Eloy Jáuregui Coronado fue poseedor de una talentosa pluma y un humor hilarante. El «Maestro» (como le decíamos de cariño) falleció este domingo a los 70 años. Nació en 1953, fue catedrático, integrante del Movimiento Hora Zero y formó parte de Lima Gris. Sus crónicas fueron publicas en la revista impresa y en nuestro portal web.
En su faceta como escritor publicó más de 30 libros, en su experiencia de periodista recorrió casi todas las redacciones y entrevistó a cientos de figuras e intelectuales nacionales y extranjeros.
En una entrevista con Lima Gris, señaló: «Soy cronista y he escrito desde 1984 aproximadamente. Empecé en los años ochenta en el Diario Marka, trabajando con escritores que yo admiraba mucho, como Antonio Cisneros, José María Salcedo, Nicolás Yerovi y toda la gente de Monos y Monadas que trabajaba conmigo. Tuve la suerte de que el primer día que comencé en el periodismo me nombraron jefe de la sección deportes. Eso me dio la posibilidad de tener una columna, y por lo tanto me escapé del rigor mortis de casi todos los periodistas, que es hacer notas informativas. Escribir columnas, que es dar opinión, me posibilitó tener mucha libertad para escoger mis temas y elegir los puntos de vista que yo más o menos admiraba».
Jáuregui también habló sobre Hora Zero: «Nosotros rompimos con el viejo molde de que la poesía tiene que ser políticamente correcta, la poesía tenía que ser higiénica, personalísima, además escrita por poetas reconocidos. Cuando una manga de vendedores ambulantes, chiflados, drogadictos, rockeros, faites y apóstatas tomaron el poder de la poesía en el Perú, ahí se acabaron las gollerías y se acabó la poesía políticamente correcta. Creo que nosotros impulsamos ese canto nacional que no estaba siendo cantado por nadie y que más bien necesitaba este tipo de empuje. Hora Zero fue un movimiento básicamente de provincianos, no fue limeño. Nosotros le hemos dado aliento a poetas que antes ni siquiera salían a dar un recital y que se morían de miedo porque venían las hordas de apristas y comunistas y los agarran a palos y les pegaban; cuando nosotros dijimos que la poesía tiene que ser hecha por todos, ahí comenzaron los problemas y nos articulamos a esta serie de reclamos que había a nivel de Iquitos, Arequipa, Puno, Ayacucho, Huancayo y Chiclayo. Los únicos poetas de Hora Zero que son de Lima somos Jorge Pimentel y quien habla, el resto todos son provincianos, entonces cada uno recoge el ADN de su provincia, ese vacío que había en la literatura oficial, y nosotros hicimos nuestra literatura oficial, la literatura del poema integral, que era un poema totalmente diferente a ese poema intimista y amariconado de los poetas de la generación del sesenta, incluso de los cincuenta que se decían poetas sociales, pero de sociales no tenían nada porque eran comunistas, que es la lacra de lo peor que puede existir, no puede ser un poeta comunista, un poeta es libre. Entonces nosotros le otorgamos esta libertad a los peruanos, y hoy en día creo que gracias a Hora Zero existe la chicha, existe el huayno bien tocado y cantado con espacios como Miski Takiy».
En su más reciente crónica publicada en la edición N° 20 la revista impresa Lima Gris, también escribió sobre el Covid y el sistema de salud en Perú: «Hoy el Perú es uno de los países más crueles del mundo: sus hospitales están abrumados. La crisis expuso la desigualdad y la corrupción fuertemente arraigadas que han obstaculizado la respuesta a la pandemia. Pero en medio del drama, uno saca de donde puede ayudar para cuidar a los amigos, parientes, y personas que ni conocen. Y también hay de las otras. Mis vecinos, por ejemplo, que redactaron una carta para que me vaya a morir a otro lado. Además, hoy que sé que muchos de mis amistades se quedaron sin trabajo y que sus negocios quebraron, siento el dolor ajeno como el mío».
Adiós maestro, te vamos a extrañar.