museo Alemán, quien quedó encantando con sus ‘gordas’ y lo ayudó a realizar cinco exposiciones que llevaron al artista paisa a su estrellato. Desde ahí, las llamadas no se hicieron esperar y su legado artístico se fue repartiendo a lo largo del mundo.