“Mi agresor solía venir a mi cama muy tarde por la noche o muy temprano por la mañana y empezaba a acariciarme. Yo tenía unos 12 años; entraba a la habitación, tenía que bajarme los pantalones e inclinarme sobre el escritorio… una cruz colgaba en la pared del frente”, comenta Karl Haucke que, a principios de los años 60, fue víctima de abuso sexual durante tres años por parte de uno de los representantes de la iglesia.
“Lo que decían es cierto, porque estaban consagrados y actuaban en nombre de Dios. En ese sentido considero también el abuso que sufrí como un abuso católico” confiesa Haucke, quien ahora es un hombre cano pero que los terribles recuerdos de su niñez han quedado impregnados como una cicatriz en su memoria.
Este caso, junto a otros miles van saliendo a la luz donde el principal culpable de estos hechos ha sido la Iglesia católica en Alemania, específicamente en la ciudad de Colonia, quien permitió u ocultó estos nefastos actos durante décadas.
A consecuencia de ello, en estos últimos tiempos personas muy religiosas han abandonado la Iglesia. La institución se encuentra por los suelos en muchas partes del mundo, como en Irlanda, Australia, Estados Unidos y Chile. Se sospecha que deben haber miles de casos similares en distintas partes del mundo.
Por su parte, la Iglesia Católica ha encomendado la investigación de los casos al abogado Bjoern Gerke. “Más de la mitad de las víctimas eran niños menores de 14 años”, dijo Gercke. “Cerca del 70% de los presuntos autores eran miembros del clero y el resto laicos”, agregó.
Además, Gercke indicó que pese a que el grupo laico si fue sancionado, ese no fue el caso de los sacerdotes. Sin embargo, el informe, no ha podido identificar ninguna falta contra el cardenal de Colonia Rainer Maria Woelki.
“Estoy convencido de que también he cometido errores en el marco de la investigación de los abusos y en la gestión de la crisis vinculada a ellos. Seguramente tengo la culpa; lo lamento de todo corazón” declaró Woelki, que suspendió con efecto inmediato a dos responsables de la Iglesia de Colonia, el obispo Dominikus Schwaderlapp y el titular del tribunal diocesano Guenter Assenmacher, por “encubrimiento” de casos de abusos.
Sobre ello Haucke detalla que actualmente existe un plan para proteger al clero y no a las víctimas.
“Hay responsables en nuestras propias filas. No se trata de casos aislados, sino de algo institucionalizado; hemos protegido a los agresores en lugar de las víctimas”, sostiene. En tanto, el Papa Francisco dispuso hace dos años la obligación de denunciar los casos de abusos, pero solo en el seno de la Iglesia. Las denuncias no derivan automáticamente en un proceso penal.