Hace unas semanas un conocido escritor nos contó que fue a una reunión literaria y a la salida, ebrio y cansado, unos narradores lo acompañaron a tomar el taxi. Ya llegando a su casa se dio cuenta que le habían extraído el celular y la billetera.
No es novedad que en todos lados se cuecen habas. Gregory Corso robaba autos y escribió un fabuloso poema Bomb. Igualmente, Jean Genet era ladrón y rufián condenado diez veces y a quien Sartre salvó de la pena de muerte con una campaña nacional. Aquí el payador Cri Cri vivía encerrado en Lurigancho (Caretas le hizo un reportaje); y el poeta C. Oliva había puesto su carpa en el río Rímac y vivía a salto de mata poniéndole el cuchillo en el cuello a transeúntes distraídos y a poetas ofuscados.
No obstante, hay que hacer una diferencia entre el escritor lumpenizado y el vivaracho o cleptómano ocasional. Verástegui contaba que cuando era joven se birlaba libros de las bibliotecas y que cuando se hizo famoso ya no podía hacer nada porque siempre lo estaban mirando. Roberto Bolaño cuenta algo en su libro Los Detectives Salvajes. Y el novelista Jorge Cuba-Luque, conocedor de estos temas, escribió el cuentario Ladrón de libros.
Pero una cosa es extraer libros (al fin y al cabo, para leerlos) y otra, muy diferente, robar dinero o pertenencias mayores. A este tipo de escribientes lúmpenes se suman los energúmenos y fracasados que ante la ausencia de una obra literaria que los respalde, solo se dedican a insular, agredir, difamar y emprender una carrera de tirapiedras (ya derrotada por la historia) que lo único que les hace ganar es “likes” y muchas sonrisas involuntarias. Y bien por ellos, seguro en mil vidas evolucionaran a ameba.
Seguro, estos escritores lúmpenes sin ética ni moral, tendrán mil explicaciones como lo tuvo Celine, considerado una desgracia nacional para Francia, William Burroughs que le disparó en la cabeza a su mujer o Norman Mailer que acuchilló a su segunda esposa. Seguro hay distancias abismales entre el lumpen-inútil de redes sociales y el lumpen-intelectual que pasa a la acción, pero en el fondo los dos son lagartos del mismo lago y tarde o temprano se enfrentarán a la historia, la verdad y a las leyes.
(Columna publicada en Diario UNO)