Hace unos años, en una entrevista, manifesté que la pelea entre escritores se había convertido en un género literario, en remembranza quizá a las trifulcas de Quevedo con Góngora. Hoy gracias a la masificación de las redes sociales, este “neogénero” ha envejecido rápidamente y ha dado paso a un tipo de escritor/odiador por naturaleza, haters de sí mismo que ante la ruina y el fracaso literario evidente, lo único que le queda es atacar a diestra y siniestra casi como un mono con metralleta a todo aquel que recibe un diploma, un trofeo o una condecoración.
Este Homus-novis cree que escribir en Facebook es ya haber sido incluido en la Academia de la Lengua o haber ascendido al Olimpo. Y sin ningún tipo de reparos menos investigación o nada, apuñala por la espalda a cuanto escritor se le ocurra. Basta con que hayas recibido un diploma no importa si es de participación o peor, si es una distinción mayor o institucional, entonces el escritor/haters inventa cualquier cosa y suelta diatribas, insultos, falacias para que los “especialistas” de las redes sociales, los tiktokers, onlyfaneros, goteros y demás etcéteras arremetan con toneladas de ignorancia que no cabe en sus almas.
Ya el filósofo argentino José Pablo Feinmann decía que “en-Argentina-cualquier-pelotudo-tiene-un-espacio-donde-escribir”; y que una vez se había encontrado cara a cara con uno de sus odiadores y cuando lo vio este hater se puso de rodillas y le pidió un autógrafo.
Lo que nos lleva a pensar cuánto de lo que se insulta, agrede, difama, etc., es nada más una forma de admiración moderna, una manera enrevesada de admiración patológica.
Quizás en un futuro medio o lejano a alguien se le ocurra taxonomizar estos escritos de vitriolo, encontrar algún aporte o desmerecimiento (con toda seguridad) a todo ese vómito de textos que están en el éter y que pueden mover a una interesante “masa crítica” que curiosamente de “crítica” no tiene nada.
Por mi parte, ya he sido fundido en el fuego en casi cuarenta años de trabajo literario y casi una treintena de libros entre la poesía, el cuento, la novela y el ensayo y más de cinco mil artículos periodísticos y creo que lo que dijo el novelista Sidney Sheldon es cierto, solo tienen que probarlo: “Para-tener-éxito-necesitas-amigos-y-para-tener-mucho-éxito-necesitas-enemigos”.
(Columna publicada en Diario UNO)