El periodismo tal como lo conocimos ha muerto. Ganó el rating del click, que es como el minuto a minuto de la tv, donde importa más el impacto que el contenido. Y para conseguirlo basta con un culo, farándula, sangre, fútbol y polémica. Eso es barato. No requiere investigación ni pensamiento ni análisis. Picar carne berreta y sacar un MacDiario con fritas y gaseosa. El negocio cambió, el papel muere, la pantalla manda y sobrevivirán los que sepan y quieran adaptarse a esto.
La flexibilización laboral puede tener muchas caras, incluso esta versión aparentemente generosa, donde te invitan a irte cada vez con más ganas y billetes. Luego quedarán, o quedaremos, pocos haciendo el trabajo que antes era de muchos. Periodismo de escritorio, copiado de la tele y de otros sitios, de redes sociales. Eso sí, siempre cuidando los intereses de los anunciantes de turno y de los poderes que custodian las ganancias de las empresas con sus decisiones políticas.
En el medio quedamos los periodistas, abrazados a la utopía de otros diarios posibles. Mientras, nos tiran los números por la cabeza, y es lo mismo que si te dijeran “despertate”, “andate”. A los compañeros más grandes directamente los jubilan. A los más jóvenes los invitan casi a cambiar de profesión. Porque todos sabemos que afuera hace frío y no hay laburo para nadie que quiera vivir de contar historias y narrar la realidad en palabras escritas.
A nuestro favor, rescato el sentido de unidad entre los compañeros ante un futuro oscuro e incierto. Hizo falta llegar a estos límites para que tomáramos conciencia de clase, para reconocernos laburantes más allá de nuestros egos personales. Hoy todos tiramos para el mismo lado, más allá de que elijamos subirnos a las balsas o que nos quedemos tocando los violines hasta que nos la demos de frente contra el iceberg.
Así están las cosas. Necesitaba hacer esta catársis y compartirla. Los periodistas amamos nuestra profesión. Somos felices haciendo esto. Sentimos que cada palabra es importante y vital. Es por eso que más allá de toda decisión personal, es un momento de tristeza y angustia. ¿Será momento de soltar todo y largarse? ¿Será resistir lo que hace falta? Quién sabe.