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ENTRE LA FE Y EL FANATISMO

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Debatiendo sobre la unión civil, me topé en Facebook con un grupo de personas religiosas (aduzco que católicas), con las que intercambié opiniones para tratar de entender su posición, estando ellos en contra; y explicar la mía, a favor de la unión.

¿Estar en contra de la unión civil es homofobia? Fue la pregunta que inició el debate. Creo que para entender la dimensión de la palabra podemos empezar recurriendo al diccionario:

  • Fobia: Aversión obsesiva contra alguien o algo. Temor irracional
  • Aversión: Rechazo o repugnancia frente a alguien o algo.
  • Irracional: Que carece de razón, opuesto a la razón o que va fuera de ella.

La homofobia sería entonces la aversión (el rechazo o repugnancia) irracional (sin razón, es decir, sin un motivo racional) hacía las personas que se relacionan físicamente o emocionalmente con otras de su mismo sexo.

Los argumentos de las personas religiosas fueron diversos. Vale aclarar que empezaron manifestando su indignación por ser catalogados de retrógradas, intolerantes, anticuados, cucufatos ignorantes y obsoletos; agravios que, señalaron, eran injustos. No voy a trasladar las conversaciones completas por cuestión de espacio, pero citaré puntualmente los comentarios más notables:

-“El matrimonio solo se da entre hombre y mujer y punto, si quieren heredar a su pareja que peleen la figura legal, sino después alguien se va a querer casar con su perro o su gato”.

-“Entiendo que todo ciudadano tiene una constitución y leyes que cumplir, no todo lo que se desee se puede lograr. (…) Por si acaso si tienen derechos civiles y pueden siempre tener una asociación civil si esta es constituida. La unión civil tiene otro entendimiento, sino voy a unirme con mi mascota porque tengo derecho, y como soy mayoría voy a entrar en la misma discusión”.

-“La sociedad en un país tiene un conjunto de reglas, normas y valores los cuales lo conforman las mayoría de personas. Más bien ¿cómo se les llamaría a aquellos que están en contra de ello? (…) porque obviamente cuando alguien se declara homosexual decide anular su opción de dar vida, ya que sólo tendría un pareja del mismo sexo, eso independientemente que en el pasado hayan tenido hijos como en el caso de Carlos Bruce”.

-“Yo no creo q aceptar el matrimonio de homosexuales nos haga un país más civilizado o adelantado, que por ello seamos un país del primer mundo. Tampoco concuerdo con quienes quieren magnificar a las parejas homosexuales diciendo que son un ejemplo de amor y que las hetero más bien son cuna de maltratos, pues eso no depende de la opción sexual de la persona”.

-“Si algún homosexual opinara mal de los heterosexuales no le haría el bullying que actualmente hacen. Si tanto les gusta la libertad de expresión acepten que en mi opinión uno debe buscar dignificar las cosas en vez de quitarles su valor, tratar de que el matrimonio deje de ser algo tan importante para la sociedad y que sea un icono de valores, por más que no seamos perfectos no significa que dejemos que sea mancillado con la excusa de que se les resta derechos, los derechos los tienen, solo que el libertinaje y su falta de respeto hacia los valores no significa ni que tengan razón ni que vayan a hacer que la gente que si cree en dichos valores se retracte solo porque traten de confundir y atacar. Esas actitudes, lejos del diálogo que tanto propalan, demuestran que son un sector solo busca quitarle lustre a cosas que consideramos sagradas o al menos buenas, si ustedes opinan que no es así respetamos su decisión, pero acepten que aunque el papa dijera que ser homosexual es bueno, mi opinión es que no es la senda de la sociedad, si me hablan de modernidad y futuro, dejen de comportarse agresivamente y demuestren respeto por las demás opiniones, ya que a pesar de ser una minoría, están haciendo bullying a las opiniones de otros en vez de aceptarlas, yo respeto a todas las personas, pero particularmente me ofende su actitud y creo que es totalmente reprobable, hacerse la víctima para reclamar algo que no tiene nada que ver con lo que reclaman es incoherente, demuestra totalmente que los retrógradas son ustedes por no tener ni base ni fundamento claro”.

