Cultura

Escribir o morir: la ficción como medio de resistencia

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Las pandemias y los microorganismos en general han causado grandes cambios en la historia de la humanidad. La peste negra del siglo XIV diezmó   la tercera parte de la población europea, aceleró el fin del feudalismo y generó las condiciones para el Renacimiento. Una de las obras icónicas de ese período es el Decameron de Boccaccio – una ficción de resistencia de su tiempo– que retrata aquel contexto en el que un grupo de jóvenes al huir de la pandemia se escapan de ese mundo arrasado por la muerte para refugiarse en el hedonismo y la ficción.  

No fue hasta la invención del microscopio y los descubrimientos de grandes científicos como Pasteur que somos conscientes de la existencia de microorganismos cuya actividad, a veces alentada o deformada por el estilo de vida de los humanos, ha marcado en gran medida el derrotero del mundo. Un ejemplo contundente de ello está en nuestra propia historia. Jared Diamond en “Armas, Gérmenes y Acero” nos describe la Cajamarca del siglo XVI cuando la conquista española es facilitada por un ejército invisible de microorganismos frente a los cuales sucumbe la población indígena carente de inmunidad.

Entre las obras de ficción que han aparecido en nuestro medio en los últimos tiempos, representativas de esa “literatura de resistencia”, encontramos “Salvado de las Aguas” de Librado Orozco; una novela arquetípica de la resistencia del ser humano frente a los desastres naturales y las circunstancias sociales. Sus páginas nos transportan a la depauperada sierra norte peruana de comienzos del siglo pasado, desde donde empieza una travesía en la que aparecen y desaparecen diversos escenarios en los que como telón de fondo se dan rupturas generadas por los desastres naturales (Fenómeno del Niño) y los cambios tecnológicos, sociales y generacionales a lo largo de un siglo. 

El destino de una multitud de personajes parece siempre estar jalonado por los torrentes de las circunstancias exógenas.  En este micromundo, las quebradas y huaycos de la naturaleza, así como las fracturas entre los seres humanos se presentan como fuerzas imprevisibles. El espíritu individual siempre tratará de enfrentarlas, mitigarlas o superarlas; pero no será suficiente. En suma, una metáfora de nuestra situación actual en la que el cisne negro de la pandemia universal ha aparecido como una torrentera llevándose muchas de nuestras certezas a su paso. Y sin embargo seguimos de pie, como nuestros congéneres del s. XIV o los que sobrevivieron a la Conquista española del siglo XVI, resistiendo, viviendo. Porque como dice Camilo José Cela “aquí el que resiste vence”.

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