Entrevista Luis Felipe Alpaca
Fotografía Helen Hesse
Leila Guerriero es una periodista y escritora argentina que se formó como autodidacta, y tuvo la oportunidad de debutar como redactora en Página/30, la revista mensual del diario argentino Página/12.
Desde allí no ha parado de escribir; incluso en el 2010 ganó el Premio Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, por su artículo “El rastro en los huesos”, además de colaborar con prestigiosas publicaciones como el Babelia del País, y la revista Gatopardo de México, entre otras labores de televisión.
El último viernes Leila presentó en la sala José María Arguedas dos de sus últimos libros “Frutos extraños” (crónicas reunidas) y “Plano americano” (21 perfiles de artistas publicados originalmente en diversos medios).
La mesa fue compartida entre ella, y el periodista Daniel Titinger, y derivó en una amena conversa, en el que se derivaron algunos pensamientos de la periodista; como su pasión por la escritura, revelando que cuando lo hace, puede llegar a jornadas de 15 horas continúas sin parar, y que en caso se le presentara un compromiso social ineludible; no le quedaría otra opción de no escribir por ese día. “Yo escribo–y luego escribo—y cuando termino, luego escribo”, confesaba en la sala de la FIL.
A su vez, Titinger le preguntó si es que habría un momento de decir basta. A lo que ella respondió que probablemente sí. Pero antes tendría que pasar por una etapa de engolosamiento.
También fue enfática en aclarar que no escribe para guardar sus textos en el cajón, y que necesariamente lo hace para publicar.
Sobre sus dos libros, afirmó que el 90% de sus historias, son de personajes que han estado permanentemente observados por todos los medios. Y en un afán de tomar una posición crítica con algunos periodistas, afirmó que el problema es que se dicen las cosas en los artículos, pero no se profundiza en los personajes.
Al término de la presentación, ocurrió algo que no es muy usual de observar cuando un autor lanza su libro en esta FIL (a excepción de Pedro Suarez-Vertiz), pues, inmediatamente los asistentes compraron los dos libros y formaron una interminable cola para que les sea firmado.
Y apenas, con el escaso tiempo del que disponía Leila, pudimos hacerle esta entrevista que revela interesantes impresiones acerca del periodismo.
– No sé si habrás asistido a otras Ferias de libro, en todo caso hoy estás en la FIL de Lima, ¿Qué opinas de las Ferias del Libro, crees que le hacen un bien a la literatura?
La verdad que no sé qué opino yo misma de una feria del libro, y nunca me puse a pensarlo. Creo que son lugares raros, y uno ve un montón de gente deambulando, y comprando libros, y después se dice que las cifras de lectura en todos los países en los que se realizan ferias del libro es cada vez más baja; (risas) y no entiendo muy bien eso. Pero la gente va cada vez más a estos mercados del libro, y tiendo a pensar que es mejor que estén, a que no estén, porque me parece que promueven la circulación de la obra, y de los autores, y me imagino un mundo sin feria del libro, y me digo ¿por qué no deberían estar?
– Como periodista, tengo entendido que eres una autodidacta; y llegaste a ser redactora desde muy joven en la revista Página/30 ¿Cómo lo hiciste sin una formación previa?
Llegué, porque simplemente a un director de diario se le ocurrió ofrecerme ese empleo, y yo dije sí, obviamente, y traté de extenderlo con uñas y dientes, como cuando el vendedor pone el pie para que no le cierren la puerta, y yo ahí puse el pie para que no me la cerraran; y aprendí haciendo, que es la manera de aprender este oficio, con mucho cuidado, y como sabía que no era periodista y que tenía mucho por aprender, creo que hice mucho más, y había un grado de obsesión que desarrollé precisamente por eso, porque el hecho de no ser periodista de oficio ni de carrera, me obligaba a trabajar el doble que mis compañeros, para proteger mi puesto.
– En el premio que ganaste de la Fundación Nuevo Periodismo, tocaste incluso la rama de la antropología forense. ¿El periodista tendría que tener un bagaje en distintos temas, al margen de tener una buena redacción?
Yo creo que cuando tenés que encarar cada uno de los temas, tenés también que transformarte, eso tiene de bueno el periodismo, que es como pasarte la vida estudiando en una universidad de todas las cosas, porque de pronto estás investigando el mundo de las orquídeas, y al día siguiente el mundo de la antropología forense, y al día siguiente el mundo de los coleccionistas, y al día siguiente el de los fanáticos de los autos, y luego el mundo de la magia. Y a mí me fascina todo eso, porque el periodismo es como la gran excusa para meterse en todos esos lugares. Martin Caparrós siempre dice: lo mejor que puede estudiar un periodista es la Historia, y yo coincido con él, porque me parece que sí necesitás un gran contexto, y la historia y la filosofía te proveen de muchas cosas que te servirán para siempre.
– De hecho aquí, en la mayoría de medios serios para poder acceder a un puesto como redactor, o reportero etc., necesariamente tienes que tener una carrera previa, y si es una maestría, aún mejor. ¿Tú qué opinas de esa formalidad y criterios de los empleadores periodísticos que te piden una carrera universitaria para acceder al puesto?
