Como señala el periodista Ryszard Kapuściński: “Para ejercer el periodismo, ante todo, hay que ser un buen hombre, o una buena mujer: buenos seres humanos. Las malas personas no pueden ser buenos periodistas. Si se es una buena persona se puede intentar comprender a los demás, sus intenciones, su fe, sus intereses, sus dificultades, sus tragedias. Y convertirse, inmediatamente, desde el primer momento, en parte de su destino. Es una cualidad que en psicología se denomina ‘empatía’. Mediante la empatía se puede comprender el carácter del propio interlocutor y compartir de forma natural y sincera el destino y los problemas de los demás”.
La persona humana es el centro de la ética profesional del periodista en sus dimensiones individual y social, y su recto ejercicio es un acto de justicia, porque en la definición clásica de Ulpiano. “Justicia es dar a cada uno lo que le corresponde”.
Como señala el Dr. José María Desantes Guanter, fundador de los estudios sobre Derecho de la Información en su libro “El deber profesional de informar” (https://tinyurl.com/3ktjmed2): “El juego dialéctico de Derecho e Información resulta muy fecundo. El derecho en su sentido tradicionalmente objetivo no es tal si no está de un modo o de otro comunicado. Y para ser comunicado ha de ser puesto en forma, informando, habilitado para emitir y recibir una idea de justicia… Derecho e información tienen así una tendencia a la comunicación que constituye su misma teleología y una trascendencia ordenadora que está en su propia raíz causal. Rectificación que es operación propia del derecho, e información que es operación de la comunicación social, coinciden en su principio y en su fin”.
El desempeño profesional, en todos los campos artes y oficios, la exigencia suprema es “actuar bien”. El periodista trabaja con una materia prima: la verdad, porque tiene que investigar, dar forma y comunicar. Siendo la verdad uno de los valores supremos del hombre, la exigencia es mayor porque lo contrario: mentir –en todas sus formas, por comisión o por omisión– es una falta ética y un delito.
La presencia del periodista implica también un uso adecuado de los medios técnicos de comunicación e información. A los medios tradicionales como la imprenta (prensa escrita), radio, televisión, fotografía y cine, ahora se suman el Internet y las plataformas multimedia, las redes sociales y el periodismo digital. El reto del periodismo participativo sigue siendo la búsqueda de la verdad. Porque dijo Jesucristo: “La verdad nos hará libres”.
(Artículo publicado en mi columna Maquinaciones del diario Expreso)