Hace muchas lunas sucedió lo inimaginable entre las leyendas populares. Algo que realmente desconcertó a sus descendientes. Desde las páginas de los libros antiguos de literatura brotaron por un lado los hermanos Ayar, y también los hijos de Don Quijote. Estos dos grupos por razones históricas no se veían con buenos ojos. Así que decidieron declararse la guerra. ¿Qué humano habría creído que personajes literarios terminaran por retarse a ultranza? Sin embargo, ahora se preparaban para el gran ataque.
De entre los hermanos Ayar figuran Ayar Cachi, Ayar Uchu, Ayar Auca y Ayar Manco, quienes conformaron, según la mitología incaica, los cuatro personajes que iban a fundar el Cusco. No obstante, en sus tiempos sólo había 30 casas con sus respectivos Ayllus. Y cada uno de los personajes nombrados tenía una esposa y/o mujer. El primero tenía a Mama Huaco, el segundo estaba comprometido con Mama Ipacura, el tercero tenía por mujer a Mama Raua, y el cuarto estaba con Mama Ocllo. Salieron del cerro Tambotoco, donde había tres cuevas. Una de ellas era Pacaritambo (Posada del Amanecer), pero este relato sucede antes que se fundara el Cusco. Y justamente de otro libro antiguo brotan los hijos del Quijote: Anselmo, Buenaventura, Clemente y Eufrasio. Cuatro personajes que heredaron las destrezas de caballería, el talante de su padre, pero también su locura. Los dos grupos se preparaban para hacer frente al enemigo. Parecía como el Yawar Fiesta, en que el cóndor y el toro se enfrentan en una cruel pelea por la supervivencia. Sólo que el ave está atada al lomo del cuadrúpedo, y le da de picotazos hasta que el toro sucumbe ante la pérdida de sangre y muere. Sin embargo, en esta ocasión los hijos del Quijote no van a estar atados, sino que será una pelea justa ante sus oponentes, los hermanos Ayar. Según el ‘protocolo’ bélico se reunirían en el majestuoso Machu Picchu, pero Ayar Manco pidió alejarse un poco para no dañar el patrimonio histórico y maravilla del mundo. Los hermanos De la Mancha aceptaron su petición y se distanció la gresca algunos kilómetros de ahí. Por su parte, los hermanos Ayar contaban con hondas, cuchillos, arcos y flechas, machetes, macanas y hasta huaybintos (boleadoras). A su alrededor el oxígeno de los andes se introduce en sus pulmones vernaculares. Y se dan cuenta que la dirección del viento los favorece. Vestidos de trajes ancestrales y con una mascaypacha sobre sus cabezas, estaban listos para la batalla. De otro lado, los hermanos De la Mancha estaban armados con arcabuces, lanzas y hasta espadas. Y se da inicio al enfrentamiento con un sonoro grito:
¡¡¡Awqanakuy!!! –vocifera Ayar Manco indicando que se inicie la guerra.
Ambos bandos se empiezan a aproximar, pero tienen a los árboles como escudos. Y como los hermanos Ayar tienen arcos y flechas, les es más fácil dar en el blanco a distancia. Sin embargo, los hijos del Quijote no están dispuestos a morir tan fácilmente. Así que utilizan un medio versátil para llegar a velocidad ante el enemigo: sus caballos pura sangre. Eufrasio y Clemente galopan en sus equinos sosteniendo sus lanzas. Corren hacia donde están los hermanos Ayar, pero son infelizmente flechados por Ayar Auca y Ayar Cachi. Al caer estos dos españoles, sus caballos se dan a la fuga. Y yacen ahí tirados retorciéndose de dolor y en plena agonía, ya que los indios cuando lanzan sus flechas apuntan hacia el corazón. Habiendo visto derrotados a sus hermanos, los De la Mancha ya no quieren exponerse ante los flechazos. Así que utilizan su arma secreta: el cañón. Sin perder la euforia lanzan cañonazos hacia sus enemigos. Uno de esos proyectiles despedaza a Ayar Cachi, y el siguiente perfora el pecho de Ayar Auca. Los dos hermanos Ayar que quedan, entre el deseo de venganza y el dolor por la pérdida de sus hermanos, piden a Apu Kontiki Wiracocha que los ayude a vencer a los españoles. De pronto, el cielo se torna opaco y las nubes cubren el sol. Parecía el anochecer, por lo que Anselmo y Buenaventura se preocupan y no entienden como se oscureció el día. De pronto, un estruendoso sonido ocurre en el firmamento. Wiracocha lanza sus illapas (rayos) sobre los cañones de los De la Mancha y los despedaza. Una vez sin este arsenal, Ayar Manco y Ayar Uchu deciden combatir cuerpo a cuerpo con el enemigo. El primero sale con su macana y el segundo vuela con sus alas. Se ve a un Anselmo admirado por apreciar a un indio volador, mientras que Buenaventura sube a su caballo y al ver al indio con su macana, lo subestima y baja del corcel. Desenfunda su espada y se aproxima a toda prisa a su encuentro. Mientras Ayar Uchu cae encima de Anselmo acuchillándolo seis veces por todo el dorso. Sucumbido ante la muerte, cae el español y sólo queda Buenaventura. Sin embargo, el dios vernacular luego de haber dado el poder de volar a Ayar Uchu al posarse en tierra queda convertido en piedra. Entonces, la guerra queda reducida uno a uno, que era Ayar Manco contra Buenaventura De la Mancha. A la distancia el indígena mide los movimientos del peninsular. Se miran fijamente a los ojos, tratando de no pestañear. Y Ayar Manco corre raudo hacia Buenaventura. El primero portaba una macana y el segundo su espada. La inevitable colisión termina con una macana cortada en dos. Por lo que el indio saca su cuchillo y se lo lanza al español en el pecho. Sin embargo, la armadura que lleva puesta lo salva de las garras de la muerte. Desarmado Ayar Manco, carga una piedra y se la lanza a Buenaventura, pero éste la esquiva, y sin más miramientos le clava la espada en el cuello. Dándole muerte en el acto. Sin embargo, de entre las cuatro esposas de los hermanos Ayar, quienes habían estado observando la lucha cruenta, Mama Huaco no resiste el dolor, toma su huaybinto y lo lanza con fuerza hacia Buenaventura que incluso se carcajea por la visión que tenía de las mujeres indias. Sin embargo, las boleadoras que cortan el aire en su desplazamiento, llegan hasta el último De la Mancha que estaba en pie, y justo le da en el cuello, lo asfixia y muere. Finalizando la guerra entre los indios y los españoles, cual cóndor que termina de picotear al toro que habíamos mencionado. Posteriormente, Mama Huaco funda el Cusco y conjuntamente con las otras viudas, se encargan de erigir un gran imperio. Teniendo como líderes a los Incas. Y esa semilla se procreó hasta convertirse en el Tawantinsuyo, que llegó a expandir Pachacutec (el que cambia el mundo), en un gran territorio que nos heredaron nuestros antepasados. Y la leyenda de los hermanos Ayar voló como el viento y se inmortalizó como cada una de las rocas del Machu Picchu.