-¿Iguales derechos?¿Igualdad? Comentan y usan argumentos para ganar una discusión. Yo no creo que jamás puedas decirme que una pareja de hombres o de mujeres puedan criar a un hijo igual que un padre y una madre, desde ahí no estas pidiendo igualdad, por algo el hombre y la mujer son diferentes. Si tú quieres hacer con un grupo de gente lo que quieras, es tu asunto, pero no existe un mundo ni sabiduría que me hayan mostrado para que cambie de opinión, así que acepto tu postura retrograda y obsoleta, así como tildan la mía, pero es obvio que a mí no me engañan los argumentos que es lo que he leído y no demuestran coherencia. Pero cada uno es libre de escoger sus errores, mira para muestra te diré que tengo muchas amistades de todos los géneros y mi opinión es la misma, lo que no me hace ni homofóbico ni retrograda, creo que tengo una opinión completamente defendible y hasta ahora no he escuchado ningún argumento estructurado que sea suficiente.

Me parece increíble que haya gente (con educación superior) que piense que los derechos y la igualdad están sujetos a la opinión de las mayorías. A eso sumémosle el agravante de creer que una persona puede unirse civilmente con un gato, un perro u otra mascota, como si los animales pudieran entrar dentro del concepto constitucional de ciudadano (vamos, todos llevamos educación cívica en el colegio), pero por si eso no fuera poco, me sorprende que personas educadas crean firmemente que la inclusión de las minorías y la igualdad de derechos no tienen relación alguna con el desarrollo de un país, cuando es precisamente la igualdad de oportunidades y derechos la que permite el desarrollo del individuo y, por ende, el de su comunidad y su nación (Piensen nada más en la posibilidad de un país que no discrimine a la mujer, a la persona andina o afroamericana, una sociedad que permita facilidades para la adopción de niños a las madres solteras y a las parejas homosexuales, en lugar de tener a tantos infantes en situación de pobreza y abandono, y permitiéndoles así el acceso a una buena educación, calidad de vida y cobertura de salud). Me sorprende y aterra, finalmente, ese complejo de superioridad que tienen los religiosos, denigrando a los homosexuales y culpándolos de mancillar a la familia y de fomentar el libertinaje y el escándalo.

Si lo pensamos con detenimiento, la familia seguirá siendo familia cuando la unión civil se apruebe. Y el índice de separaciones, divorcios y maltrato infantil y abandono seguirá siendo el mismo o creciendo si el gobierno no hace nada al respecto. En cuanto al libertinaje y el escándalo, pues la población lo disfruta día a día en la televisión, en estos programas que viven persiguiendo el chisme y ventilando la vida de quien puedan, y en el congreso, plagado de denuncias por corrupción.

En la calle las personas seguirán viviendo como siempre. Lo que dos personas del mismo sexo quieran prodigarse lo harán tal como lo hacemos todos: de forma íntima, tras cuatro paredes, desde donde nadie es capaz de adivinar los afectos que intercambiarán y mucho menos tener la ufanía de creerse capaz de condenar o juzgar ese cariño. Pero lo que sí ganaremos serán personas que podrán estar amparadas por el estado y gozar de la oportunidad de planificar una vida a futuro sin temor, confiando en que cuentan con el respaldo de su nación, y brindándole a cambio de ese apoyo algo que solo las personas libres pueden brindar: prosperidad.

A los católicos los exhorto a leer un poco más sus textos (El catecismo de la iglesia católica es un buen comienzo), a dejar de confiar un poco en la palabra vetusta de algunos sacerdotes y obispos que parecen haberse alejado del mensaje de amor, igualdad y unión que predicó Jesucristo (y que ya cité en mi artículo anterior). Ya muchas vidas se han perdido, muchos han sufrido y muchos hogares se han quebrado producto del fanatismo y la intransigencia en la historia de nuestra humanidad como para seguir cayendo en lo mismo.

Me remito a los argumentos que leyeron líneas arriba, opiniones aterradoras que bien puede estar en la cabeza de la mayoría de personas en este país –y de nuestros congresistas, como quedó probado en la votación de la ley de unión civil-. Dejen de creer que viven limpios de pecado, libres de culpa. Quizá haya alguien en su familia sufriendo hondamente al escucharlos hablar en contra de una orientación que él o ella tiene, y que no puede confesar por temor a ser repudiado, considerado inferior o enfermo. Dejen sus condenas religiosas para ustedes, aplíquenlas en el fuero de sus iglesias y empiecen a pensar en su prójimo. Cristo lo hizo y logró crear una iglesia. Ustedes,al negarle derechos y marginar a esta minoría homosexual, oponiéndose incluso a la prédica de amor de su líder, Francisco, están haciendo todo lo contrario. Piensen que eso también se juzgará en ese cielo que los espera.

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