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ENTREVISTA A LOS DIRECTORES DEL DOCUMENTAL «EL INGENIERO»

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El Ingeniero es un documental impactante que relata las labores del único criminalista que tiene la fiscalía de El Salvador, y que pasa mucho tiempo localizando y desenterrando cadáveres en secretas fosas comunes, que han sido ultimados por los tristemente célebres Mara-Salvatrucha.

El filme se exhibe, y además está compitiendo en la categoría documental del 18 Festival de Cine de Lima. Conversamos con sus directores el guatemalteco Juan Luis Passarelli, y el inglés Mathew Charles sobre ésta, y su anterior producción cinematográfica El último dictador de Europa.  

Juan Luis en tu carrera como periodista ¿Con qué te tema te sentiste más identificado?

JLP: Al principio empezamos con varios documentales en Europa, sobre conflictos muy importantes que se necesitan reportar, aunque, para mí el hecho de estudiar los conflictos de Centroamérica ha sido lo más importante, y lo que más me apasiona, y dentro de eso, es esa violencia, y el tratar de entender por qué ciertos países son tan violentos.

¿Consideras que en alguna parte del mundo se desconoce los actos más execrables que se cometen entre seres humanos?

JLP: Yo creo que todo el mundo sabe sobre los actos que comete el ser humano, pero hay muchísimas situaciones en que no son reportadas, y que son muy poco conocidas, y eso es lo que hacemos en Guerrilla Pictures, tratar de encontrar esas historias que no están siendo reportadas, y que se convierten en abusos de cierta manera u otra.

¿Cómo y cuándo nació Guerrilla Pictures, tu productora?

MCH: Hace 3 años.

JLP: Pero, empezamos a trabajar juntos cuatro años antes, en otros proyectos.

¿Cómo nació el proyecto del Último dictador de Europa, que habla sobre las represiones que comete Aleksandr Lukashenko?

MCH: Allí me tomó algo de dos años, pero fue como un accidente, porque antes hicimos el primer documental sobre un grupo de teatro, y nuestros amigos estaban arrestados en Bielorrusia, y la única manera de narrar eso, era haciendo un documental para llamar la atención del público.

Normalmente un periodista que ingresa a Bielorrusia no tiene facilidades para trabajar ¿Cuáles fueron las peripecias que Mathew tuvo que afrontar como turista en Bielorrusia para hacer la película sigilosamente?

MCH: Un periodista ni siquiera puede ingresar, necesita una visa especial, e igual se la negarían.  Y tuve que comprarme dos libros para decir que iba a aprender ese idioma, y luego visité algunas universidades para hacer un curso de ruso.

Un mero olfato periodístico. ¿Es cierto que la KGB apresó a Mathew?

JLP: Teníamos un protocolo de seguridad entre nosotros, yo estaba en Londres, y Mat me llamaba tres veces al día para estar al tanto, y yo sabía que estaba a punto de salir de Bielorrusia, y en eso recibo un mensaje de texto de él diciendo: Me están trasladando a un cuartito para interrogarme. Y lo primero, que le dije fue: borra todos tus mensajes ya.

Pero no tenía mucho tiempo

JLP: Si logró hacerlo,

MCH: Aunque ellos solo querían ver el material que yo podría estar sacando del país, pero el material (cassettes) ya no lo tenía, porque antes se lo había dado a otra persona para sacarlo de Bielorrusia.

¿En esos momentos pensaste lo peor?

MCH: Después lo pensé, porque leí un libro sobre los desaparecidos de Bielorrusia, y ahí hay una historia de un camarógrafo que pasó lo mismo que yo. Su esposa cuenta en ese libro que la última vez que habló con él fue en el aeropuerto, y que luego lo bajaron para llevarlo al mismo lugar que yo estuve. Y nunca más apareció.

Hablemos de El Ingeniero, ¿El trabajo fue similar?

JLP: Fueron diferentes retos. Es la primera película de noventa minutos que hacemos, y en términos de seguridad, tuvimos que tomarlo mucho en cuenta, porque estar allí era muy peligroso.

Los Mara Salvatrucha ¿Se han multiplicado más?

JLP: Las pandillas están en todos lados. En el Salvador son algo de seis millones de habitantes, y hay algo de sesenta mil pandilleros.

Algo incontrolable

JLP: Porque, apenas hay veinte mil policías.

Y hubo una especie de tregua para estos grupos, y el Estado les dio beneficios carcelarios.

JLP: Sí. Eso sucedió en marzo del 2012, el gobierno negoció en secreto con las pandillas, y les dijo que trasladarían a sus líderes a una cárcel de máxima seguridad con algunos beneficios para ellos, a cambio, de que su gente deje de matarse entre sí. Y causó un gran impacto, porque al poco tiempo, de haber catorce muertos diarios, la cifra bajó a cinco.

¿Qué tiempo estuviste inmerso ahí?

JLP: Estuve filmando dos años, entre diferentes épocas.

¿Cómo llegaste hasta el criminalista Israel Ticas para poder hacer la película?

JLP: En El Salvador yo tengo unos amigos periodistas del Faro (periódico digital), y uno de ellos escribió un artículo acerca de él. Yo y Mat estábamos en Londres en ese momento, y buscábamos la forma de encontrar una historia de pandillas para contarla de una forma diferente.

Pero curiosamente, en ese tiempo fuiste a Guatemala para casarte

JLP: Sí, y apenas tuve la luna de miel, al día siguiente aproveché la cercanía y partí para El Salvador.

Y la novia molesta

JLP: Me quiere mucho, pero no le gustó.

¿Cuál es el trabajo específico de Israel?

JLP: Él es criminalista, pero siempre está en un hoyo sacando muertos.

¿Cuál es la relación  real de él con los muertos?

JLP: Es interesantísima. Tanto mentalmente, como personalmente; su oficina la tiene cubierta de fotografías de cabezas, y partes desmembradas, y torsos en pedazos; pero él considera que es una universidad, incluso dice que la muerte es arte. Los muertos son parte de su vida, y también les tiene mucho respeto a las víctimas.

¿Y siempre se encuentra ecuánime?

JLP: Él es una persona muy trabajadora, y muy extrovertida, pero tiene cambios de humor, pues, en algunas ocasiones está muy paranoico, y en la película nos confiesa que siente que va a morir por balas de una forma violenta.

¿Y en los anteriores festivales qué opinó la gente?

JLP: Siempre ha sido bien aceptada. La gente cuando termina de verla, se siente igual que nosotros cuando empezamos a filmarla. Algo impactante.

El documental es un género que hoy anda de auge, y con mayor aceptación del público, y algunos realizadores también les agregan elementos de ficción. ¿Ustedes se animarían?

JLP: Todo depende de qué historia estés contando. Lo que pasa es que nuestras historias son periodísticas, pues, nosotros solo queremos darles una voz a las personas que no la tienen; y hay que tener mucho cuidado con respecto a agregar elementos de ficción en la historia.

¿Y cómo lo financian?

JLP: Depende del proyecto, pero de hecho no son baratos. El equipo es pequeño, porque nosotros hacemos la mayoría de cosas, y este documental lo hemos financiado en parte nosotros, y otra parte WikiLeaks

¿Ustedes ven Mucho cine?

JLP: Si, pero cuando hay tiempo vamos, y la verdad que hay más trabajo que tiempo para ver películas. (Risas).

¿Qué se viene?

JLP: Estamos haciendo una investigación que nos va a tomar varios años, sobre el tema de la gente que toma la ley con sus propias manos.

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