Yo no creo que deba ser como única condición que alguien tenga que ser periodista de carrera para entrar en un periódico, porque creo que los grandes periodistas de este continente no estudiaron jamás periodismo, José Martí, Rodolfo Walsh, y hoy Martin Caparrós, y Juan Villoro; pues, uno es sociólogo, y el otro historiador. Ese criterio es absurdo, y si fuera por eso, ninguno de ellos hubiera podido ejercer el periodismo.
– ¿En Buenos Aires es parecido?
No. En Buenos Aires podés ser lo que sea, y también podés dedicarte al periodismo; pero no es que yo esté en contra de la carrera de periodismo, porque, primero, me parecen que hay facultades que la dictan muy bien, y después, me parece que hay gente que el método autodidacta les causa mucho horror, y no les sirve; y entonces requieren de un lugar en el que le organicen la forma. Pero después, hay una cuestión que tiene que ver con el talento propio que no te lo va a dar nadie.
– Alguna vez oí una opinión tuya que es muy provocadora. De que el Periodismo cultural no existe. Exactamente ¿A qué te refieres?
Yo me refería a que si lo vas a ver desde el punto de vista de la clasificación, entonces cualquier cosa puede ser clasificada como periodismo cultural. Y a mí no me gustan las clasificaciones, como, esto es crónica, esto es reportaje, esto es periodismo cultural, esto es periodismo de espectáculos, y este otro es periodismo deportivo, etc. entonces, desde ese punto de vista, es como una frase de una conferencia que dura dieciocho páginas, y que sostiene un poco ese argumento que el periodismo cultural no existe en esos términos, digamos, porque el periodista cultural no es un tipo que se tenga que poner un traje serio a la hora de escribir, lo decía en ese sentido.
– En todo caso, a veces no se ejerce bien porque hay alguna gente que no tiene la condición humanista para ejercerlo
A mí no me gustan las generalizaciones, precisamente lo que yo creo es que hay gente que ejerce maravillosamente bien periodismo cultural, y no coincido con eso en absoluto, porque me parece que hay gente que lo hace estupendamente bien, y de hecho, los suplementos culturales del continente, y las revistas culturales, son los lugares donde se mantiene mejor la calidad de la escritura.
– Sobre Roberto Arlt el modernista, aquí en el Perú hay gente que lo lee. En la presentación hablaste que tuviste que investigar incansablemente sobre su familia, y que finalmente conociste a su hijo. ¿Él tiene algún talento literario?
No. De hecho él tiene un problema “madurativo”
– ¿Y qué edad tenía cuando lo conociste?
Algo de setenta años.
– ¿Se puede saber por qué no has incursionado en el género de la narrativa?
Yo siempre me pregunto por qué no le hacen esa pregunta inversa a los escritores de ficción. Por qué no les preguntan a los escritores de ficción por qué no hacen periodismo. Supongo que tiene que ver con el hecho que la ficción pareciera ser una especie de lugar. Porque cuando uno escribe ficción se transforma en alguien que escribe en serio, mientras que uno que hace periodismo parece que no fuera una persona que escriba en serio; y yo no estoy de acuerdo con eso. Me parece que son dos vocaciones complemente distintas. Y yo no escribo ficción porque no me da la gana, porque nunca tuve ganas de escribir ficción.
– Reconoces entonces que hasta cierto punto, la labor de escribir un artículo necesita de un rigor, en el caso de que sea un trabajo encomendado.
No necesariamente. Yo el 90% de las cosas que hago son temas que se me ocurren a mí, y no son encargos. Y yo no creo que el periodismo sea un género menor, y no creo que sea como ir a Nepal, con el que uno se paga el alquiler mientras está esperando el momento de tener éxito con la gran novela.
– Hasta el día de hoy se habla del Nuevo periodismo, y al parecer la gente se halla algo confundida sobre eso. ¿Por qué hasta ahora se piensa que el Nuevo periodismo es el de hoy?
Me imagino que es porque existe. Lo que pasa es que el Nuevo periodismo es más viejo que el hambre, porque se inventó en los años 50, con lo cual venimos hablando del Nuevo periodismo hasta ahora.
– Con Tom Wolfe a la cabeza
Claro. Y supongo que por todas estas cosas de las categorías. Y luego vos decís crónica, y todo el mundo entiende lo que quiere decir crónica, aunque estemos más o menos de acuerdo con la clasificación; y vos decís Nuevo periodismo, y más o menos todo el mundo entiende también de que se trata. Pero son cosas que solo les importan a los periodistas nada más, y no a la gente común. Vos le decís a un taxista que te pregunta: ¿Y qué hace usted? Nuevo periodismo, le respondés, y te va decir ¿Y de eso con qué se come? Y es porque no tiene ni idea.
– Para terminar. ¿Estás preparando algunos textos?
Si. Voy a publicar un libro ahora en septiembre, en Anagrama. Se llama “Una historia sencilla” y es un libro de no ficción, un libro periodístico, sobre una historia de una competencia de baile muy extravagante que se hace en la Argentina.