“Masabu” es una de las películas peruanas más importantes estrenadas en 2016. La mayoría de peruanos ni se enteró. Es una fresca sorpresa, y, como varias películas independientes, constituye parte de una suerte de movimiento ‘espontáneo’ de renovación, redefinición y expansión de un cine que le debe mucho más a la audacia creativa que a la zona muerta del confort que ha caracterizado a la mayor parte del cine peruano por demasiado tiempo.
-¿Qué hiciste, o qué pasó, entre “En el 93” (2011), y esta nueva película?
La verdad no mucho. Empecé a grabar “Masabu” casi al terminar «En el 93». El resto del tiempo trabajo en el taller de mi familia. Es un taller de reparación y venta de sistemas de embrague. Y el otro resto del tiempo la paso en mi casa, soy de no salir mucho.
-¿Hay algo en especial que te haya hecho escoger (a ti o al protagonista) a chicas orientales (en vez de otras con otras características) como ‘tema de interés’?
Sobre mí como protagonista surge porque contaba con muy pocos recursos y tenía claro que mi primera opción era yo y lo que me rodeaba. La elección de las chicas orientales aparece porque yo quería usar los audios en japonés para repetir la herramienta usada en “Chikyugi” (2007), entonces tenía a un sujeto que iba perdiendo la razón mientras refuerza su gusto por un determinado tipo de mujer. La voz que tiene en la cabeza es en japonés. Entonces las mujeres tenían que ser asiáticas.
-¿Bajo qué criterios realizaste el montaje de Masabu? ¿Cómo sabe uno cómo pasar de un plano a otro o de una imagen a otra o de una secuencia a otra? Cómo fue tu experiencia.
“Masabu” desde un comienzo fue un trabajo de recolección. Yo salia a conseguir mis tomas, encargaba otras, me regalaban material, etc. Lo único que tenía claro era que la gran mayoría tenían que estar relacionadas de alguna u otra manera con la cultura asiática. A la hora del montaje, edité cada cosa independientemente. Al final de ese proceso tenía varios fragmentos que solo estaban unidos por tres líneas muy claras:
1) el personaje que va perdiendo la razón;
2) la búsqueda de una mujer, o por qué no, la búsqueda del amor;
3) la cultura asiática.
Otra influencia en el armado fueron los videos de youtube, específicamente la forma en cómo consumo videos de internet; fragmentos aislados, e independientes alrededor de un tema, videos de 2, 3, 5 minutos; son como píldoras, normalmente por 1, 2 o hasta 3 horas. Si hubiera una palabra para contar como fue la experiencia, la palabra podría ser «duda». Creo que en este tipo de trabajos cuando la tienes clara es cuando se pierde la magia.
-¿Qué recomendación, a partir de tu propia experiencia, darías a quienes quieren expresarse haciendo películas y aún no se deciden o no saben bien cómo?
Graben todo lo que puedan.
Para hacer películas no se influencien de películas.
Mejor tecnología no es igual a mejores películas.
Si te vas a influenciar que no sea conscientemente.
Intenta no tener héroes y si los tienes duda de ellos.
Descubre tu propia pólvora.
Quítate de la cabeza la idea de que todo está hecho.
Moléstate y molesta.
Da la contra
Cuando hagas tu película no pienses en mí (espectador) porque yo no pienso en ti cuando hago la mía.
-¿Cuál es el origen de la palabra Masabu?
Masabu significa «más aburrido». Conversando con un amigo él me preguntó ¿qué tal cómo vas? y yo escribí «más abu». Luego me di cuenta que sonaba a japonés o algo parecido. Aparte que encierra el motivo por el cual hice la película, el aburrimiento.
-¿Piensas que te has desarrollado culturalmente digamos que por tu propia cuenta, que tus referentes culturales pueden verse algo exóticos para algunos, y que en buena medida eso ‘explica’ la originalidad de lo que haces?
Se me hace imposible definirme culturalmente. Se me vienen tantas cosas a la cabeza. Hay una cosa que siempre tengo en mente a la hora de hacer mis cosas y es que no se haya hecho antes. Suena recontra pretencioso. No he dicho que lo he logrado. Pero pienso que si apuntas ahí, quedarte a medio camino no es tan malo.