Opinión

Escuela de Alta Política Augusto Belmont Bar

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Por Rafael Romero

En la línea principista de devolverle al Perú una política con políticos de verdad y no con politicastros, una política sin coimeros, zánganos, pillos y ganapanes que han traído abajo a la sociedad con sus vientres de alquiler, sus clubes electoreros y sus táperes, resulta que el Partido Cívico Obras, desde el primer instante de su fundación, 8 de julio de 1989, y con más experiencia desde el 15 de julio del 2024, se preocupa y ocupa de la formación y capacitación ciudadanas, para lo cual propusimos el año pasado la Escuela de Alta Política Augusto Belmont Bar.

En la historia de los partidos políticos del Perú existen antecedentes interesantes, como las Universidades Populares González Prada, las U.P.G.P., fundadas en enero de 1922, y respecto de las cuales posteriormente dirigentes de los partidos Aprista y Socialista le dieron protagonismos el siglo pasado.

Por supuesto que los tiempos cambian y son dinámicos, pero hay herramientas de pedagogía política y filosófica que no cambia, que permanecen, y entre ellas están las escuelas que se remontan a la antigüedad griega, como la escuela platónica, la aristotélica, la escéptica, la epicúrea, la estoica, etc. Ricardo Belmont lo ha sostenido y repetido: sin filosofía política no se puede hacer política.

Pero en las tres últimas décadas, lamentablemente, el elector peruano se dejó llevar por advenedizos que se auparon al poder tras el golpe del 5 de abril de 1992, pues al fujimontesinismo le convenía tener un nuevo perfil de “político” para sus nefastas intenciones. En realidad, los gobernantes de los noventa preferían moldear politicastros al ritmo de la televisión basura y la farándula, seres sin principios, pechos fríos, ambiciosos y sujetos desalmados capaces de robarle al Perú sus riquezas y de arrebatarles las esperanzas a millones de peruanos.

Esa mala generación de seudo dirigentes fue amamantada por el fujimontesinismo, copando rápidamente ministerios, escaños congresales, gobiernos regionales, alcaldías y toda la administración pública, logrando como consecuencia la corrupción generalizada en Perú, dadas las argollas burocráticas, el amiguismo, el nepotismo y el clientelismo, taras que seguirán existiendo si no se forman desde ahora a los verdaderos líderes comunales, agrarios, obreros, profesionales, estudiantiles y empresariales porque la crisis nace de la falta de liderazgo, grave ausencia que se manifiesta en la compra de votos, en el alquiler de candidatos, en seudo partidos políticos que no son más que verdaderas organizaciones criminales que convirtieron la política en un vil negocio.

Por tanto, es la hora de poner las cosas en orden y para ello la formación filosófica y la capacitación política son impostergables para darle al Perú los líderes que necesita y para construir ciudadanía con electores dignos que no se dejan comprar por un plato de lentejas ni por regalitos enviados a sus vecindarios y pueblos jóvenes en camiones contratados por los “mochasueldos” del Parlamento. quienes ahora buscan ser senadores.

Si el elector va a seguir votando así, chantajeado y extorsionado por la actual clase política, la peruanidad habrá desaparecido y cedido su lugar a la mentira, al fariseísmo, a la traición a nuestros mayores, a la delincuencia, a la destrucción de la familia, la corrupción generalizada y al desgobierno más absoluto.

Que eso no suceda y para ello vienen los locales del Partido Cívico Obras a convertirse en las Escuelas de Alta Política Augusto Belmont Bar. Muchas bendiciones para todos los espartanos, llamados a refundar la República y salvar la moral de la nación. RBC y Habla el Pueblo desde el 18 de enero de 1973 no han arado en el desierto.

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